JUEVEANDO CON UNA MANO AMIGA

Este jueves nos conduce Doro, en su blog podéis leer lo que escribimos sobre esa mano amiga que nos saco de algún apuro.




( Esto es un "sucedío")

Habíamos sacado los billetes de tren y avión con meses de antelación para asegurarnos que el día previsto pudiéramos encontrarnos en el aeropuerto de Málaga a las 8,30 de la tarde para ayudar con el traslado de equipaje veraniego a mi hija y mis nietos. 

Llegado el día, me presento en la Estación de Córdoba para coger el tren de las 7 de la tarde, cargada de maletas, solicito el servicio de Atendo y cuando la chica que me ayuda  enseña el billete en el control, le dicen que ese tren ya había salido.
La chica me mira y yo me quedo con cara de póker y digo:
- ¿Cómo????? si queda media hora para que den las 7 

- Señora el billete es para el tren que salió esta mañana a las 7.
Seguramente al sacarlo en vez de decir que lo quería para las 19 h, dije, en mi lenguaje coloquial  ya conocido por vosotros, que lo quería para las 7 y me lo dieron para las siete de la mañana.

A mí casi me da un parraque, me quedé lívida de ver el follón que se venía encima y empecé a desbarrar:

- Para qué tanto yoga, respiración, meditación, pensamiento consciente... Todo una mierda. 

La chica de Atendo, que también era yogui, empezó a guiarme la respiración porque según me dijo luego, creía que me iba a dar un infarto, y enseguida cogió el billete y se fue a ventanilla a cambiarlo para el tren que estaba a punto de salir a las 7 (¡ perdón a las 19,00h.). Detrás llegué yo relatado el problema.... que mi hija se va a encontrar sola con los niños... y sin llaves de la casa... , etc...

- Lo siento, el último billete a Málaga se lo está llevando este señor.  

El señor se vuelve, me mira e imagino que al ver mi cara descompuesta, me dice:

- Se lo cambio por el mío, a mí me da igual irme  hoy o mañana. 

- De verdad? Al menos pregunte si hay billetes para mañana, Le doy el dinero que cuesta el cambio... 

-Señora, deme su billeta y corra usted que va a perder el tren... 

La chica de Atendo coge las maletas en un revoleo, sale corriendo y yo me avalanzo al señor (ya conocéis mi expresividad) y le doy en las mejillas un millón de besos y remato con un abrazo que casi dejo al hombre sin respiración. 

Verguenza me da pensarlo. 

Cogí el tren por los pelos, gracias a la profesionalidad de la chica de Atendo, a la que hoy día me une una gran amistad y a la generosidad de un señor al que no he vuelto a ver y que por cierto no estaba nada mal, tampoco estaba yo para fijarme en detalles.