de la mano de Vici Solitari"
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En su enlace podéis leer lo que escribamos, sobre las siguientes premisas:
PREMISAS PARA EL RELATO:
Lugar: En la terraza de un ático
Personajes principales: Una persona de genero a elegir, de carácter serio y circunspecto, y una tórtola de genero y carácter a elegir
Inicio: La persona está mirando el paisaje apoyada en la baranda, cuando por ella se acerca caminando la tórtola y por primera vez se dirige a la persona y le pregunta: ¿hoy hay lentejas para cenar?
Era una noche maravillosa de agosto, la ciudad se extendía a los piés del edificio donde se encontraba asomado D. Hilario, un señor serio, y circunspecto que podría estar frisando los setenta años. Apoyado en la baranda de la terraza de su ático disfrutaba de las aguas del mar que a él le parecían los volantes de una bata de flamenca formada por las construcciones pue se agolpaban alrededor de su altísima Torre de Apartamentos, de la que él era dueño y vivía en su cúspide, para contemplar su emporio desde lo más alto.
Ensimismado en sus pensamientos, a la vez que contemplaba las volutas de humo que exhalaba de su Habano, le pareció ver entre ellas una tórtola, al principio pensó que eran ensoñaciones suyas pero enseguida al verla posarse en la baranda, supo que era real y más aún cuando la oyó decir:
- ¿Hoy hay lentejas para cenar?.
¡Era su mujer!.
- Tortolita mía, pero... ¿Ni desde el otro mundo me vas a dejar tranquilo con las famosas lentejas?
- Sigues llamándome "tortolita" y yo voy a empezar a llamarte "cazador" y asesino, primero porque fuiste un cazafortunas casándote conmigo y segundo por desviar el tiro de la tórtola hacia mí y quitarme de en medio. La verdad es que me alegro, ya estaba harta de ponerte todos los días lentejas para cenar, porque según tú tenían mucho hierro y eran buenas para la erección pero yo nunca vi los resultados.
- ¡Calla tortolita, por Dios, calla!, no, me atormentes más con eso.
- A partir de ahora vas a comer lentejas en el almuerzo y en la cena hasta que te mueras.
- ¡Estás loca!
- No creas, la tórtola que salvé del perdigón que me dedicaste a mí, en agradecimiento a haberle salvado la vida, alojó mi espíritu en su cuerpo y me traspasó sus poderes y harás lo que yo quiera que hagas.
No intentes matarme de nuevo, porque no podrás hacerlo.
Así es que... a comer lentejas y no vale el dicho de "el que quiere las come y el que no, las deja".
Esa misma noche D. Hilario, se tiró desde la terraza de su ático y dicen que lo acompañó en el vuelo una tórtola.