¿OS CUENTO MIS VACACIONES?

Ha sido una semana de pasión, pero no pasión de la "güena",

 sino de "rabiaero".

Sin pisar la calle, ni ver una procesión ¿para qué? si las teníamos en casa.
 La familia al completo hemos sufrido en nuestras carnes gripes, catarros, toses, moqueos, dolores de huesos, fiebres y todo el cuadro clínico que conllevan estos resfriados primaverales
A media noche el pasillo ha sido un constante ir y venir de gente con los más pequeños en brazos meciéndolos al ritmo de toses y de llanto.

Sin ponernos de acuerdo y a eso de las tres de la madrugada, había overbooking en la cocina: unos se hacían un té con limón y miel, otros un zumo de naranja, más la medicina de turno.

Tras esta ceremonia, cada cual volvía a su dormitorio para seguir su noche como mejor podía.
 Como no doy abasto  a comprar pañuelos,  he pensado comprarles a cada uno este soporte

 no sólo por lo práctico sino por lo que nos vamos a reir viéndonos.
Y así un día y otro disfrutando la familia.

 Ultimamente se está convirtiendo en costumbre aprovechar para ponernos malos cuando estamos todos juntos.

Eso se llama solidaridad en estado puro