JUEVEANDO CON UN CRUCERO

Al hilo de las vacaciones se le ha ocurrido a Leonor proponernos para este jueves que naveguemos en cualquier época de la historia y en cualquier tipo de embarcación, el caso es navegar.

Podéis asistir a estos viajes aquí

NAVEGAR  POR LA VIDA: TAREA HARTO DIFÍCIL 

 Las circunstancias de la vida le hicieron embarcar antes de cumplir el primer mes de vida y atravesar los océanos, salvándose de un percance que pudo resultar irreversible.
Fue la primera vez que la mar, aún dejándola escapar, la atrapó en sus redes para siempre y desde entonces, sin ella saberlo, su vida se convirtió en una gran travesía, unas veces en lujosos  cruceros, otras en humildes barcos pesqueros, en yates o en pateras, que de todo hubo, pero siempre navegando contracorriente, con verdaderas ansias de supervivencia luchando al socaire de vientos y tempestades que la hacían vagar sin rumbo fijo, pero siempre agarrada a la vida.
Queriendo o sin quererlo recaló en distintos puertos en los que intentaba buscar paz, tranquilidad, sosiego y lo que de placentero tuviera la vida, pero eso sólo lo lograba, cuando sentada a la orilla del mar  le contaba a las olas sus penas y desengaños.
El ir y venir constante del mar le regalaba caricias  y consuelo acunándola con su murmullo tranquilizador.
Al fin uno de estos días, la mar se la llevó dulcemente a su seno. 
La tierra no se lo puso fácil y el mar la rescató. 

Eso pienso yo cada vez que al declinar la tarde veo a esas mujeres mirando a la línea del infinito en la que parece unirse el mar y el cielo, y siento unas ganas inmensas de abrazarlas, aunque  ellas no me ven, sé que las reconforto, me siento a su lado y le regaló la mejor de mis sonrisas.
Quizás una sonrisa así, me hubiera podido salvar a mí.