Quiero acabar estos post de Roma, dedicando el último de ellos al barrio que me ha acogido durante los días pasados allí: el Testaccio.
Se llama así porque es un montículo artificial formado por las ánforas, deterioradas o no, en las que se había trasladado el aceite desde la Bética a Roma. Estaba situado muy cerca de los almacenes portuarios y de la Vía Ostiense que llegaba al mismo puerto de Ostia.
Era una especie de vertedero muy bien organizado. Económicamente no les merecía la pena limpiar los recipientes que habían resultado ilesos en el traslado y mandarlos de nuevo a Hispania, por lo que los iban depositando allí, de dónde viene el nombre por el que también se le conoce: "el monte de los cascos".
Hoy día, el punto de referencia de toda esta zona es la Pirámide de Cayo Cestio, magistrado que se construyó, al más puro estilo egipcio, este enterramiento doce años antes de Cristo.
Se visita interiormente, pero hay que currárselo muy mucho para saber el horario y demás inforrmación referida a ella.
Detrás de la Pirámide está el Cementerio Protestante, donde se encuentran las sepulturas de personajes tan importantes como Shelley, Keats, entre otros.
Desgraciadamente no lo visité, como tampoco visité la Centrale Montemartine, antigua central termoeléctrica que se convirtió en museo de ella misma consiguiendo que sus motores, turbinas y demás aparatos eléctricos convivieran con esculturas de dioses y héroes de la época clásica.
Ni una cosa, ni otra se contemplan en los circuitos turísticos. ¡Qué pena!
La próxima vez haré mi propio circuito.Será un motivo más, para volver.
Arrivederci, Roma.
Interesante Historia
ResponderEliminargracias por este post! no sabía la historia de la pirámide, y la historia del monte Testaccio la he recordado al leer tus explicaciones: claro que sí, allí se depositaban las ánforas rotas que venían de la Bética! cómo haberlo olvidado! muy interesante, tracy.
ResponderEliminarLeyéndote entran ganas de volver a Roma. Gracias.
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