LAS TROYANAS

estuvieron en Córdoba y fui a recibirlas al Teatro Góngora.

Al entrar estaba el escenario montado cara al público, no podía ser más representativo de lo que íbamos  a ver aparte de desolador: los cadáveres envueltos , como fardos, poblaban la escena.

La obra de Eurípides colgó el cartel de

 lo que debió ser una satisfacción para el actor y las actrices que se dejaron la piel en la representación capitaneadas por Aitana Sánchez Gijón

  Todas tuvieron una actuación impecable al más alto nivel dramático y mostrando el coraje de aquellas mujeres que se rebelaban al ser entregadas como botín de guerra al ejército vencedor, expresando su rabia ante el mensajero que tenía que conducirlas a su fatal destino.

Mientras se sucedían los, casi, monólogos de estas mujeres, iba pensando que a pesar de los siglos que han pasado, vemos en las guerras actuales las mismas actitudes de los vencedores y sentía una impotencia que me enmudecía. Imagino que el mismo sentimiento sería general entre los espectadores porque en la sala había un silencio que se podía escuchar el ritmo de la respiración.
Un éxito rotundo de todos y cada uno de los actores.

¡Cómo puede llegar una tragedia de esta categoría a transformar las facciones dulces de una actriz como Aitana, para poder reflejar la dignidad ultrajada, el genio, el dolor, la pena, el terror...!

Me ha llamada la atención muy positivamente la actuación de Alba Flores que debutó con esta obra en el Teatro de Mérida y la verdad  es que ha conseguido un principio potente.

Una noche del más puro teatro que me hizo disfrutar, a la par que sentir todo un cúmulo de sensaciones que se iban despertando  hasta el punto de sentirte una Troyana más.