Charo, a quien tanto le gustan los temas de terror, ha pensado en que hablemos de nuestros miedos infantiles reales o inventados, así que podéis visitar su blog, si queréis leerlos.
De pequeña no fuí muy miedosa pero si pongo en marcha la moviola siempre recuerdo que en casa de mi abuela había un pasillo enorme desde la cocina al comedor y por la noche aquello parecía un túnel sin final por el que me tocaba transitar a mí cada vez que a la hora de la cena se había olvidado traer algo a la mesa, el salero, el pan, una servilleta...
Me mandaban a mí por aquello de ser la más pequeña y porque querrían que me sintiera parte importante en la familia, pienso yo.
Cuando me hice mayor pensé que quizás me mandaban a mí por evitarse ellos el paseo por ese corredor de la muerte que en invierno parecía siberiano por el frío que te abofeteaba la cara.
Cuando tenía alguna misiva que cumplir en "el más allá" empezaba a andar despacio, me parecía que si corría todos los espectros, que había a un lado y otro del pasillo, se abalanzarían sobre mí.
¡Dios, qué lejos estaba la cocina!
Al llegar hacia la mitad, había una enorme cristalera desde el suelo hasta el techo que proyectaba todo tipo de luces y sombras de un patio acristalado. Allí comenzaba la etapa más difícil del camino, en la que sin echar a correr, no me atrevía, apretaba el paso y empezaba a cantar estentóreamente "el patio de mi casa es particular" así, la tenue luz de la cocina se veía cada vez más cerca. Cuando por fin llegaba, el corazón se me salía por la boca.
Me hacía con el encargo solicitado y emprendía el camino de vuelta, que ya no os lo relato porque tengo el corazón a punto de estallar en el pecho y... quiero tener la noche en paz.
No os digo más que cuando nació mi hermano, unos años menor que yo, estaba loca de contenta no por tener un hermanito, sino por tener un relevo que rescatara las cosas que se olvidaban traer al comedor a la hora de la cena en la casa de mi abuela.
De pequeña no fuí muy miedosa pero si pongo en marcha la moviola siempre recuerdo que en casa de mi abuela había un pasillo enorme desde la cocina al comedor y por la noche aquello parecía un túnel sin final por el que me tocaba transitar a mí cada vez que a la hora de la cena se había olvidado traer algo a la mesa, el salero, el pan, una servilleta...
Me mandaban a mí por aquello de ser la más pequeña y porque querrían que me sintiera parte importante en la familia, pienso yo.
Cuando me hice mayor pensé que quizás me mandaban a mí por evitarse ellos el paseo por ese corredor de la muerte que en invierno parecía siberiano por el frío que te abofeteaba la cara.
Cuando tenía alguna misiva que cumplir en "el más allá" empezaba a andar despacio, me parecía que si corría todos los espectros, que había a un lado y otro del pasillo, se abalanzarían sobre mí.
¡Dios, qué lejos estaba la cocina!
Al llegar hacia la mitad, había una enorme cristalera desde el suelo hasta el techo que proyectaba todo tipo de luces y sombras de un patio acristalado. Allí comenzaba la etapa más difícil del camino, en la que sin echar a correr, no me atrevía, apretaba el paso y empezaba a cantar estentóreamente "el patio de mi casa es particular" así, la tenue luz de la cocina se veía cada vez más cerca. Cuando por fin llegaba, el corazón se me salía por la boca.
Me hacía con el encargo solicitado y emprendía el camino de vuelta, que ya no os lo relato porque tengo el corazón a punto de estallar en el pecho y... quiero tener la noche en paz.
No os digo más que cuando nació mi hermano, unos años menor que yo, estaba loca de contenta no por tener un hermanito, sino por tener un relevo que rescatara las cosas que se olvidaban traer al comedor a la hora de la cena en la casa de mi abuela.
Esta noche vendrán todos tus fantasmas infantiles a verte.
ResponderEliminarY no traen té precisamente....
Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Jajjaja
Besos.
Pienso en aquel pasillo y no me da ningún miedo, es que además era muy bonito, sobretodo de día.
EliminarMe ha gustado la historia, espero que ya quieras a tu hermano por mas motivos. Un abrazo
ResponderEliminarJajajajaja
EliminarJoer con el pasillito!!!
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, y de mayor,, como le he dicho a Toro, lo he considerado muy bonito y alegre, no sé que se me infundiría.
Eliminar¡Hay pasillos que atormentan!
ResponderEliminarBesos
André
También en la edad adulta...
EliminarUyyy... ¡qué yuyo!
ResponderEliminarBesos
Era terrible atravesarlo.
Eliminar¡El pasillo del terror! jajaja
ResponderEliminarBesos y salud
Para mí era justamente eso.
EliminarPero, tú hermano no fue tu relevo.
ResponderEliminarBesos
Ya ni me acuerdo, me imagino que antes relevé yo al miedo.
EliminarMe ha recordado la casa de mis abuelos… También tenía un pasillo interminable, aunque este no daba miedo… Lo solíamos corretear jugando, los cuatro primos que allí nos reuníamos los domingos…
ResponderEliminarY bueno, tal y como nos cuentas lo de ese pasillo del terror, como que se ponen los pelos de punta!! Jejeje… Menos mal que vino el relevo ;-)
Mil Bsoss, Tracy!!
¿De noche tampoco os daba miedo transitarlo?
Eliminar¿Los niños de hoy tienen miedo? mmmmmm...creo que mucho menos.
ResponderEliminarBesos Tracy
Afortunadamente no, yo lo veo en mis nietos.
EliminarMe recordaste el pasillo de una de mis abuelas, que daba a muchas habitaciones, jugábamos a espías, lo pasábamos muy bien ...
ResponderEliminarMe hizo gracia la canción del patio de mi casa, también la cantaba.
Tu miedo ha dado pie a un buen relato.
Un beso fuerte, Tracy.
El relato ha servido para exorcizarlo.
EliminarBesos
Pasillos largos, luces mortecinas o apagones, solucionados con candiles, palmatorias y otros cachivaches ahora desconocidos, como el carburo.
ResponderEliminar¿Como no iban a tener miedo los niños de entonces?
Ahora los niños llevan la linterna incorporada al cuerpo de todos ellos gracias a esa nueva articulación llamada móvil.
Besos.
Es verdad. Pero aún sin móvil, los niños de hoy no tienen miedo, por suerte, porque se pasa muy mal.
EliminarParece que muchos de nosotros hemos relacionado el miedo con las abuelas y las sombras de aquellas casas con luces tan escasas. Normal que el pasillo oscuro y frío se te hiciera interminable, seguro que veías brazos salir de las paredes.
ResponderEliminarYa pasó y seguro que hoy estarías encantada de volver a recorrerlo.
Un beso.
Mira , eso sería digno de estudio, jejjejeje
EliminarQué bueno, Tracy, el relato te ha quedado de película. Vaya con los encarguitos que te hacían, pero yo creo que de pequeños todo lo hacemos grande. Yo recuerdo el patio de mi abuela enoooorme, y cuando veo fotos no deja de ser muy pequeño.
ResponderEliminarHas contado con mucha gracia tu miedo.Un beso
Es verdad. Lo noté en el parque del pueblo de mi abuela que yo lo veía casi como un bosque y de mayor... era más bien pequeño ¡que cosas...!
Eliminar:) Te imagino caminando por ese corredor.
ResponderEliminarUn beso, muy buen relato.
¡Qué va! no te lo puedes ni imaginar...
EliminarCuantos cuentos nos habrán contado para impedirnos dormir...
ResponderEliminarMe encantó.
Besos, linda.
Besos prima.
EliminarQue mal ayuyu recordar esos miedos...jejeje ...todo hemos tenido miedito, a mi me hacia feo el patio de mi casa, peor cuando me contaron que alli fallecio un albanil de contruccion...peor le cogi mas miedo...hoy ese patio es inofensivo esta lleno de macetas con flores y el arenero del gato
ResponderEliminarSaludos y pasa bonito fin de semana
Eso pasa siempre, hora considero que el corredor de mi abuela era precioso.
Eliminar¡Qué tendrán los pasillos largos que siempre parece que van a salir espectros de las paredes...además en las casas de antes siempre había pasillos largos...ahora con eso de que las casas parecen más cubos de tetris que pisos casi es imposible tener miedo porque todo está a la mano...habrá que inventar nuevos miedos...
ResponderEliminarBesos
Los niños de ahora no necesitan los miedos.
EliminarEsto de los pasillos largos es un habitual, yo en mi casa también lo tenía, y que largo nos parecía, ¿No? Yo, después de mayor no me parecía tan largo, ni pasaba tanto miedo.
ResponderEliminarUn abrazo
Suele pasar.
Eliminarjaja impecable relato que logró ponernos también los pelos de punta!
ResponderEliminar=D
pues eso que no tenías que ir por el salero , jejejejeje
EliminarY bueno: me he quedado con las ganas de saber,si se hizo efectivo el relevo de tan ingrato trabajo. Saludos.
ResponderEliminarPues i yo me acuerdo.
EliminarBuen remate del relato. Tiene sus ventajas no ser el menor.
ResponderEliminarMe gustó. Hay algo en los pasillos que hace que sirvan como ambiente para relatos inquietantes.
Un abrazo.
Me alegré de que te gustara el humilde relato de mi miedo infantil..
Eliminarun abrazo
Genial relato! Me tuvo al borde todo el tiempo, es que me siento identificada con un corredor que había en mi casa de pequeña y que siempre me espantaba cruzar. Un beso.
ResponderEliminarES CURIOSO que haya tantos pasillos de protagonistas en los terrores infantiles. no lo sabía.
EliminarQué angustia Tracy! Me he imaginado perfectamente el pasillo y a la niña miedosa que iba por él en parte porque lo has descrito muy bien y en parte porque yo también sufría esa agonía en casa de mi abuela...aunque su pasillo no parece que fuera tan largo como el tuyo.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar.
Un beso
Los escenarios varían cuando se van cumpliendo años...
EliminarLas distancias y las medidas de las cosas cuando somos pequeñas se agrandan, y seguro que el pasillo no era tan grande, pero comparado con tu tamaño, si que lo era. Luego cuando nos hacemos mayores, las cosas no son tan grandes, y también al mirarlas de nuevo, los miedos ya pasaron y nos reímos.
ResponderEliminarUn beso
Eso mismo acabo de decir un poco más arriba.
EliminarQue bueno que no fuiste hija única...ni la última..porque sino, en estos momentos seguirías sufriendo el trauma del pasillo diabólico..y por lo que cuentas lo superaste..casi no te acuerdas na de na..
ResponderEliminarVaya experiencia la tuya ..lo que te debes reir cada vez que la cuentas..besoss
La verdad es que no me queda ningún trauma por aquello, quizás como tú dices porque no fi la más pequeña.
EliminarHay pasillos que son una tortura. Habria que saber la experiencia de tu hermano jajajajaja
ResponderEliminarBesos
Se lo preguntaré, jejejejeje
EliminarEn mi caso, el pasillo era sustituido por el patio. Mi casa era de vecinos y los aseos (dos), comunes para todos los vecinos. De pequeño, al llegar la noche, daba algo de miedo llegar hasta ellos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Sí, los patios también son coprotagonistas con los pasillos.
EliminarEsos miedos infantiles, a poco que pienses en ellos, te vuelven a sobrecoger.
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