ha venido a visitarme, con su mujer, tras no sé cuantos años sin vernos.
Siempre con su espíritu libre viviendo en su caravana de camping en camping.
¡Qué tiempos aquellos en que nos conocimos...!
Eramos un grupo de gente que hacíamos camping y recalábamos en Málaga todos los veranos con nuestros niños que empezaban a jugar a ser adolescentes, mientras sus padres, nosotros, jugábamos a ser hippies, creyéndonos libres por el hecho de estar todo el día en biquini, guisando al lado del mar, con sobremesas interminables en torno a cafés, tés y tabacos y disfrutando noches de música en la playa a la luz de la luna y al ritmo de las olas del mar.
Agapito con su novia holandesa, hoy su mujer, era la envidia de todos por la libertad de movimiento que tenía y del que carecíamos nosotros porque teníamos que estar al tanto de nuestros churumbeles.
Siempre en su moto de aquí para allá, solucionando problemas porque era y sigue siendo, un manitas.
Hacedor de barbacoas, paellas y demás comidas y bebidas comunales que allí se preparaban.
Hoy al verlo, he visionado la película en super 8 de aquellos veranos y naturalmente la conversación ha girado en tornos a ellos.
Hoy al verlo, he visionado la película en super 8 de aquellos veranos y naturalmente la conversación ha girado en tornos a ellos.
Me ha dado mucha alegría constatar que siguen viviendo en un camping y desplazándose con casa y moto a cuestas. Lo único que ha variado es que existe un miembro más en la familia: una perrita.
Con toda la ilusión de la que es capaz me ha enseñado los mil detalles de los que ha dotado a su caravana y luego nos hemos sentado en el porche sin darle una tregua al silencio.
El tiempo se detuvo.
Hemos ido a comer fuera del camping y de mi casa, en terreno neutral y hemos seguido hablando, hablando, y hablando...
Cuando se han ido y me he quedado sola en casa he llegado a la conclusión de que sigo envidiando su libertad, esa que da el acostarte acunada por el reflejo de la luna y levantarte cuando los rayos de sol besan tu rostro.
Con toda la ilusión de la que es capaz me ha enseñado los mil detalles de los que ha dotado a su caravana y luego nos hemos sentado en el porche sin darle una tregua al silencio.
El tiempo se detuvo.
Hemos ido a comer fuera del camping y de mi casa, en terreno neutral y hemos seguido hablando, hablando, y hablando...
Cuando se han ido y me he quedado sola en casa he llegado a la conclusión de que sigo envidiando su libertad, esa que da el acostarte acunada por el reflejo de la luna y levantarte cuando los rayos de sol besan tu rostro.
Hay cosas que forman parte de nosotros, por mucho que creamos que nuestra vida ha llevado otro rumbo.
ResponderEliminarA mí esto del camping nunca me ha parecido una buena opción y eso que fui de los boy scout.
ResponderEliminarDurante muchos años era campista de verano, esto duró hasta que las niñas dijeron que "nones", aún recuerdo mi primera acampada en la Sierra de Cazorla con una tienda tipo del "indios americanos", no se como pudo seguir gustándome dormir en aquellas condiciones, luego fuimos prosperando hasta tener un remolque que terminé regalando a un compañero de trabajo. Gracias a esa libertad conozco todo el Mediterráneo y parte del interior, incluso en dos ocasiones nos salvamos por los pelos de ser arrasados por lluvias torrenciales en el levante. Sinceramente creo que los que hemos hecho camping somo se otra pasta.
ResponderEliminarAún me acuerdo de aquellas noches al raso, los ruidos de las cigarras, las noches estrelladas, las olas pero también recuerdo otros ruidos menos agradables: fiestas de los pueblos cercanos, alguna bombona de camping-gas que estalla, ronquidos del vecino de al lado o de los grititos de placer de la parejita que no paraba en toda la noche. Aquello ya pasó, los dolores de espalda de hoy harían imposible una sola noche, la edad, las comodidades mundanas, ahora nos hace ir de hotel, aunque siga gustándome mucho más aquella libertad de movimiento.
Un abrazo.
Que envidia me da.
ResponderEliminarNo se aburre.
Seguro.
Besos.
¡Ay, Tracy, qué bonita historia! ¡Qué reencuentro más bonito! Muy entrañable lo que nos cuentas, me ha encantado.
ResponderEliminarUn besazo muy fuerte. ¡Feliz domingo!
Gracias por esta crónica amiga...me he encantado leerla y yo también en cierta manera le envidio un poquito...
ResponderEliminarTe entiendo cielo.
Un beso.
¡Que buenos recuerdos!
ResponderEliminarEsos encuentros son muy saludables. Me encantan. Bueno, no siempre...pero con gente así, que todos hemos vivido y conocido, son fantásticos. Me alegro que te lo pasaras bien recordando aquellos buenos tiempos. En el fondo, no hemos cambiado.
ResponderEliminarQué lindos recuerdo te habrá traído Tracy!! a mí no me da envidia la verdad, soy más sedentaria y comodona, pero reconozco que debe ser una vida muy interesante.
ResponderEliminarBesos.
Bendita libertad , me alegro mucho que hayas disfrutado así del día.
ResponderEliminarAbrazos. saludos a Agapito.
besos.
Hola Tracy.
ResponderEliminarConforme van pasando los años, esas vivencias que nos relatas cobran otra dimensión. Se convierten en un alimento para el alma...Me ha encantado conocer a través de tus letras a Agapito y a su esposa. Sin duda, seres encantadores. Un escrito que rezuma ternura.
Un abrazo.
Lupe
Yo conozco a un apersona que me recuerda mucho a Agapito.
ResponderEliminarLe daré saludos desde mi corazón. besos.
Qué maravilla, qué buena crónica.
ResponderEliminarBesos.
Yo también disfruté de ese placer allá por los 70, salir a la ruta, parar a orillas de un lago,mirar las estrellas. Hoy casi no se puede por la inseguridad.
ResponderEliminarBesoss
Sí, yo también hice camping primero con tienda recorrimos el Mediterráneo, Portugal y parte de Francia después, con una volkswagen multivan llegamos hasta la antigua Yugoeslavia y después de doce años nos quedamos solos, nos hicimos mayores y recurrimos a las comodidades del hotel.
ResponderEliminarUn abrazo
verdad,qué maravilla.
ResponderEliminarY qué bien haber pasado veranos así...
Lo importante no es el camping, lo moto, creo yo, sino la libertad interior.
ResponderEliminarTuviste un día de recuerdos para seguir atesorando.
Besos, Tracy.
Encontrarse con personas que nos rozaron durante mucho tiempo y de cerca en otra época y decsubrir que la afinidad todavia permanece es de los lujos que no tienen precio.
ResponderEliminarSiempre es grato recordar momentos agradables vividos con los amigos. La conversación se anima cuando un contertulio, saca una secuencia olvidada por otros. La vida es bella.
ResponderEliminarSaludos.
Maravilloso encuentro... ¡Cuánto me alegro!
ResponderEliminar¡Y que lindo rememorar esos tiempos!
Besos
Momentos que hay que disfrutar cuando llegan.
ResponderEliminarMe alegro.
Besos
Ese espíritu aventurero
ResponderEliminarque a veces contagia a
los demás...me alegra que
conserveis aún esa amistad
y que disfruteis de mas encuentros
como {este....
Y parar y arrancar cuando uno quiere...
ResponderEliminarSiempre es agradable reencontrarse con viejos amigos.
ResponderEliminarAbrazo!
Todo tiene su momento y su elección.
ResponderEliminarEl seguro que también pensará hoy en lo feliz y lo bien que te lo pasas tú...
Besos, linda!!
Y yo...y yo también envidio su libertad,Tracy!
ResponderEliminarA ver si un día me animo!
Besos!
Me alegro de ese encuentro!
ResponderEliminarBssssss
Encuentros así y con esos recuerdos, no tienen precio...
ResponderEliminarUn abrazo, querida Tracy!
Que bonito reencuentro y que lindo que es recordar esos tiempos pasados pero felices.
ResponderEliminarBesos
No somos conscientes hasta que punto con nuestras acciones estamos construyendo los recuerdos del futuro.
ResponderEliminarBesos libres para todos y todas.