jueves, 28 de septiembre de 2017

JUEVEANDO CON LA MÚSICA

Suena la música en casa de Roxana, podéis oírla aquí








Cuando pequeña pasaba los veranos  en el pueblo donde vivía mi abuela, siempre estaba deseando que llegaran porque eran sinónimo de libertad, de poder ir por el campo de los alrededores a coger espigas, de bañarnos en las albercas de los cortijos, de   jugar por los patios y corrales de mi amiga Nela y de los primeros contactos de niños y niñas que formábamos una gran pandilla. La mayoría de  nosotros veníamos de fuera a pasar todas las vacaciones pero eran las del verano, las que más disfrutábamos. 
Casi todas nuestras casas estaban alrededor del Paseo, centro neurálgico del pueblo, siempre custodiado por las campanadas del reloj del Ayuntamiento que era quien marcaba nuestros tiempos: las doce de la noche era hora de recogerse, hasta entonces jugábamos como posesos, bajo la mirada de nuestros padres y abuelos que vigilaban sin ser notados desde los balcones o desde las sillas de enea sacadas a las puertas de las casas al frescor de la luna. 
Mañana, tarde y noche eran nuestras, pero la siesta... ¡ah... la siesta! esas horas eran sagradas para los mayores que no sabían que inventarse  para tenernos metidos en las casas; a los que habían sacado malas notas, los mandaban a una academia a preparase para septiembre, a mí que siempre aprobaba (¡qué repelente!). me decían que el curso siguiente era muy difícil y que debía dar unas clases para preparármelo, creo que fui una semana porque prometí que me portaría bien y no importunaría en las horas de la siesta. 
No cumplí mi palabra, siempre fui muy "DESINQUIETA", como  decía Dominga, y un poquito REBELDE.
Así es que empecé a dar clases de guitarra con el único objetivo de que las siestas fueran un remanso de paz en casa de mi abuela.
Al principio no me pareció mal, me gustaba, pero es que atravesar "mi Paseo" con ese sol de justicia a las cuatro de la tarde y de vuelta a las seis, no era de recibo. Cuando llegaba a casa del profesor, un señor mayor que quizás no lo fuera tanto, tenía ganas  de tirarme al suelo y descansar, así es que demasiado hizo el pobre señor en aquel verano, en dos meses no me podía enseñar a tocar la guitarra, pero a él le debo mi pasión por este instrumento. 
Cuando oigo una guitarra... se me remueven mis raíces.
Jamás me dio por continuar su aprendizaje, ni tampoco por inculcar a mis hijas que aprendieran a tocarla, sin embargo hoy tengo la satisfacción de oírla sonar en las manos de mi hija mayor y de mi nieto Hugo.
 ¡No veáis como disfruto! 

57 comentarios:

  1. Qué veranos los de entonces...
    Yo también iba al pueblo donde vivían mis abuelos.
    Y la siesta era obligada, aunque claro siempre me escapaba...

    Besos con acordes.

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    1. Entonces te ha debido de sonar lo que cuento, jejejeje

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  2. Hermosa canción la de tus recuerdos y esa guitarra que te hace remover tus raíces.

    Besos.

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  3. Bonita historia recuerdos de la niñez compartes y reavivas los nuestros. Un abrazo

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    1. Por franjas de edad los recuerdos suelen ser muy parecidos.

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  4. Mi gran sueño no conseguido es haber sido director de orquesta. No músico, DIRECTOR DE ORQUESTA. No hay nada más sublime, (para mí), que poder poner de acuerdo a un grupo de personas, para crear belleza. Desgraciadamente yo tengo oreja en vez de oído y como tantos otros sueños este también se frustró.
    He tenido la suerte de que mi nieta mayor es una virtuosa en varios instrumentos.
    Con eso me conformo.
    Besos.

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  5. Me hubiera gustado aprender a tocar algún instrumento, la guitarra hubiera estado bien.
    Precioso tu relato, así eran las siestas en mi pueblo.
    Besossss

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  6. "como e bom poder tocar um instrumento..."

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  7. Aprender a disfrutar de la música también es un logro.
    Yo descubrí que no tenía oído, más bien tinnitus, pero puedo disfrutarla.
    Bien acorde a este jueves lo que contás.

    Un abrazo.

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  8. Pasion libremente heredada. Muy bonito.
    Besos.

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  9. Me has hecho recordar las tardes cuando nos reunimos en la mesa y tocamos con devoción las canciones del folclore. Aprendimos solfeo por curiosidad, cantamos y sobre todo tocamos la flauta. ¿A que suena a medievo? Todavía no he cumplido los 65... Un abrazo

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  10. Las vacaciones en aquellos pueblos sí que eran vacaciones, y no lo de ahora. Nosotros tuvimos la suerte de disfrutar de niños, lo que ahora no disfrutan los nuestros, a pesar de que lo tienen todo. Pues mira aunque tú no siguieras dándole a la guitarra, seguro que ahora te enorgullece, que la toque tu hija mayor, y tu nieto.

    Besos.

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  11. Que emotivo relato y en muchas cosas me identifico , a mi me hubiera gustado saber tocar algún instrumento pero quizás por pereza o no sé sencillamente no llego , aunque nunca es tarde ..me alegro que tú hija y nieto hayan seguido la tradición y quizás deberías replantearse seguir tocando.
    Un beso y feliz tarde.

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    1. fíjate que gustándome como me gusta la guitarra, nunca me planteé aprender a tocarla.

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  12. Aaawww que hermoso y encantador, un relato con un instrumento musical y con recuerdos de la niñez. Después de la caminata debajo del sol candente es justificable tu cansancio. Pobre chiquilla! =0)
    Saludito

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  13. Bonitos recuerdos. Mis hijas tocan el piano. Un beso.

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    1. Polete ha empezado este curso con cinco años a tocarlo y le gusta mucho.

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  14. Oye, pssss, ahora que nadie nos oye nadie ... ¿Sabes que siempre me emocionas cuando hablas de los tuyos?
    Un abrazo fuerte, chica desinquieta.

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  15. A mí tampoco me gustaba hacer la siesta de pequeña...
    ; )
    Me encanta la guitarra,ole por tu hija y tu nieto

    Besos

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  16. Primero una verdad universal: la hora de la siesta es la hora de la siesta y punto.

    Yo hice una clase de guitarra. Una. No conseguía rodear el cuello con la mano izquierda. Cuando lo consigo, pongo las yemas de los dedos en las cuerdas adecuadas retorciendo mi muñeca. y rasgueo con la derecha el sádico del profesor dice ¡¡¡que tengo que cambiar la posición de los dedos de la mano izquierda!!! en ese momento ya amoratada.
    En ese momento se acabo mi vida como concertista de guitarra.

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    1. Me parece aleccionador que ahora somos nosotros los que queremos que respeten la siesta, jajajaja
      El significado de ese cambio es monstruoso por su significado.

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  17. Soy más modesto que Juan, me habría encantado tocar algún instrumento, pero no. Y es curioso que muchos amantes de la música, no sabemos interpretarla.
    Más curioso es la causa por la que aprendiste guitarra.
    Besos.

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  18. vamos cumpliendo años y los recuerdos de la infancia se nos hacen cada vez más presentes
    besos

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    1. Sí sobretodo cuando se tuvo una infancia feliz, aunque me mandaran a dar clase a las cuatro de la tarde en verano.

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  19. Yo sabía tocar un poco la bandurria...

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  20. Siempre quise tocar la guitarra, y nunca,ni tan siquiera, lo intenté :(
    Besos y salud

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  21. ¡Hola! Qué bonita anécdota que nos cuenta, caminar bajo el sol del verano es tremendo, especialmente cuando no hay una mísera sombra en todo el camino >.<

    Que bueno que en tu familia hayan aprendido a tocar la guitarra. Es uno de mis pendientes, que más o menos, algo sé, pero tampoco es como para enorgullecerme. Lo mío es el piano.

    Gracias por sumarte <3

    ¡Un abrazo!

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    1. Si tienes pendiente, ¡hazlo!, te lo dice una que no lo hizo.

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  22. Me gusta eso de hacer "remover las raíces". El poder de la música es grande. Un abrazo

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  23. Apender un instrumento es muy bonito, y en ese pueblo seguro que sonaron las más bellas melodías.
    Un abrazo

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  24. Son bonitos tus recuerdos de la niñez y tienen la banda sonora perfectos para ser recordados.

    Un beso enorme.
    Mag

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  25. En gran parte he podido ver mis veranos en el pueblo de mis padres. Y la hora de la siesta la recuerdo todos tirados en el suelo viendo a Indurain!! Ir a tocar la guitarra tampoco es mal plan, pero a esas horas...

    Un beso Tracy

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  26. Bonito sonido el de la guitarra y hay que ver lo bonito que queda acompañando a la voz.
    Un saludo.

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  27. En la guitarra hay algo telúrico creo yo...que buen relato de sensaciones y ambiente...¡qué buenos recuerdos!
    Besos y abrazos.

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