¿QUIERES QUE TE CUENTE UN CUENTO?

-Siiiiiiiiiiiiii!
-Que no te digo ni que sí, ni que no, sólo te digo que si quieres que te cuente un cuento....
Y así podíamos estar un rato mi madre y yo, jugando,  con el equívoco.

 O con ese otro de...
-Que voy por la escaleraaaaaaa!
-Ay mamita mía, mía, mía ¿quién será?.
-Calla so retontontona, tona, tona, tona, que ya se irá.
-Que no me voyyy, que voy por la puerta del dormitorioooooo!

Actualmente los cuentos salen a la calle  y conquistan la noche, pero ni por esas l@s niñ@s se asustan, como nos asustábamos nosotr@s,  a pesar de estar la noche oscura y rodeada de magníficos árboles que para eso estábamos el Jardín Botánico.                      

     Vamos... a mí, cuando tenía dos o tres añillos, me cuentan lo del lobo en estos jardines y... ¡me muero!

                                                   No hay más que ver la cara de los padres

                                                                     y las de los niñ@s

Hoy existen cuentacuentos profesionales y muy buenos por cierto, que llenan el cuento de enseñanzas sobre  valores ciudadanos, etc. que en mis tiempos ni se mencionaban. Espero que surtan efecto en l@s crí@s..

 

                                                                         (Juan Panza)
Contó los cuentos de toda la vida pero adaptándolos al s.xxi y con un auditorio que a veces le salía respondón, l@s niñ@s de hoy se las saben todas y no se callan ni debajo del agua. Les faltó nada, para ser ellos los cuentacuentos después de invadir en repetidas ocasiones  un escenario tan mavilloso a la misma vera del Río, que uno de sus molinos hacía de decorado.

Anoche me convertí en una niña, de las de antes, de las que se quedaban petrificadas, se agarraban al embozo de la sábana  y  aguantaban la respiración del miedo que le subía por la garganta.
He llegado a comprender que a pesar de que los cuentos actuales educan en valores,  a pesar de ser contados por un esperto y a pesar del entorno maravilloso en que eran contados...a pesar de todos los pesares... prefiero  las retahilas de los cuentos de mi madre, esperando a que me durmiera por aburrimiento.

                              Sin duda me estoy haciendo mayor...pero que muy... mayor.