Difícil tema, aunque lo haya traído yo al jueves.
Si seré gilipuertas, que en lugar de ponérmelo fácil, he preferido ponerlo atractivo y curiosón, al menos así lo veo yo, aunque no sepa por donde meterle mano.
Señor Galeano, la pregunta es controvertida y difícil de contestar, pero dado que he traído yo el tema a colación, le diré que a Eva jamás se le hubiera ocurrido escribir el Genésis.
Ella, conociéndola como la conozco, tenía demasiados árboles por los que trepar y demasiados frutos que probar, para procurarse una dieta alimenticia, que la hiciera mantenerse erguida en la bipedestación, que ya bastante inclinada iba a estar a lo largo de la historia.
Sabía como se las gastaba Adán...¡cuidado con el cuentecito que se inventó de que había salido de una de sus costillas! ¡Anda que él se iba a dejar que se la sacaran! y más aún mientras dormía, con lo quejica que era, sus alaridos se hubieran oído en otros Universos!
Desde luego lo del parir con dolor, Eva imaginaba que estaba entre sus tareas, porque si hubiera tenido que parir Adán, sólo habría tenido una cría y nunca hubiéramos llegado a la superpoblación que existe hoy en el mundo.
Todo eso es pura leyenda que el macho se inventó cuando se dio cuenta que era más cómodo salir a buscar comida, dándose mamporros con otros congéneres, que quedarse en la cueva cuidando a los pequeñajos. Sus travesuras le levantaban dolor de cabeza.
Todo ocurrió por casualidad la primera vez que Adán salió a cazar llegó tan cansado y maltrecho que Eva lo curó y se tendió junto a él para cuidarlo y darle cariño, pero Adán sólo se percató de los atrayentes y rosados genitales que tenía Eva y no precisamente por la excitación que sentía por Adán, sino de trepar por los árboles.
Ese primate que venía tan cansado, creía que ese culito rojo, entre tanta negrura, lo estaba seduciendo y viendo que su propia serpiente crecía y crecía, la atrapó en un abrazo de apareamiento, que le hizo gozar, mientras Eva profería aullidos de dolor.
Dudo que en las sucesivas noches que se aparearan, todo fuera igual, pero su primera noche, de la que salió un monito precioso fue así .
Luego vendrían otras y otras y seguirían saliendo monos y más monos.
Y ... ¡aquí estoy yo, descendiente de ellos, tras muchísimos miles de años!