Esta semana vamos de la mano de Mª José, que nos ha propuesto escribir sobre las supersticiones.
Si queréis ver como las han planteado cada uno de los Jueveros pinchad aquí
LAS SUPERSTICIONES
Desde pequeña fue muy rebelde y conforme iba cumpliendo años..., más. Su frase favorita era "decidme de qué se trata, para que me pueda oponer"
En casa, en clase, con los amigos, siempre estaba en perfecto desacuerdo con lo que se decía
Decidió incluso, plantar cara a las supersticiones de su madre porque eran el credo familiar que se habían transmitido generación tras generación en una tierra en las que parecían tener carta de naturaleza.
Escogió un día señalado, el de su boda:
Se levantó con el pie izquierdo, derramó la sal y el aceite al tomar las tostadas del desayuno, rompió el espejo en el que la vistieron de novia, se negó a llevar algo rosa, algo prestado y algo viejo; pasó por debajo de una escalera echándole un órdago a la suerte a la que ya había desafiado al programar la boda en martes y trece, en fin...
La boda se celebró con todo su esplendor.
Los novios felices salieron del templo, aguantaron estoicamente la lluvia de arroz, pero al bajar los escalones de la Iglesia se les cruzaron entre los pies, un perro que iba persiguiendo a un gato negro, se dieron de bruces en el suelo, cayendo con tan mala fortuna , que murieron en el acto.
Mientras la madre de la novia, sin saber el alcance que había tenido la caída, culpabilizaba a su hija de haber tomado a chanza las supersticiones, programándolas a su antojo, pero había olvidado que para que sean tales, deben ser fortuitas:
¡¡¡Dichoso gato!!!
Si queréis ver como las han planteado cada uno de los Jueveros pinchad aquí
LAS SUPERSTICIONES
Desde pequeña fue muy rebelde y conforme iba cumpliendo años..., más. Su frase favorita era "decidme de qué se trata, para que me pueda oponer"
En casa, en clase, con los amigos, siempre estaba en perfecto desacuerdo con lo que se decía
Decidió incluso, plantar cara a las supersticiones de su madre porque eran el credo familiar que se habían transmitido generación tras generación en una tierra en las que parecían tener carta de naturaleza.
Escogió un día señalado, el de su boda:
Se levantó con el pie izquierdo, derramó la sal y el aceite al tomar las tostadas del desayuno, rompió el espejo en el que la vistieron de novia, se negó a llevar algo rosa, algo prestado y algo viejo; pasó por debajo de una escalera echándole un órdago a la suerte a la que ya había desafiado al programar la boda en martes y trece, en fin...
La boda se celebró con todo su esplendor.
Los novios felices salieron del templo, aguantaron estoicamente la lluvia de arroz, pero al bajar los escalones de la Iglesia se les cruzaron entre los pies, un perro que iba persiguiendo a un gato negro, se dieron de bruces en el suelo, cayendo con tan mala fortuna , que murieron en el acto.
Mientras la madre de la novia, sin saber el alcance que había tenido la caída, culpabilizaba a su hija de haber tomado a chanza las supersticiones, programándolas a su antojo, pero había olvidado que para que sean tales, deben ser fortuitas:
¡¡¡Dichoso gato!!!
Que boda tan guay...
ResponderEliminarDe las que no se olvidan.
Besos.
Bueno... las bodas generalmente no se olvidan, ni las buenas ni las malas, jejejeje
EliminarLes daría tiempo al último beso?
ResponderEliminar:O
Besos sin gato
Sí al de antes de caerse.
EliminarNo se que decir, no creo en las supersticiones.
ResponderEliminarSaludos
Tú siempre tan racional y con los pies tan pegaditos al suelo...
EliminarDichoso gato y vaya final para una boda. ¿Que pasó con el banquete? Un abrazo sin supersticiones
ResponderEliminarMe imagino que el banquete no se celebraría, cuando vea a la madre se lo pregunto y te lo digo.
EliminarMe ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarMe alegro, Marcos.
EliminarQué faena¡ ni siquiera cortaron la tarta nupcial...
ResponderEliminarBss
Respecto a Monago, es un sinverguenza,tan gordo como un alcornoque.
Ni la tarta, ni ná de ná.
EliminarEn cierta ocasión, y sabiendo lo supersticiosa que era cierta mujer que regentaba un restaurante, me senté en la mesa a comer de cara a la pared y por ello de espaldas a ella que se movía por todo el local... No pasaron cinco minutos cuando me pidió que si no me importaba cambiarme de sitio. Cosa a la que accedí de inmediato...
ResponderEliminarRespetables todas ellas para quien así las vive.
Y gracias por tus felicitaciones amiga.
Un abrazo.
¿Es una superstición lo de comer de cara a la pared?, no lo sabía.
EliminarSer ser seguro que no! Pero esta mujer parecía estar cargada de ellas... Hasta el punto de hacer moverse de sitio a un cliente..., algo "pícaro" desde luego pues ya sabía que le iba a inquietar...
EliminarNo soy supersticioso. Estoy convencido de que las cosas ocurren por que sí. Ese perro y ese gato, hubiesen armado la misma marimorena, aunque todo se hubiese hecho según los "cánones".
ResponderEliminarPor cierto: las familias, ¿devolvieron los regalos?.
Un abrazo.
Me hacéis unas preguntas..... que si hubo banquete, que si les dio tiempo a besarse... y ahora tú
Eliminarque si devolvieron los regalos.... Voy a hacer una segunda parte para resolveros estas dudas, jejejejeje
Yo siempre he dicho que ser supersticioso trae mala suerte.
ResponderEliminarMuy bueno lo tuyo.
EliminarCreo que las supersticiones han decaído bastante, en muchas pequeñas poblaciones, sobre todo entre los mayores son mas notorias.
ResponderEliminarSaludos.
Hombre los tiempos van cambiando, pero no creas el que es supersticioso, lo es.
EliminarYo no creo en las brujas pero que las hay las hay!
ResponderEliminarPues eso, por si acaso....
EliminarQue mala eres, los has matado con tu historia...jajaja
ResponderEliminarBesos y salud
Y da gracias a que no han muerto más.... jejejejeje
EliminarEl trece es una impronta en mi vida.....................no soy supersticiosa..........
ResponderEliminarA ti te trae buena suerte ¿no?
EliminarY es que no se puede jujar con la suerte, como dijo la madre: ¡dichosogato negro!.
ResponderEliminarMe gustó mucho el enfoque de tu relato.
Un abrazo
Celebro que te gustara. Un abrazo.
EliminarVaya historia... yo no suelo ser muy supersticiosa.. mi madre en cambio lo es bastante, está llena de cábalas...
ResponderEliminarbesito
"no suelo ser muy supersticiosa", luego es que algo lo eres ¿no?
EliminarVoy a tocar madera ahora mismo, Tracy.
ResponderEliminarSalu2 madereros.
Yo también.
EliminarYo tampoco soy supersticioso, lo que si que soy muy maniático. Lo que le pasó a los novios es que los miró un tuerto.
ResponderEliminarBesos.
Lo de ser maniático lleva base de superstición, no creas.
Eliminarjajaja muy buena y original historia, me encantó!
ResponderEliminar=)
me alegro que te encantara.
EliminarPues no se qué decirte, no sé si creer o no, Besos.
ResponderEliminarEso es que crees, si no, no dudarías, así es que toca madera.
EliminarTus relatos; (cuando nos los regalas), me atrapan, Tracy. Por cierto, para mi libro de Herejías idiomáticas: ¿Jueveando o Jueveseando?
ResponderEliminarPues no lo sé. Cuando aparecí por esto de los "Jueves un relato", escribían "Jueveando" y yo seguí escribiéndolo así, de todas formas parece más correcto lo de Jueveseando, por la S.
Eliminarla verdad es que a estas horas no tango ganas de indagar.
Un beso
Otro para ti.
EliminarNo creo en absoluto en las supersticiones, salvo en pasar bajo una escalera, pero por precaución, que no superstición.
ResponderEliminarBesos.
Eso está bien, así no tienes que ir pendiente por la vida de si ves un gato negro o se te derrama la sal. Ya decía yo que estabas muy centrado en tu poesía, sin distracción de ningún tipo.
EliminarBesos
No soy supersticiosa pero hay cosas que prefiero que no ocurran por si las moscas ;)
ResponderEliminarPues creo que por si las moscas, sí eres un poquito supersticiosa.
EliminarNací un 13, con lo cual...
ResponderEliminarY fíjate que a este par no le fue tan mal, si se ahorraron hasta el divorcio...
Bss, linda.
Sí, se ahorraron males mayores.
EliminarNo creo en ellas, pero sé que para algunas personas son una verdadera esclavitud.
ResponderEliminarAbrazo!
Has dado con la palabra exacta "esclavitud"es lo que padecen los que son supersticiosos.
Eliminar¡que terrible desenlace Tracy! casi como para hacerse superticioso!! Je Je!! Muy buen relato.....
ResponderEliminarMuy bueno...el final, delirante...superstición, superchería, casualidad...todo está en tus magníficas letras...
ResponderEliminarBesos
Nuestro planteamiento tiene muchas coincidencias. Ese desprecio de las supersticiones y ese final trágico, víctima de las suoersticiones, aunque todo fuera casual. ¿O no?
ResponderEliminarBesos.
Impecable... Un texto muy entretenido a pesar de los desacuerdos. Gusta y gusta con gato negro incluido.
ResponderEliminarBesos
Las casualidades marcan las hitorias que luego se cuentan como si fueran fruto de la superstición o no. Me gustó mucho tu relato. Gracias por acompañarme. Un beso
ResponderEliminarBuen texto Tracy y buen final dejando que cada cual cierre a su antojo ese hecho casual o no.
ResponderEliminarBesos.
No soy nada crédulo en lo que respecta a las supersticiones, pero dicho esto, me pregunto si realmente el accidentado final del enlace fué fruto de la casualidad. Un supersticioso, seguro que se lo achaca a la presencia del gato negro. ¿Porqué estaré pensando en este momento que tal vez no le falte razón?.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.