Empieza la odisea.
A las ocho de la mañana me presento en la clínica con mis papeles en regla.
- ¡Mirad como una quinceña!.
Me suben a la habitación, se quedan con una copia del análisis, a mí me dan dos , una para la enfermera de planta y otra para quien me lleve a quirófano, y me ponen a la firma si soy alérgica a cualquier tipo de alimentos.
Me extrañó tanto protocolo, cuando el cirujano me dijo que a las 12 estaba en mi casa. Me asombré más cuando vi la cama en toda regla, pensé que me habían ocultado la verdad, se lo dije a mi hija:
- Estás loca mamá.
- A mí nunca me han hecho un análisis de cuatro folios, ni me han preparado una habitación así, para dos horas.
- Mamá las cosas van mejorando, cada vez piden más valores para cerciorarse
- Entonces ¿Usted no se llama Ruth?
Con el cachondeo que me caracteriza, le digo:
- Que yo sepa , no, aunque no me importaría.
Se marcha y empiezan los preparativos, yo estaba más tranquila que ellos y pensé,"qué beneficios me está dando la meditación".
La verdad es que yo no me paré a leer mi nombre, sólo me estudié sus valores, pero es que el análisis pasó por cuatro manos y nadie lo leyó. Gracias a la informática y a mí hija en segundos se resolvió, mientras yo tendida en la mesa de operaciones esperaba , sin saberlo, que deshicieran el entuerto de la "tal Ruth"