preparad los pañuelos y dirigiros al blog de Alfredo nuestro "jefe" en este jueves, porque nos ha propuesto que os hagamos llorar con una historia tierna, entrañable y emotiva
(Gracias Alfredo por este dibujo personalizado).
(este relato es verídico)
Como todos los años, antes de las siete de la mañana, ya estaba vestida de Rey Gaspar, el preferido de Hugo.
Esta vez no me faltaba un detalle: los abalorios, los anillos, las babuchas... En otras ocasiones, con las prisas por si los niños se despertaban, tenía que salir casi sin terminar de ponerme todos los adminículos reales. Pero esta vez, me tomé mi tiempo y salí antes de que se levantaran.
¡Eso creía yo!
Habíamos quedado en que entraría a despertar a Hugo para que, como se va haciendo mayor, estuviera medio dormido-medio despierto y no llegara a reconocerme, luego los acompañaría a ver los regalos y mientras se embelesaban con ellos, yo desaparecería.
Pero... cual sería mi sorpresa que el chiquitillo con los nervios, a media noche se mudó a la habitación de sus padres y cuando fui a decirles que iba a empezar el show, me lo encontré con los ojos abiertos y al verme gritó saltando en la cama:
- ¡¡¡Gaspar, Gaspar, el Rey Gaspar!!!
¡Menos mal que el rey Gaspar iba "muy terminaíto"
A los gritos de Pol, Hugo salió de su habitación y vino corriendo hacia mí y me dio el abrazo más maravilloso, más largo y más amoroso que nunca nadie me dio.
Se mezclaron sus sentimientos de inocencia, ilusión, alegría de volver a ver a su Rey y emoción... con los míos al ser consciente de que posiblemente estaba asistiendo al que podía ser el último año que Hugo viviera con tanta magia ese momento.
Nos fundimos en un abrazo tal, que corrieron las lágrimas por mis mejillas.
La emoción traspasó nuestros cuerpos porque los que estaban contemplando la escena hicieron un silencio tan profundo, que hasta Pol callaba y miraba
Hugo me abrazaba sin soltarme, una y otra vez, mientras la magia hizo ante los ojos de todos y por obra y gracia de un chiquillo de seis años que desapareciera la abuela y quedara un Gaspar que gracias a su poblado pelo y a su abundante barba, pudo disimular las lágrimas de alegría que sintió en esos momentos que le hicieron tocar el cielo con las manos.
Nos fundimos en un abrazo tal, que corrieron las lágrimas por mis mejillas.
La emoción traspasó nuestros cuerpos porque los que estaban contemplando la escena hicieron un silencio tan profundo, que hasta Pol callaba y miraba
Hugo me abrazaba sin soltarme, una y otra vez, mientras la magia hizo ante los ojos de todos y por obra y gracia de un chiquillo de seis años que desapareciera la abuela y quedara un Gaspar que gracias a su poblado pelo y a su abundante barba, pudo disimular las lágrimas de alegría que sintió en esos momentos que le hicieron tocar el cielo con las manos.
Aysssss
ResponderEliminarLa abuela Maga...
: )
Un besazo
El ser abuela, de por sí, es mágico.
EliminarCuando lo seas te acordarás de mí.
....que afortunados sois todos...............esos abrazos mágicos..... tienen la capacidad de sanar.........de inflar el alma y que sonría el corazón......
ResponderEliminarMaravilloso momento para grabar en el recuerdo y como la moviola.....pasarlo una y otra vez...
Realmente fue un momento mágico, no lo olvidaré nunca.
EliminarJajajjaa, suerte que iba muy "terminado" jajajaja
ResponderEliminarBesos.
Si no se hubiera roto la magia.
EliminarPreciosa, entrañable, tierna, dulce... Uff. Una extraordinaria historia. Saltibrincos
ResponderEliminarCuatro calificativos muy potentes: GRACIAS
EliminarNo hay cosa más bonita que la inocencia de los niños. En mi casa cuando se acercaba el momento en que las dudas iban más allá de la magia, "Los Reyes Magos" nos enviaban una carta que hacía desaparecer todas las dudas y creer ciegamente en la imaginación y la fantasía, aunque ellos ya no serían los protagonistas....
ResponderEliminar.A.algún día la publicaré.
Entrañable experiencia la tuya.
Saludos
Marinela
Pues te ruego que me digas que ponía esa carta, pues yo estoy al borde de que llegue ese momento con mi nieto el mayor. Te lo digo de verdad.
EliminarEspero que me lo cuentes.
La buscaré y te la haré llegar...
Eliminar¡Que tierno! :-)
ResponderEliminarLo es, lo es.
EliminarPrecioso y emocionante, grande la emoción de un niño!
ResponderEliminarUn abrazo!
La emoción la había por ambas partes, te lo aseguro.
EliminarMaravilloso. Besos¡¡
ResponderEliminarFue una maravillosa maravilla.
EliminarMientras sean cosas de estas bueno va.
ResponderEliminarBesos
¿¿¿¿ ?????
EliminarHola Tracy, una historia precisa. ¡¡Qué bonito que los niños tengas esa inocencia!!
ResponderEliminarBueno al leerlo también se me han caído algunas lagrimillas :-) Soy muy ñoña y más cuando se trata de las felicidad de los niños/as.
Deseo que el próximo año sigan tus nietos con la misma inocencia.
Saludos
Ese deseo tuyo es difícil que se cumpla porque la vida para bien o para mal sigue su curso, pero ojalá no pierdan nunca la inocencia de las buenas personas.
EliminarQué bien que disfrutaran tanto el Día de Reyes.
ResponderEliminarSí, disfruté muchísimo.
EliminarLindo y tierno relato. Felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos Tracy.
Gracias, guapa.
EliminarPrecioso. La ilusión es lo más bonito del mundo, y en un niño más.
ResponderEliminarUn abrazo
Llevas razón , además la ilusión de los niños invade a los adultos haciéndolos como niños.
EliminarMe has hecho llorar, Tracy ... me acuerdo de los míos y de esas historias. Gracias.
ResponderEliminarLo siento, pero si ha sido de alegría, me alegro.
EliminarLagrimas dulces corrieron por tu mejilla
ResponderEliminarCariños
Y no una ni dos...
EliminarIrrepetible momento. Ningún rey del mundo, podrá sentir tanta felicidad, como es rey Mago, sorbiendo sus lágrimas mezcladas con sabor a peluca y barbas impostadas.
ResponderEliminarMe imagino la escena y tengo que forzarme para evitar una lágrima.
Precioso relato de una mañana que ya no podrá repetirse.
Un abrazo.
Un momento de los más mágicos a lo largo de toda mi historia personal
EliminarSí es tierno, sí.
ResponderEliminarSalu2, Tracy.
Tierno, amoroso, feliz.... y muchos calificativos más...
EliminarMuy tierno y muy cercano.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Compi...
EliminarPero que tierno y bonito!
ResponderEliminarSaludos
Para mí, desde luego sí.
EliminarJo, que bonito Tracy, A mi desde luego que me has hecho llorar de pura ternura.
ResponderEliminarYo cada vez que lo recuerdo, me emociono.
EliminarEres tu la de la foto???
ResponderEliminarQué calor!!! :D
En serio, entrañable y tierno relato.
Soy yo la de la foto, bueno... el Rey Gaspar.
EliminarMaga...eso es lo que tú eres...
ResponderEliminarPeaso abuelaaa!!!
Disfruto mucho eso de ser abuela.
EliminarEs precioso emocionarse y que las lágrimas sean, como en este caso de mucha felicidad... Adoro la inocencia de los niños, son preciosos.
ResponderEliminarMuchos besos
Los niños son tan increíbles que llenan de magia todo.
EliminarCuantos recuerdos me trae tu historia y qué amarga fue mi decepción.
ResponderEliminarMe encantó!
Besos
Ese miedo lo tengo yo pensando en el día que Hugo se entere de este engaño con buena intención, espero que lo perdone.
EliminarBesos.
Lo que pasa es que no abrazaba a la abuela, abrazaba al rey, eso creía el, pero es bonito de todas formas :)
ResponderEliminarBesos y salud
Naturalmente, pero es que en ese momento, yo tampoco era la abuela, era el Rey Gaspar.
EliminarMe gusta muchísimo, qué bonitoooooooooooooo.............
ResponderEliminarLo guardo ¿vale?
Un besazo fuerte.
Si alguna vez necesito algo de lo que he hecho, ya sé a quien se lo tengo que pedir, jejejejejeje
EliminarUn besazo.
Qué bonito Tracy. Trasmites mucha emoción en este relato
ResponderEliminarEsta vez te mando besos también para Hugo y para Pol.
Y yo te los agradezco y te aseguro que se los daré cuando los vea.
EliminarUn abrazo
Que dedicación para alimentar las emociones.
ResponderEliminartoda la dedicación es poca por y para los niños, igual que a mí me la tuvieron, es una tradición y como tal ellos también la mantendrán.
EliminarUnos momentos, que no olvidarás ni tu, ni tus nietos...Y cuando sean mayores lo tendrán en su corazón guardado con mucho cariño, Tracy. Mi abrazo, amiga.
ResponderEliminarM.Jesús
¿Tú crees que se acordarán cuando sean mayores?, a mí estoy segura que no se me olvidarán.
EliminarBesos
Alguien dijo que la felicidad se encuentra muchas veces, no en lo que recibes sino en lo que das. Tu das tanto amor que no puedes menos que ser feliz...
ResponderEliminarHay que repartir lo que se tiene, y yo tengo mucho amor, eso es verdad y si llega a vosotros, mejor que mejor.
EliminarPues tuvo que ser un momento muy muy emocionante para el rey Gaspar...sí!
ResponderEliminarPues si que me has emocionado! Además he vivido los momentos con ilusión, no hay nada como hacer feliz a un niño. Abrazos para los tres.
ResponderEliminarRealmene cuando un niño te abraza y te besa con tanto ahinco, es un momento, tan especial, que quieras o nó te emociona y no te queda otra salida que las lágrimas. Estas son ocasiones que ha y que disifrutar plenamente.
ResponderEliminarUn saludo
Emocionante y aunque pueda parecer lo contrario desinterado abrazo. El sentimiento agradecido de un niño es merecedor de más de una lágrima.
ResponderEliminarBesos y gracias por participar.
Ah... el dibujito es de Casss
Qué emoción, una emoción de ida y vuelta! Esos momentos incomparables, inesperados y únicos que la vida nos regala. Qué bueno que trajiste al jueves esta historia tan entrañable y verdadera! Ha sido un gusto compartido, de alguna manera, re vivenciarla contigo!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Nunca me vestí de Rey Mago Tracy, pero siempre alimenté en mis hijos la idea de su existencia. Imagino el emocionante momento de ese abrazo desde la inocencia de tu nieto y comprendo que tus ojos se humedecieran de felicidad. ¡Cuesta tan poco alimentar sus sueños!.
ResponderEliminarUna preciosa historia.
Un fuerte abrazo.
Sí, aún y pese a todo, esa inocencia de los niños, es la que nos hace llorar de felicidad.
ResponderEliminarBesazos, peazo abuelaza!!!
Sí, así ha sido de emocionante y lacrimógeno para mi también,
ResponderEliminarMe seco la cara y te dejo un beso.