ACABARON LOS PATIOS

y el silencio ha vuelio a ellos, atrás quedaron las colas para entrar a visitarlos.

Los flashes de las máquinas fotográficas se apagaron,

 las flores han dejado  de ser observadas y se han  relajado en sus tiestos, haciéndose arquitectura,

 por la tarde se dan un paseo y bajan a refrescarse en el lebrillo lleno de agua.

La lata apostada en la esquina del patio, espera que llegue el anochecer para alimentarlas, 

porque el festival de los Patios ha terminado para el público, pero ahora empieza la fiesta, para ellos, están  "los cabales", como se dice en el argot flamenco:  la gitanilla sale a bailar por sevillanas

 con el pacífico

mientras las orquídeas, desde un lugar privilegiado llevan el compás

y los pensamientos tocan el cajón a ras de suelo.

Todo un lujo sentirte parte integrante de la fiesta cuando la puerta de la calle se cierra.

Hasta el año que viene si Dios quiere, y... ¡claro que tiene que querer!