RECUERDOS DE UN ENCUENTRO

Hace algún tiempo, en unas de mis primeras visitas asiduas a Madrid, fui al Café Gijón, quería conocerlo.

 Sabía de sus famosas tertulias literarias en las que se daban cita intelectuales y artistas y quería conocer el ambiente que allí se respiraba.      
                                            Entré con respeto como quien entra a un templo,

             era media tarde y recuerdo que me pedí un café  (no un té, como hubiera pedido hoy). 

Después de mirar y remirar todas las reliquias que colgaban en sus paredes, reparé en el primer ventanal

     

       allí estaban  sentados, entre otros, Manuel Alexandre. Su sonrisa de buen hombre me conquistó.
Pulcra y elegantemente vestido y con una exquisita educación se puso de pie para agradecerme la admiración que le había mostrado, al acercarme a felicitarlo por su trabajo.
              Hoy me felicito yo,  por haber intercambiado unas palabras con usted, D. Manuel.
          Y he de decir que no soy nada mitómana, pero Ud. a pesar de sus años, me conquistó.