Se nota que ha llegado la primavera y a nuestra conductora de la semana, Inma, se le ha ocurrido que escribamos sobre los primeros amores de infancia, ahí vamos
De mi infancia sólo recuerdo un enamoramiento generalizado entre las niñas y los niños de mi colegio.
Estábamos totalmente separados en alas diferentes del edificio, pero al ser un colegio religioso teníamos que asistir a misa los domingos y los días festivos y aunque nos colocaban en las capillas laterales, las niñas a la derecha y los niños a la izquierda, teníamos la oportunidad de vernos y el sumum de la dicha era que a ellos les tocara ayudar a misa como monaguillos.
Estábamos deseando toda la semana que llegara el domingo y haciendo cábalas entre unas y otras por ver a cuales de nuestros enamorados les tocaría ser acólitos.
Yo debería tener nueve o diez años y Emilio, que así se llamaba mi primer amor, era de mi misma edad porque habíamos hecho la Primera Comunión el mismo año, juntos pero no revueltos ¡faltaría más!,
Aún recuerdo sus dos apellidos , siempre me paraba a mirarlo en el Cuadro de Honor del que raramente desaparecía porque parece que era un buen alumno, hasta que pasó lo que pasó.
Me acuerdo como si hubiese sucedido ayer: era la fiesta de fin de curso y entre la recua de monaguillos que salieron a ayudar a misa estaba mi Emilio, como todos los días que esto sucedía os podéis imaginar que sólo tenía ojos para él, pero ese día yo era la abanderada de las pequeñas y estaba colocada en el lateral del altar mayor. Emilio no dejaba de mirarme.
Todavía cuando lo recuerdo siento revolotear mariposas en mi estómago.
Mi banderín subía y bajaba a destiempo, sin tener en cuenta cuando lo hacían los otros tres que estaban junto al mío.
Lo mismo le sucedía a las campanillas que debía tocar Emilio que no tenía en cuenta cuando las tocaban el resto de sus compañeros, lo que hizo que D. Diego, el capellán de las monjas, detuviera la misa y le dijera en voz alta: ¡Niño a ver si estás en lo que estás!.
Ni que decir tiene que como todos los domingos que ayudaba a Misa, yo estaba pendiente de él, pero él fue la primera vez que pudo mirarme a gusto porque nunca habíamos coincidido en el altar.
Llegó la hora de comulgar y como siempre que le tocaba ayudar a Misa, me daba en la garganta con la bandejita que ponían por si se caía la Hostia. Esa era una señal tácita de amor entre nosotros; pero aquel día no sé si porque le riñó D. David o porque estaba demasiado nervioso, al acercarme a comulgar nos quedamos como hipnotizados y no veas D. David... le quitó la bandejita de las manos y a mí me dijo con mucho genio "a tu banco" y allí quedó la bandera colocada en el soporte, con mi ilusión varada en su asta.
Acabó el curso y al año siguiente ya no volví a ver a Emilio, porque los niños a partir de ingreso cambiaban de centro.
Estábamos totalmente separados en alas diferentes del edificio, pero al ser un colegio religioso teníamos que asistir a misa los domingos y los días festivos y aunque nos colocaban en las capillas laterales, las niñas a la derecha y los niños a la izquierda, teníamos la oportunidad de vernos y el sumum de la dicha era que a ellos les tocara ayudar a misa como monaguillos.
Estábamos deseando toda la semana que llegara el domingo y haciendo cábalas entre unas y otras por ver a cuales de nuestros enamorados les tocaría ser acólitos.
Yo debería tener nueve o diez años y Emilio, que así se llamaba mi primer amor, era de mi misma edad porque habíamos hecho la Primera Comunión el mismo año, juntos pero no revueltos ¡faltaría más!,
Aún recuerdo sus dos apellidos , siempre me paraba a mirarlo en el Cuadro de Honor del que raramente desaparecía porque parece que era un buen alumno, hasta que pasó lo que pasó.
Me acuerdo como si hubiese sucedido ayer: era la fiesta de fin de curso y entre la recua de monaguillos que salieron a ayudar a misa estaba mi Emilio, como todos los días que esto sucedía os podéis imaginar que sólo tenía ojos para él, pero ese día yo era la abanderada de las pequeñas y estaba colocada en el lateral del altar mayor. Emilio no dejaba de mirarme.
Todavía cuando lo recuerdo siento revolotear mariposas en mi estómago.
Mi banderín subía y bajaba a destiempo, sin tener en cuenta cuando lo hacían los otros tres que estaban junto al mío.
Lo mismo le sucedía a las campanillas que debía tocar Emilio que no tenía en cuenta cuando las tocaban el resto de sus compañeros, lo que hizo que D. Diego, el capellán de las monjas, detuviera la misa y le dijera en voz alta: ¡Niño a ver si estás en lo que estás!.
Ni que decir tiene que como todos los domingos que ayudaba a Misa, yo estaba pendiente de él, pero él fue la primera vez que pudo mirarme a gusto porque nunca habíamos coincidido en el altar.
Llegó la hora de comulgar y como siempre que le tocaba ayudar a Misa, me daba en la garganta con la bandejita que ponían por si se caía la Hostia. Esa era una señal tácita de amor entre nosotros; pero aquel día no sé si porque le riñó D. David o porque estaba demasiado nervioso, al acercarme a comulgar nos quedamos como hipnotizados y no veas D. David... le quitó la bandejita de las manos y a mí me dijo con mucho genio "a tu banco" y allí quedó la bandera colocada en el soporte, con mi ilusión varada en su asta.
Acabó el curso y al año siguiente ya no volví a ver a Emilio, porque los niños a partir de ingreso cambiaban de centro.
ayy...que tierno relato..Que momento aquel que se quedaron hipnotizados...se siente como una eternidad hasta que alguien te despierta a la realidad...
ResponderEliminarMe encantó leerte...besossss
Muchas gracias Diva.
EliminarQué recuerdo tan vívido! Me gustó, muy descriptivo además... Seguis yendo a misa? Saludos 🙋
ResponderEliminarVoy a Misa por si veo a Emilio, pero no lo he visto nunca, ¡me cachis!
EliminarCon lo bien que iba, siempre llega un adulto y lo jo.. Abrazos
ResponderEliminarEso es una tónica en la vida de los niños.
EliminarY D.David se cargó de cuajo la ternura de vuestro instante.
ResponderEliminarGrrrrrr
Besos.
Topamos con la Santa Madre Iglesia
EliminarUna historia preciosa, recuerdo algo parecido en la infancia. Un abrazo.
ResponderEliminarDe estas historias debe haber muchas.
EliminarEsta claro. Llegó el religioso y destruyó por completo el hechizo y la magia. !Y luego quieren que los sigamos!
ResponderEliminarBello relato.
Besos.
Siempre incordiando.
EliminarYo no tuve infancia. A los siete años me tiré al monte y me hice bandolero. Luego ya con los años me fui reformando un poco. Entre en el seminario, pero me escapaba y me iba de parranda a tocarle los culos a las nenas; cuando me dejaban claro.
ResponderEliminarMe vas a hacer llorar, vamos que no te creo.
EliminarSería bonito que Emilio leyera esto, ¿no?
ResponderEliminarBesos.
Lo mismo ni se acuerda , las mujeres somos más "tontas" que los hombres desde que nacemos hasta que morimos.
Eliminar¿Te imaginas que Emilio ve esto?
ResponderEliminarSaludos
No creo, sería cosa de película.
EliminarQue bonita historia
ResponderEliminarBesos
Celebro que te haya gustado.
Eliminar¡Un relato precioso!
ResponderEliminarBesos y salud
¡qué bien Genín!
EliminarRecuerdo que me enamoré de una niña, por eso que dicen que de pequeños tenemos un periodo homosexual. Para mí representaba un niño pero yo sabía que era niña. Pero bueno, yo era muy pequeñita, jajajaja.
ResponderEliminarBesos y feliz finde.
Te enamoraste de la persona y punto.
EliminarQué bonita historia, Tracy, tierno y simpático, me sacaste una sonrisa… Me encantó!
ResponderEliminarBsoss miles 😘
Pues a mí ese día no me dieron ganas de sonreír, sentí vergüenza por mí y por él.
Eliminar:)
ResponderEliminarGracias por compartir ese bonito recuerdo.
Besos.
No sabes cuanto tiempo sin acordarme de aquello y los Jueves me lo han vuelto a traer a la memoria.
EliminarHoy día el cambio de colegio no hubiera sido obstáculo alguno, con los medios que hay para comunicarse.
ResponderEliminarBesos
Pero en la Prehistoria las cosas no eran tan fáciles como ahora, para empezar imagínate ligar en misa... ya eso te da idea...
EliminarParece que en nuestra generación solo era posible enamorarse estando cerca de los curas. Y es que en la iglesia o casa parroquial era solo donde era posible ver a los niños. Tu relato es bello y dulce y al final acavas pensando: maldito Don David. Besos.
ResponderEliminarEso mismo pensaba yo cuando lo estaba escribiendo ¡qué cosas!
EliminarPero era así la Iglesia estaba metida hasta el tuétano y era el único sitio en el que se podían ver los niños y las niñas.
Siempre hay un lenguaje propio para los enamorados.
ResponderEliminarSalu2.
... aunque estén en la edad infantil.
EliminarMuy lindo relato, Tracy. Seguro que el tendrá su respectiva historia de ti. Pues ese amor de infancia, nunca se olvida. Era muy emocionante.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Tú crees?
EliminarEmilio ya ni se acordará de estos hechos. ¡Seguro!
Que bonito, Tracy.
ResponderEliminarUn beso.
Sí es un recuerdo muy tierno y bonito, a pesar de que el cura nos lo estropeó.
EliminarMe ha parecido precioso.
ResponderEliminar:))
Besos!
;)
EliminarDivertido y triste a la vez.
ResponderEliminarTierno.
Sumamente tierno y enternecedor, Tracy.
Pues sí todos los calificativos que le das, le vienen como anillo al dedo.
EliminarMe emocionaste!
ResponderEliminar¡¡¡Muack!!!
EliminarRelato muy sentido, amiga ... me has traído a mi memoria grandes recuerdos con ese lindo relato. Escribes de maravilla, quiero decir que esta "sección" de relatos ... me pirra.
ResponderEliminarFeliz noche
¡Ah! muy bonito: no es que escriba de maravilla es que los Jueves te encantan... ¡ya te vale, quiere a un amigo para esto!jejejejeje
EliminarEn serio, me alegro que te recordara cosas lindas.
Feliz noche para ti también.
Qué ternura.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué inocentes éramos!
EliminarEntrañable y muy emotivo, Tracy...Los primeros amores no se olvidan y menos cuando empiezan en el cole...Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarMe imagino que todos empezarán en el cole, porque es donde primero te das cuenta que existe el sexo masculino.
EliminarQué tierno, Tracy. Me encantó.
ResponderEliminarNo se olvidan.
:)
Un beso muy fuerte.
Otro beso para ti, Rosa.
EliminarUna cucada de historia
ResponderEliminar:-)
;)
EliminarEs un recuerdo bonito, a pesar del adulto que llegó a estropearlo
ResponderEliminarUn beso, Tracy
Fíjate que lo tenía en algún rincón de mi memoria y ha saltado a primer plano con los Jueves.
EliminarSeguramente todos los que estamos leyéndote acabamos de recordar a nuestro primer amor.Yo... a Daniel, 6 años, 1° de primaria.
ResponderEliminarBesos
¡Qué bien!
Eliminar¡Cuenta... cuenta...!
¡Hola! ¡Qué dulzura! Ese momento mágico y que lo corten así >.< que manera de ser cortapalos >.<
ResponderEliminarDisfruté mucho leyéndote.
¡Un abrazo!
Gracias Roxana!
EliminarPor lo menos hay alguien a quien echarle la culpa de que la cosa no continuara,jejejeje
Es que me imagino todo el caos en aquella misa, tan distraídos
ResponderEliminarPues sí debió ser un galimatías, jajajaja
EliminarVaya por Dios y nunca mejor dicho .., es increíble como los recuerdos llegan a nuestra mente de esa forma , ya pasado un tiempo y lo tienes ahí en la trastienda de tu memoria como algo , tan importante que tiempo después recuerdas con ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
En la infancia está la mente y el corazón tan vírgenes que todo se graba.
EliminarA los 10 tal vez era posible
ResponderEliminarporque a los 12 las niñas solo miraban
a los de 15, y a los 15,
solo a los de 18...
La luna era más fácil de alcanzar
que aquella niña de trenzas
orgullosa y distante...
Me da mucha alegría verte por aquí, te he echado mucho de menos ¿estás bien?
EliminarLLevas razón en lo que dices siemopre nos gustábais más mayores que nosotras.
Un beso de bienvenida.
Bueno, por ahí estoy todavía, envejeciendo un día a la vez (a veces un año en un día, también)
EliminarQué exagerao...
EliminarLo importante es que estás de nuevo por aquí.
Ánimo y p'alante.
Lo bonito que es el primer amor, y sobre todo si queda en eso en un amor platónico.
ResponderEliminarEse niño seguro que no lo olvidarás.
Un abrazo
Los jueves me lo ha puesto en primera línea de la memoria.
EliminarEn el tiempo al que te refieres era mucho más complicado tener contacto con los chicos y se aprovechaba cualquier momento como tú has contado...
ResponderEliminarUna historia preciosa!
Un beso
Siempre había curas o monjas por medio.
EliminarA pesar de no ser nunca definitivo, el primer amor jamas se olvida, siempre perdura con ese inmenso y mágico recuerdo. Sublime relato, Tracy.
ResponderEliminarSaluditos
Es verdad. nunca es definitivo a pesar de ser tan mágico como lo es.
ResponderEliminarSeguro que la separación forzada entre niñas y varones le agregó más encanto a la historia, es que las prohibiciones aumentan el atractivo de lo que nós tienta! Un abrazo
ResponderEliminarIndiscutiblemente eso aumenta el atractivo, los niños de hoy no se planean esos enamoramientos tan tempranos porque se ven iguales, juegan unos con otros, están todo el día juntos...
EliminarDivertidisima historia Tracy, ya veía a ese monaguillo con la bandejita y la niña comulgando jjeje, que tiernos estos amores!
ResponderEliminarBesos.
Me alegro que te hayas divertido imaginándonos.
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