JUEVEANDO CON LA PALABRA PROHIBIDA

 MAG pone las bases para el relato de esta semana:

La Palabra Prohibida que elijamos nosotros y no se podrá decir, sólo se darán  las pistas con 9su significado, las sensaciones que nos provoque, una experiencia que se ocurra.

No se pueden usar sinónimos.

Los lectores en sus comentarios la pondrán si la han adivinado.

La narración debe ocurrir en uno de estos escenarios:

-trastero

- piso o casa vacía.

- manicomio del s. XIX

- iglesia

-taberna de un puerto

Con la venta de esa casa se iban su infancia y su adolescencia.

Cuando su madre faltó, había echado  el cerrojo en la casa como si hubiese cerrado el cofre de su tesoro más preciado. La llave de  la verja se la dejó al jardinero para que cuidara los árboles y parterres como si la casa estuviera habitada, ella subiría de vez en cuando a pagarle.  De las veces que fue nunca se le ocurrió entrar en la casa, no quería enfrentarse a los recuerdos que impregnaban las habitaciones, los muebles y las paredes.

Pasaron algunos años y con la llegada de la Pandemia, en las familias se desató el afán de trasladarse al campo y empezaron a preguntarle si querría vender la casa, se veía tan cuidada por fuera que las ofertas se sucedían. 

Se negaba a venderla por no tener que entrar en ella  para enseñarla. Un día le hicieron una oferta tan suculenta que decidió antes de mostrarla, ir ella sola a recorrerla para ver como estaba por dentro y enfrentarse con un pasado alegre y familiar que había querido preservar del paso de los años.

La llave chirrió al entrar en la cerradura ¡qué desolación!

Lo que más le conmovió fue el olor, que denotaba abandono, cerrazón al aire limpio del exterior, a la claridad y la temperatura del sol, apenas perceptible por las rendijas de las persianas.

Ese olor no era pútrido pero ella no lo soportaba porque para nada tenía que ver con el que aquella casa desprendía cuando estaba su madre: olor a manzanas verdes entre las ropas, flores en el salón recién cortadas, fragancias a limón y clavo en la cocina y frescor a lavanda en las habitaciones.

¡Olor a vida!

Un pensamiento veloz como el rayo cruzó su mente:

¡No la vendería!, la viviría y desprendería de sus paredes y sus muebles ese olor que todo lo invadía, era cuestión de aire, sol y tiempo.

¿Cúal es la palabra prohibida?