JUEVEANDO CON LA ANÉCDOTA

Nos dirige Myriam, que quiere que escribiéramos sobre una anécdota. Cuando   las contemos , podréis leerla en SU BLOG

VIAJE  DE  VUELTA

Como generalmente viajo sola, suelo utilizar el servicio de ayuda que presta Renfe para el equipaje, tienes que estar una hora antes en la estación para que ellos optimicen las ayudas según los trenes. 

Cuando llegué a la oficina me la encontré cerrada,  mis hijas que fueron a despedirme,  al mostrar mi extrañeza, le quitaron importancia pensando que habrían ido a acompañar a otros viajeros de trenes anteriores.

El reloj corría y la gente se iba agolpando ante  la puerta cerrada a cal y canto. nadie sabía qué pasaba, hasta se presentaron tres o cuatro policías a ver si aquello era una manifestación . 

¡Menos mal! porque llamaron para comunicar el incidente y enseguida se personó una "chica muy eficiente" a informarnos: la llave de la oficina no se encontraba, tres chicas de las que prestan ayuda a los viajeros  no les había dado tiempo de bajar del tren e iban camino de Alicante y otros dos ayudas, estaban bloqueados en un ascensor mientras localizaban al mecánico para que los sacara. 

A mis hijas y a mí nos  dio por reír

Se aproximaba la hora de salida y nos dijeron que las personas que había acompañando a sus familiares y aquellos pasajeros que estuvieran útiles de pies para ayudar, que se pusieran manos a la obra: Yo me mondaba de la risa, mis hijas se pusieron a cargar carritos con maletas, otros pasajeros y yo ayudamos a las personas que habían pedido sillas de ruedas pero al estar encerradas en la oficina tenían que ir andando pasito a pasito.

Vinieron policías que se colocaron al principio y al final de la comitiva. Parecíamos una cuerda de presos, a mí me dio por reír  cuando oí gritar a la "chica eficiente":

- Señora, pare... señora pare...  que pareeeeeeeeeeeeeeeeeee.

La señora a la que se refería era una que tenía su silla de ruedas propia y se había escapado del grupo porque decía que iba a perder el tren y como no la oía, me cogió a los dos abuelillos a los que yo ayudaba y me mandó a parar a la señora.

De la risa que me dió ni podía correr yo miraba a mis hijas achuchando a sendos carros cargados de maletas hasta arriba y más risa me daba.

Logré detenerla, pero no porque yo corriera mucho sino porque la gente se paraba a mirar el pasillo de comedia momento que yo aprovechaba para  pasar entre ellos, cuando regresé a la expedición "la chica eficiente", me colgó de cada brazo y como racimos a los abuelillos míos y a los de ella y se fue a colocar la plataforma para que la señora que había efectuado la escapada del pelotón , pudiera subir al tren,

 Mientras, "los útiles" íbamos dejando abuelitos y sus maletas en sus respectivos vagones.

Mis hijas subieron las mías cuando llegó mi turno, creo que ni me dieron un beso, por miedo a que el tren se pusiera en marcha y no les diera tiempo a bajarse como a las de Alicante.

¡Madre mía, que show!

                                   (Cumple + 10)