# Patricia y Rosana nos dirigen , proponiendo que escribamos una historia sobre un álbum de fotos que cayó del cielo al césped.
Si queréis leernos hacerlo en SU BLOG
La familia fue disminuyendo a medida que pasaban los años, tanto que de unos abuelos que tuvieron tantos hijos que les iban poniendo nombres por el santoral del día, sólo quedaban dos nietas que se encontraron con la ardua labor de desalojar la casa del pueblo, para ponerla a la venta.
Empezaron por el desván donde se encontraron una caja de cartón repleta de fotos de familiares que apenas conocían. Se miraron una a la otra y sin mediar palabra, las dejaron en el desván, no se sabe si para recogerlas al final o con ánimo de darle una nueva oportunidad al olvido y que fuera él quien se encargara de ellas.
Al cabo de unos días acabaron de desalojar la casa y decidieron pasar la última noche en ella para despedirse de los felices días que allí habían pasado. Era verano y amanecería pronto, momento que aprovecharían para marcharse y poner el cartel de "se vende".
Así lo hicieron, hubo risas, lágrimas y recuerdos y más de una copa de vino en las mecedoras desvencijadas del porche, hasta que el cansancio o el alcohol las venció.
Cuando empezó a clarear el nuevo día se levantó un vendaval que las despertó súbitamente, no daban crédito a lo que veían sus ojos: las fotos volaban por el ventanuco del desván como si alguien las estuviera echando por una tobera.
No se asustaron , pensaron que la caja habría quedado abierta y el aire las había aventado, su asombro llegó cuando vieron que se iban agrupando bajo distintos árboles. Se dieron cuenta que se habían colocado siguiendo el orden de los descendientes que formaban la gran estirpe de sus abuelos a los piés de los distintos árboles que rodeaban la casa.
Se buscaron y se encontraron con sus padres bajo uno de ellos.
Cuando fueron a levantar las fotos del suelo, se dieron cuenta que debajo, había una placa humilde con el nombre de los miembros de cada familia.
Desde ese momento se miraron las dos hermanas a los ojos.
Y al unísono dijeron en alta voz:
- Nos quedamos con la casa.
Y empezaron a arreglar el jardín, colocando bajo cada placa las fotos correspondientes bien envueltas en duros plásticos .
Mi deseo para hoy diecinueve de Diciembre es que nunca me falte el arraigo familiar aunque ya no estén con nosotros.
Qué hermosura, Tracy. Has hecho que me emocione con tu relato. El desarraigo está de moda y desestabiliza. Por qué alejarnos de lo nuestro, de lo que somos. Nada lo justifica.
ResponderEliminarUn abrazo!
Buena manera de empezar el día.
ResponderEliminarSalud.
Hermoso relato, muy adecuado para valorar las familias.
ResponderEliminarNo quiero ver los álbumes de fotos antiguas...
ResponderEliminarMe duele.