JUEVEANDO CON LAS REUNIONES

Doro  ha tenido una ocurrencia muy original: las traídas y llevadas reuniones  a las que podremos invitar a toda clase de personas incluso a los que ya no están con nosotros. 

Seguro serán interesantes, si queréis asistir a ellas, os esperamos en casa de Doro 

Esta Navidad iba a ser distinta para ella, como para cualquier persona que habitara en el Planeta, pero a pesar de las Fiestas tan extrañas que se presentaban, no dejó un momento de planear como sería su cena de Nochebuena, la primera que iba a celebrar a solas con su pareja, ya que los familiares y amigxs de otros años no vendrían por miedo a posibles contagios ya que no eran personas "convivientes". 

Cuando oía la  palabra "conviviente", le hervía toda la sangre en su interior, esa sangre que ya no tenía importancia desde el momento que no vives con los que  la tienen igual que la tuya, en fin...los epidemiólogos sabrían lo que determinarían en cada momento, aunque ella pensaba que si la convivencia con la familia generara poderosos ingresos económicos, otro gallo cantaría.

Estos pensamientos la corroían por dentro pero no quería verbalizarlos por no herir la susceptibilidad de su pareja.

Preparó la mesa con todo lujo de detalles siguiendo la moda que ofrecían las principales revistas de decoración, sin olvidar confeccionar dos cartelitos monísimos en los que se leía:

"Imprescindible etiqueta"

Más por ella que por su pareja y así se lo hizo saber:

- Tú sabes que lo digo fundamentalmente por mí, porque me conozco y no quiero que la desgana me juegue una mala pasada y me pueda presentar en pantuflas y pijama.

- Tú siempre estarás perfecta, te pongas lo que te pongas.

- A pesar de saber que eso te es indiferente y que lo que quieres es que yo esté bien en tu compañía, creo que nos debemos un respeto y un estímulo después del tiempo que llevamos de convivencia.

Tras este inciso que le sirvió para calentar los motores del diálogo, siguieron comentando el menú, en el que coincidían plenamente, por algo eran "convivientes":  Vinos, marisquitos y por supuesto un consomé calentito, porque no había que olvidar que los balcones deberían estar abiertos y a ser posible haciendo correr el aire, ya que pudiera suceder que el puñetero bicho creyera que éramos familia y "no convivientes "y nos atacara. 

Por supuesto finalizaríamos con algunos dulcecillos navideños y cava  para salir a la terraza a brindar por los ausentes que hay desperdigados por los puntos cardinales.

Todo salió según lo previsto.

Tras la salida a la terraza se dirigieron al dormitorio, donde  ella continuó exhibiendo la etiqueta que había recomendado

 con un camisón de encaje espectacular que la hacía muy atractiva, pero no disminuía  el poso de tristeza que había en su mirada: 

- ¿Qué te parezco Soledad? 

"La Sole", como ella la llamaba cariñosamente, la envolvió con ternura y la acompañó a la cama, una cama que en ciertos momentos, y este era uno de ellos, se hacía demasiado amplia.