Este jueves Rhodea nos propone visitar un convento, queremos ver qué pasa por allí, si también vosotras queréis saberlo pinchad aquí.
Pido disculpas por llegar tarde y por haberme extendido más de la cuenta, pero esta historia se la debía a mi madre, de quién aprendí el valor de la amistad..
AMISTAD EN EL CONVENTO
(UNA HISTORIA REAL)
Desde pequeña estuve oyendo hablar de la mejor amiga de infancia que tenía mi madre y que entró en un convento de clausura cuando era casi una niña.
Leonor, así se llamaba, era una más de la familia, aún sin conocerla Cuando hablábamos de ella mis preguntas se sucedían ¿cómo era?, ¿por qué se había hecho monja? ¿por qué de clausura?, las respuestas no me satisfacían quizás porque mi madre tampoco entendía muy bien la determinación que tomó Leonor.
Un día trasteando en la caja de las fotografías, me encontré con una en la que se veía una chica bastante mona, con media melena, vestida de novia y arrodillada ante una tumba abierta y vacía.
Era Leonor antes de hacer los votos.
A partir de entonces pelo fuera, traje fuera y nombre fuera.
Fuera todo aquello que le recordara al mundo y sus pompas.
Pasó a llamarse Hermana Mª Pilar.
Mi madre y ella siguieron en contacto toda la vida por carta.
Leonor sólo le contestaba por Navidad, en su santo y en su cumpleaños, siempre que dentro de la carta le mandara un sobre franqueado y aún así la Hermana Mª Pilar escribía en sobres vueltos del revés, para aprovecharlos.
(¿Para qué usaría los que mandaba mi madre? Nunca lo supimos).
Unos meses antes de morir, mi madre me dijo que le gustaría ir a visitar a su amiga Leonor al Convento.
La llevamos.
Recuerdo el torno, la reja en una sala bastante oscura y un montón de bultos negros que acompañaban a la Hna. Mª Pilar
(¿pensarían que íbamos a hacerle apología del mundo y sus vanidades a los setenta y pico años?).
Leonor se acercó a la reja.
Fue un momento emocionante, contemplar una amistada intacta, sin contaminar, desde la preadolescencia, aún al recordarlo se me llenan los ojos de lágrimas.
Qué "hijas de... María" , no dejarla vivir ese momento con nosotros.
Leonor, así se llamaba, era una más de la familia, aún sin conocerla Cuando hablábamos de ella mis preguntas se sucedían ¿cómo era?, ¿por qué se había hecho monja? ¿por qué de clausura?, las respuestas no me satisfacían quizás porque mi madre tampoco entendía muy bien la determinación que tomó Leonor.
Un día trasteando en la caja de las fotografías, me encontré con una en la que se veía una chica bastante mona, con media melena, vestida de novia y arrodillada ante una tumba abierta y vacía.
Era Leonor antes de hacer los votos.
A partir de entonces pelo fuera, traje fuera y nombre fuera.
Fuera todo aquello que le recordara al mundo y sus pompas.
Pasó a llamarse Hermana Mª Pilar.
Mi madre y ella siguieron en contacto toda la vida por carta.
Leonor sólo le contestaba por Navidad, en su santo y en su cumpleaños, siempre que dentro de la carta le mandara un sobre franqueado y aún así la Hermana Mª Pilar escribía en sobres vueltos del revés, para aprovecharlos.
(¿Para qué usaría los que mandaba mi madre? Nunca lo supimos).
Unos meses antes de morir, mi madre me dijo que le gustaría ir a visitar a su amiga Leonor al Convento.
La llevamos.
Recuerdo el torno, la reja en una sala bastante oscura y un montón de bultos negros que acompañaban a la Hna. Mª Pilar
(¿pensarían que íbamos a hacerle apología del mundo y sus vanidades a los setenta y pico años?).
Leonor se acercó a la reja.
Fue un momento emocionante, contemplar una amistada intacta, sin contaminar, desde la preadolescencia, aún al recordarlo se me llenan los ojos de lágrimas.
Qué "hijas de... María" , no dejarla vivir ese momento con nosotros.
Tras un rato de charla sobre la familia, mi madre le dijo:
-Te voy a dar dinero para que te compren lo que necesites.
Ambas extendieron las manos a través de la doble reja, no sé si sus manos llegaron ni si quiera a rozarse.
Mi madre con su humor característico le dijo:
- ¿Tendremos que esperar a la otra vida para darnos un abrazo?
- Sí, en el Valle de Josafat, respondió ella.
Ese Valle lo tengo incrustado en la mente.
A los tres meses murió mi madre, Leonor lo hizo bastante tiempo después.
-Te voy a dar dinero para que te compren lo que necesites.
Ambas extendieron las manos a través de la doble reja, no sé si sus manos llegaron ni si quiera a rozarse.
Mi madre con su humor característico le dijo:
- ¿Tendremos que esperar a la otra vida para darnos un abrazo?
- Sí, en el Valle de Josafat, respondió ella.
Ese Valle lo tengo incrustado en la mente.
A los tres meses murió mi madre, Leonor lo hizo bastante tiempo después.
A estas alturas me gustaría creer que están paseándose por ese Valle cogidas del brazo y poniéndose al día de toda una vida.
No te quepa duda, que si no cupiera, podría ser que cupiere.
ResponderEliminarPues a estas horas de la noche aún no ha "cupido".
EliminarUn abrazo.
Dificil entender esta forma de vida, sobre todo esa falta de libertad. Dicen, cuando hablas con alguna que esto no es así, que son libres, que están en el mundo, pero la verdad que cuesta creerlo, pero si ellas-os lo dicen...
ResponderEliminarBonita historia Tracy.
Ya sabes aquello de que "sarna con gusto..."
EliminarBueno pues me he emocionado...
ResponderEliminarGracias por acompañarme en la emoción, Ester.
EliminarEl valle de Josafat...
ResponderEliminarClaro.
En fin...
Besos.
No sé donde estará ese valle, en fin... (digo yo también)
EliminarLas buenas amigas, las de verdad, no importa lo alejadas que estén o las pocas ocasiones que tengan para hablar o verse, hay un lazo que las mantiene siempre unidas.
ResponderEliminarMe ha gustado esa tocaya mía, era una uena amiga.
Besos
A mí me ha gustado mi madre, cada vez me gusta más.
EliminarBesos
Precioso. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarAbsolutamente emocionante, Tracy.
ResponderEliminarOjalá paseen cogidas del brazo al fin.
Besos.
Gracias Marinel.
EliminarLa historia es bella y triste a la vez, Tracy. No comprendo que dos amigas del alma, después de tanto tiempo sin verse, no puedan abrazarse. Pienso que jesús hubiera destruido la doble reja para que pudieran hacerlo.
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana
Yo tampoco lo comprendo.
EliminarUn beso
Se ha borrado el comentario que hice.
ResponderEliminarDecía que era una historia de amistad muy bonita, un poco estropeada por la actitud de unas arpías.
Besos y salud
No quiero pensar en eso porque me encabrono, mejor pienso en el valor de la amistad que eslo mejor de este mundo.
EliminarSalud y un abrazo.
Hola,,,por que esa dureza cuando ha veces nos dicen que la vida es libertad,no he entendido nunca esa forma de hacer iglesia y ayudar a los demas,muy bonito lo que cuentas y a la vez muy duro para ellas.UN ABRAZO
ResponderEliminarPienso que la iglesia está a años luz de lo que predicaba su creador.
EliminarQué belleza de lugar, cuánta historia por contar...
ResponderEliminarFeliz fin de semana, besos.
Sí porque la historia siguió.
Eliminarque gran historia....seguramente que se cumplieron los sueños de ellas dos y también el tuyo de juntarse.....Saludos amiga Tracy
ResponderEliminarBueno, ya me enteraré si aparezco algún día por ese valle.
EliminarUn abrazo.
Me ha dado muchísima pena cuando he leído que no pudieron siquiera abrazarse.
ResponderEliminarQué terrible impotencia...
Un beso!
Impotencia, coraje, incomprensión, pena, emoción... todo eso sentí a la vez.
EliminarUn abrazo.
Maravilloso, Tracy. Me parece maravilloso por ambas partes. Qué bonito, qué gracia de Dios tan maravillosa. Es una gracia inmensa tener con nosotros las vidas de la religiosas contemplativas, dedicadas a orar por todos y a rezar también por los que nunca rezan, por todos... y esa amistad entre dos personas...qué bonito...
ResponderEliminarMil gracias.
Un beso fuerte.
Gracias a ti por estar siempre ahí.
EliminarNo será en el valle de Josafat, será, si pudiera ser, en el valle perfumado de la amistad, que así sea ni que sea en nuestra ilusión. Creo que flota, perdura, esa fuerza, la amistad a pesar de cualquier elección a través de la vida y la memoria.
ResponderEliminarCon fuerza e intensidad tu realto, besito Tracy.
Como he dicho más arriba no sé donde está ese valle, ni si apareceré por allí para ver que ha sucedido,aunque sí que me gustaría ver a mi madre sea donde fuere.
EliminarUn beso Natalia.
Jo, qué historia tan real y al mismo tiempo tan emocionante. Me llega muy al fondo! He conocido historias parecidas, sin ser de clausura... y la verdad es que no llego a entenderlas muy bien.
ResponderEliminarBueno, existen!! Tuve un tío cura, muy humano y con cierta influencia, Decano en una Catedral, que en una visita a un convento de clausura, tuvo la osadía de sacarlos un día del convento, con el permiso de la superiora y me contó algunas impresiones que vivieron y le explicaron. Impresionante!
Me imagina que eso da para escribir más de un relato, pero como tú sólo piensas en pintar...
EliminarUn abrazo
Qué hermosa historia. La amistad pareciera ser que trasciende todo, hasta el mundo de los sueños e incluso la muerte. Quizá es un poco triste que no pudieran aprovecharse estando ambas en vida, pero finalmente fue una decisión ajena a tu madre.
ResponderEliminarTe envío un gran abrazo desde mi Siberia.
Me alegro verte por aquí y te agradezco que hayas venido desde Siberia a dejarme un comentario.
EliminarGracias y un beso, guapa.
¡Cuántas veces la realidad supera a la ficción! Y cuando se habla de amistad, más.
ResponderEliminarBss
Llevas toda la razón.
EliminarBesos.
Nunca entendí esa forma de desaprovechar la vida que tiene la clausura. Miedo al exterior?
ResponderEliminarUna historia bonita, emocionante, que deja pensar a cada uno según sus ideas.
Me gusta leerte. Bss.
Sí es emocionante leerla, te puedes imaginar como sería vista en primera fila, me emociono tan sólo al recordarla.
EliminarA mí también me gusta que me leas y leerte, pero te vendes muy caro, ¿desde cuando no has publicado?
Un abrazo.
Ya he escrito algo, una chorrada. Me cuesta, estoy en crisis.
EliminarGracias por leerme.
Voy p'allá.
EliminarSabes que me tienes intrigado? Mujer misteriosa, de donde eres? Madrid? Sevilla? Córdoba? un email?
EliminarTe han quedado lugares sin poner: Bcn, Fuenlli, Ceuta... Soy ciudadana del mundo. Un poquito de misterio tampoco viene mal.
EliminarHas dicho lo del mail cómo si me hubieras dicho ¿una copa? jajaja. para mí un Vermuth.
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EliminarQue historia mas bonita, no entiendo que puede llevar a alguien a encerrase toda la vida...
ResponderEliminar.
Besos
Raquel
.
Por lo visto una cosa que se llama Vocación.
EliminarBesos
Una historia hermosa Treisi, sinceramente ,
ResponderEliminarcreo que la vida en el convento en la actualidad
sea de la orden que sea incluso en los de Clausura
es muy diferente a la de antes, las nuevas y escasas
generaciones que se ordenan tienen una mentalidad
y concepto muy distint@s a las monjas de antes, al
margen de la fe y la vocación.. .!!nos estamos quedando
sin monjas. ..!!
Pues espero que la cosa haya cambiado porque si no... ¡claro que no entran monjas nuevas!
EliminarUna historia de amistad que superó los muros del convento. Muy emotiva, a mi modo de ver.
ResponderEliminarBss.
Sí que lo fue, sí que lo fue...
EliminarMe has emocionado hasta las lágrimas Tracy con este relato. Seguro que si,
ResponderEliminaryo si creo que están juntas, en la luz, en ese valle o en otro, pero juntas.
Un abrazo muy fuerte.
Gracias Myriam, otro abrazo muy fuerte para ti.
Eliminar¡Qué bonita entrada, Tracy!
ResponderEliminarUna historia de película...
Besos y feliz finde
Gracias.
EliminarSí de película por entregas, porque la historia continuó, pero ya no estaba mi madre, ¡qué pena!.
Una historia de una muy bonita amistad.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan Carlos.
EliminarEs una historia triste pero emocionante!
ResponderEliminarbesos
A partes iguales, Rosana.
EliminarYo creo que la gente arremete contra el Convento por ignorancia o para sentirse por encima. ¿A cuántas amigas de la infancia lejanas les escriben siempre?¿Quién tenía más amigas que hubiesen dado su vida por ella?¿A cuántas besa una mujer odiándolas?¿Qué mujer ha llorado más?...
ResponderEliminarEstoy seguro que tu madre fue una gran mujer, simplemente por no olvidarse nunca de ella y hacérselo saber. La mía (atea) escribía siempre a su tía abuela de clausura (hasta que murió) y eso que apenas la conoció. Nunca le dijo (ni insinuó) que se había equivocado de elección (vocación). ¡Tendrías que leer sus cartas!... es un decir.
Pues me gustaría mucho leerlas primero porque me gusta el género epistolary segundo porque pondrían cosas interesantísimas.
EliminarUn abrazo
Sonrío.
ResponderEliminarBss
Besos.
EliminarHay cosas hermosas, como una gran amistad, a las que debería ser pecado (y delito) ponerles rejas.
ResponderEliminarBesos!
Pues sí porque la amistad es lo más bonito que existe y no hace daño a nadie.
ResponderEliminarNi los muros pueden con ciertas cosas. Y menos mal.
ResponderEliminarUn beso
de cualquier forma hay que derribar esos muros.
EliminarEs un texto bello, una historia que apetece escribir y que gusta leer, pero que deja un sabor amargo y muchas preguntas en el aire. ¿Merece la pena tanta renuncia? ¿Y... a cambio de qué?
ResponderEliminarBesos
Muchas preguntas y eso que no sabes la segunda parte.
EliminarUn relato precioso por la amistad que había y que se conservó durante tantos años.
ResponderEliminarUn beso
es un canto a la amistad.
EliminarPásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar
ResponderEliminarGracias por tu premio es precioso.
EliminarAparte de ser un relato hermoso, siempre tiene algo mágico que sea de la vida real.
ResponderEliminarTracy un gran abrazo para tí, Mis respetos sinceros a tu Madre.
Es verdad el ser real le añade un sabor especial.
ResponderEliminarCreo en ese tipo de amistades muchísimo. Tal vez porque esté lejos, y mis amigos de infancia siguen fieles y perennes pese al paso del tiempo. Sé que contar con gente fiel, es lo único que me queda. No soy ni de conventos ni de gente que vende lo que no es, y luego se queja...
ResponderEliminarDejé por suerte atrás a todos los que no sabían que la fidelidad, ni se compra ni se vende.
Hiciste bien, Zarza.
EliminarQue historia verdadera tan hermosa Tracy, y la relatas con tanta sensibilidad que me pareció estar allí con vosotras en el torno.
ResponderEliminarSiento la pérdida de tu madre, pero piensa que seguro que ambas se estarán contando sus cosas allí en dónde estén. Buen relato
Tracy, tienes un premio en mi blog, pásate a recogerlo para ponerlo en el tuyo. Es por participar en mi primera convocatoria. Gracias por compartir conmigo mi primera propuesta. Besos
Gracias por el premio buscaré tiempo para colgarlo.
EliminarQué bello relato de una historia que está teñida de tristeza pero sobre todo le canta a la amistad.
ResponderEliminarPrecioso y conmovedor relato. Que sea real, es todavía un plus que se agradece. besos
Celebro que te haya gustado.
EliminarLa amistad verdadera crea unos vínculos tan fuertes que ni el tiempo ni la distancia son capaces de destruir. No entiendo las razones que pueden llevar a una persona a aislarse de por vida.
ResponderEliminarUna hermosa historia, Tracy.
Un fuerte abrazo.
Hay gente pa tó.
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