Nos dirigen esta semana https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/., aquí se podrán leer esos momentos que todos hemos pasado alguna que otra vez.
Cuando mis hijas eran pequeñas las llevamos a conocer Ceuta, la ciudad donde nací, y de paso que hicieran su primer viaje en barco. Era cortito y pensamos que sería una buena experiencia para ellas, pero la experiencia nos la llevamos sus padres, sobre todo su madre o sea yo:
Nos instalamos en Cubierta para que vieran el mar y los Delfines que suelen saltar tras el Ferry. El padre se ocupó de la niña mayor y se la llevó a darle un paseo y asomarla a las barandillas del barco. Yo me quedé con la chica en las tumbonas de Cubierta, con tan mala fortuna que a nuestro lado había sentado un señor negro, al que mi hija no le quito ojo desde que lo vio, con un descaro..., que por más que la entretenía, no había forma de que la puñetera niña quitara los ojos asombrados de él.
Parecía estar obnubilada, mirando a su compañero de viaje.
¡Qué apuro!
La verdad que tendría entre dos y tres añitos y por entonces no se veían con tanta frecuencia como ahora personas de esa etnia.
En un momento, visto y no visto, la niña se chupó su dedo índice y con él rascó en el brazo del buen señor y luego se lo llevó a la boca, pienso yo que para ver si era de chocolate.
Los momentos me parecieron eternos.
Reñí a la niña, tirándole del brazo pero el señor que era muy amable me tranquilizó, al pedirle disculpas, y soltó una carcajada estentórea mostrándonos su magnífica dentadura de un blanco impoluto.
Cuando en ese momento la niña arrancó a llorar con tales gritos que ni yo misma me explicaba, no sé si es que se había asustado al ver los dientes tan blancos o al oír la carcajada que no se esperaba o simplemente que había comprobado que no era de chocolate como ella creía.
Con la excusa de ir a buscar a mi marido y a mi otra niña, me alejé reiterando mis disculpas y pensando si tirarme por la borda o tirar a la niña.
Hoy día al recordar el incidente, aún me suben los colores a la cara.
No entiendo por qué no comprobaste tú sí era o no, de chocolate. El pasajero vecino lo hubiera entendido y la niña se hubiera visto comprendida.
ResponderEliminar¡Calla... Calla...!
EliminarNo la tiré al mar por no empeorar la cosa.
Eran casi bebes, es casi normal que se quedaran mirando, lo mismo pensaba que cuando terminara el viaje se iban a repartir el hombre de chocolate y la magia se rompió con la risa y esos dientes tan blancos.
ResponderEliminarCreo que algo de eso debió suceder, porque ese llanto tan tremendo....
Eliminarme lo creo porque no es posible habérselo inventado. Y solo hay esas dos opciones.
ResponderEliminarUNA anécdota buenísima. Estaría bien saber como reacciona en la Ctualidsd tu hija , la chica, cuando le recuerdas la anécdota.
ABRAzoo
Jaajjaaa... no era de chocolate, nooo, jajajajaa
ResponderEliminar... Lo mismo creía que se había pintado de ese color, pero estaba muy bien pintado, parecía increíble y ella lo comprobó.
EliminarJa ja ja ¡Qué divertido, ahora! Pero qué apuro tan grande. Te entiendo porque algo parecido me pasó con mi hijo cuando era pequeño, en el tren.
ResponderEliminarAbrazos
PD. Buen ratito leyéndote e imaginando la escena
Menos mal que ha servido para algo, aquel mal rato. Nesos
EliminarAnécdotas de esa tenemos todas las madres, con el tiempo nos reímos pero entiendo tu apuro. Desde la lejanía me he reído a carcajadas pensando en el momento.
ResponderEliminarMenos mal que ha sido desde la lejanía, porque si estoy delante y te veo reír, no sé lo que hubiera hecho.
EliminarLos niños ven las cosas desde otra perspectiva y el señor seguro que lo sabe, de ahí su blanca risa.
ResponderEliminar¡Es una historia increíble, jajaja!
Menos mal que el señor se portó bien y aguantó estoicamente, que si no.....
EliminarLos niños son imprevisibles y tienen mucha espontaneidad.
ResponderEliminarTan solo una vez he estado en Ceuta y en mis tiempos de estudiante.
Un abrazo.
Pues es preciosa, yo quiero ir este año con mis nietos.
EliminarLos niños a veces nos ponen en esos compromisos.
ResponderEliminarY bien por el señor, que se lo tomo como se debía tomar.
Ahora te entiendo que tú te sintieras como diciendo que voy a hacer jajaja. Una divertida anécdota. Un besote.
El señor ,fué un señor, jamás se lo agradeceré suficiente
Eliminar.
Qué desopilante anécdota Tracy! Y qué bueno que el señor lo tomó a risas tal cual era, una actitud de niña desconcertada! Ella se habrá desilusionado al saber que no era chocolate, en fin, el momento habrá sido duro para vos pero lleva a las sonrisas, un abrazote!
ResponderEliminarEs que este hombre era negro....negro... Y con la piel tan brillante...
EliminarQue conste que no defiendo a la niña, porque la hubiera echado con los delfines.
Pues si a tu hija le parecía extraño ver un negro, no te digo nada en mi infancia. Era rarísimo ver una persona que no fuera de raza blanca. En cualquier caso, que te pegue un lametón una niña, para ver si eres de chocolate, tiene que ser un halago, jajaja.
ResponderEliminarNo fué un lametón, ,se mojo su dedo en saliva y tasco con la uñita, a ver si se disolvía el color marrón.
EliminarEn eso hemos ganado, los niños ahora con iven con todas las etnias y no se sorprenden.
Jaja la inocencia de lis niños! No tienen los filtros que nos obligamos a poner de adultos! Por suerte, porque si no, en este mundo de bocones impertinentes no podríamos vivir en convivencia jaja. Un abrazo. PD. Espero tu foto para la tarjeta?
ResponderEliminarTe mandé la foto ¿Te viene bien?
EliminarY menos mal que no era de chocolate, o tu niña habría intentado comérselo, jajaja.
ResponderEliminarSupongo que lo que a él podría molestarles no era tanto que los miraran con curiosidad, sino con disgusto o desaprobación. Y estoy segura de que tu hija sentía mera curiosidad.
Mi madre cuenta que la primera vez que mi hermano vio un negro, en el metro en París (yo nací allí), le dijo: "Mamá, ese señor no se lavó la cara". Por suerte para mi madre lo dijo en español, por lo que es poco probable que lo hubieran entendido, pero ella aún recuerda el mal rato que pasó.
Besos
Jajaja, esa es buena también, parisina.
EliminarHola Tracy, me imagino el apuro en el que te encontraste, los niños son naturales sinceros e imagino la curiosidad de la pequeña.
ResponderEliminarAhora es una anécdota, pero en ese momento sin dudas deseabas que te tragara la tierra.
Muy buena tu historia, muchas gracias por compartirla y participar de nuestra propuesta, un abrazo.
PATRICIA F.
Gracias siempre a vosotras por dirigirnos tan bien como lo hacéis.
EliminarUn fuerte abrazo.
Madre mía Tracy, cuanto me he emocionado al leer tu relato. Yo tenía ocho años cuando en ese viaje en Ferry de Algeciras a Ceuta al querer mirar los delfines y los volaores que saltaban al rededor del barco, saqué tanto el cuerpo que mi madre del susto me puso el culo como un candil. Eso sí, no volví a asomarme nunca más a la barandilla del Ferry. Todos los años desde niña he pasado el mes de agosto en Ceuta de donde eran mis abuelos y mis padres, también mis hermanas. Tengo mucha familia allí. A ver si vamos a ser primas o algo parecido 😊. Sobre todo lo que más hecho de menos son las volaeras, a mí padre, tíos y primos limpiando el pescado para ponerlo a secar y los platos de hueva tan ricos que comíamos. Qué tiempos y qué recuerdos más buenos de aquella época, la feria. No sigo que se me saltan las lágrimas. Un abrazo grande
ResponderEliminarQué alegría con encontrarme por aquí con una "caballita"
EliminarTambién las cosas que tú cuentas resuenan en mi memoria, yo estuve yendo hasta los quince años y me lo pasaba estupendamente.
Este año quiero ir con mis nietos a que la conozcan
Seguro que a ellos no se les ocurre hacer loque hizo su tita.
Los tiempos han cambiado para bien, en ese sentido.
Jajaja Niños, ellos no tienen filtro y no saben disimular lo que les llama la atención! Muy divertida tu historia! Besos por ahí!
ResponderEliminarLa historia por lo menos sirvió para hacer reír, todo tiene algo positivo.
EliminarRecuerdo cosas parecidas de mi niñez u aun me dan verguenza.
ResponderEliminarUn saludo
De niños todos sabemos como somos y los mayores también , por eso a pesar de que lo pasen mal, luego se ríen al recordarlo.
EliminarBesos
Divertidísima anécdota, Tracy. Es que los niños viven un mundo interior de fantasía y no me extraña que creyera que estaba ante un señor de chocolate. ¡Haberle dado un par de onzas a la criatura!
ResponderEliminarMe he divertido mucho leyéndote.
Saludos!
Pues no se me ocurrió darle chocolate a ver si paraba de llorar.
EliminarPor lo menos al cabo de los años ha servido para que os riais un poco leyéndolo.
Lo que es la inocencia infantil.
ResponderEliminarPor suerte, ese pasajero se lo tomó con humor
Un abrazo.
Nunca se le agradeceré suficientemente su reacción.
EliminarTracy los niños de pura inocencia son capaces de sucesos como el que nos cuenta, aunque esos dientes tan blancos yo creo que se los blanquean Un abrazo
ResponderEliminar¿Tú crees?, ¡¡¡NO!!!
EliminarUn abrazo