Un tema al que todos nos hemos enfrentado y que lo trae Pepe que es el conductor de este jueves, si queréis asistir a ellas pinchad aquí
LA DESPEDIDA
Recuerdo como si fuera hoy y ya han pasado muchos años el día que me despedí de mi Seat, 600 D
Sí, tengo que ponerle la letra mayúscula D, porque era su apellido, su pedigrí.
Llevaba metido en la cochera del campo, varios años sin ser usado, pero no me quería desprender de él y mientras estuviera allí, aunque no se moviera, estaba conmigo.
Un día se le ocurrió al Gobierno inventarse eso del Plan Renove y en casa se empezó a plantear que mi "seitas" estaba ocupando un sitio... que si ahora era el momento de deshacerse de él... que ya había cumplido su misión...
Y en eso llevaban razón, su misión la había cumplido: juntos formamos una pareja inseparable, iba con él a todos lados y nos divertíamos de lo lindo. Nunca se quejaba, recuerdo una vez que nos montamos siete personas, no me preguntéis cómo.
Le pisaba el acelerador y parecía un rayo, aún costándole disgustos como aquella vez que nos metimos en una playa y no podíamos sacar las ruedas de la arena.
Los amigos y conocidos le tenían varios nombres, para mi era mi "seillas". Me lo compraron y me lo pusieron aparcado en la puerta de la calle para obligarme a sacarme el carnet, cosa que me negaba a hacer.
¡Y me lo saqué! siempre le estaré agradecida, claro que él se venía conmigo de farras como uno más de la pandilla.
Recuerdo un día de Reyes vestida de Rey Mago con otras amigas que se negó a seguir andando en la cuesta del aparcamiento del Corte Inglés y no veas el atasco que se formó en todo el centro de Córdoba y la poca credibilidad que tenía yo vestida de Baltasar.
Tantos recuerdos... todos ellos se agolparon en mi mente cuando llegó la hora de separarnos.
Llovía a cántaros, con la lluvia los faros parecían llorar amargamente, me sentí mal y pensé que mi Seillas no me perdonaría nunca que lo dejase marchar, pero cuando se iba remolcado por la grúa, se pusieron en movimiento los limpiaparabrisas como diciéndome adiós.
Al final quedamos como amigos.
Me ha encantado la despedida del limpiaparabrisas...
ResponderEliminar: )
Yo siempre lloro en las despedidas,qué le voy a hacer,no puedorrrrrr
Besos
Yo también, soy de las que lloro .besos sin despedida.
EliminarAy que pena...
ResponderEliminarBesos.
... penita, pena...
EliminarYa pasó , no sufras por mí.
Besitos.
Tu seillas se sintió abandonado y no es para menos, esos eran coches irrompibles, aún hoy siguen viéndose en plan chuleta circulando por las calles, lo abandonaste, reconócelo, es más bonito ir en un coche último modelo todo reluciente y con todos los adelantos habidos y por haber.
ResponderEliminarSaludos
¡Qué te gusta echarle leña al fuego!!!
EliminarNo lo abandoné, me obligaron a dejarlo además te equivocas, nada ultimo modelo, ni leches, oreo utilitario, pero nuevo.
Hay que ver las explicaciones que te doy por la mala conciencia que me creas, anda..., anda...
Esa despedida con los "limpias" me ha emocionado
ResponderEliminarEs que fue muy triste.
EliminarJajajaja... buenísimo lo del adiós moviendo los limpiaparabrisas.
ResponderEliminarsaludos
fue muy triste además los elementos estaban confabulados con el momento.
EliminarEncantada de haberte conocido.
Buenos díass, tracy:
ResponderEliminarEstoy seguro que desde el cielo de los coches tu “seislas” está haciendo sonar su claxon y resplandecer sus luces de alegría tras leerte.
Un abrazo, Tracy.
¡Qué bonito Nino!
EliminarSupongo que a muchos traerá recuerdos tu entrada, desde luego, a mi, muchos...
ResponderEliminarBesos y salud
Si esos recuerdos son buenos, me alegro.
EliminarSoy muy llorona en las despedidas, os entiendo...
ResponderEliminarMe gustó mucho lo del limpiaparabrisas.
Un beso fuerte.
Ya somos tres lloronas esta noche.
EliminarUn beso fuerte.
"Si supieras cuanto cabe en un adiós"
ResponderEliminar(Canción)
No conozco esa canción.
EliminarSi supieras cuanto cabe en un adios
Eliminarentre el cielo y el infierno
existe un beso son sabor a ti
tu mirada esconde tanto dolor
ya no hay nadie que te pueda ayudar
ya no hay nada que me puedas dar
en mi alma hay una coraza hecha de dolor
y entre sus caderas yo perdia la razon
y ante sus promesas yo perdi mi corazon
quiero saber si existe
castigo por poner
mi alma a tus pies
y venderme por un amor
quiero saber si existe
un cielo para idiotas
que como yo
saben cuanto cabe en un adios.
si supieras lo esconde un beso de amor
lo que pesa una promesa
firmado en la noche en tu colchon
el tiempo nena ese contrato rompio
ya no hay nada que me puedas robar
ya no hay nada para ti amor
estoy vacio y sin lagrimas
que llorar
y entres sus caderas yo
perdia la razon
y ante sus promesas yo
vendi mi corazon
quiero saber si existe
castigo por poner
mi alma a tus pies
y venderme por un amor
quiero saber si existe
un cielo para idiotas
que como yo
saben cuanto cabe en un adios.
Es preciosa la letra. gracias por enviármela.
EliminarBueno ya otro ocupara su lugar! Muy bueno tu relato, me hiciste reir. Un abrazo
ResponderEliminareso pretendía, si lo conseguí me alegro
EliminarPrecioso, la capacidad humana de encariñarse con una máquina, al extremo que se le humaniza.
ResponderEliminarSaludos Tracy.
Las relaciones con las cosas son también importantes.
EliminarBesos.
A mi me pasó con mi viejo Amstrad, uno de aquellos ordenadores de 1ª generación en el que escribí tantas y tantas cosas. Me costó tanto separarme de él que le arranqué el corazón, su disco duro, y todavía lo conservo guardado en un cajón.
ResponderEliminarAbrazos.
Tú eres un romántico empedernido como yo ¿qué le vamos a hacer?
EliminarHace mucho, mucho tiempo, cuando las lagartijas usaban chaleco, escribí un pequeño relato acerda de una despedida. Si quieres puedes leerlo en: http://navealgarete.blogspot.com/2012/02/adios.html
ResponderEliminarhaciendo notar que no tiene relación con los jueves...
lo leí y me gudtó mucho.
EliminarTe comprendo, a mi me duró 24 años y no quería desprenderme de él.
ResponderEliminarBesos
¿Tantos?
Eliminarjeje entrañable historia "de amor" que me alegra, al fin y al cabo, haya concluido en buenos términos
ResponderEliminar=)
Vaya, tengo experiencias parecidas, Tracy ... es que somos unos románticos recalcitrantes ... sin remedio alguno.
ResponderEliminarFeliz noche
Románticos empedernidos.
EliminarMe ha gustado mucho esta entrada del Seat, es muy buena. Yo recuerdo hace muchos años en un Simca mil meternos nueve personas.
ResponderEliminarBesos.
Como la canción del Simca mil.
EliminarAy, niña, que tierrrrrno! Te creo, te creo porque yo me he negado a despedirme de la primera bici que tuve a los doce años...aun la conservo, ya ves, de museo ajajajaj.
ResponderEliminarUn beso
¿No me digas? no me lo puedo creer.
EliminarQuerida Tracy : lograste explicar muy bien lo que se siente en esos casos..... te puedo asegurar que lo he vivido muchas veces....
ResponderEliminarEntonces me entenderás.
EliminarAy Tracy que relato tan lindo, es divertido pero tan tierno a la vez.
ResponderEliminarMe encantó la parte en que te quedas con el traje de Baltasar, se me saltaron lágrimas de la risa!!! jajaja
Sos genial! Un beso enorme.
Yo también me reí no sabes cómo, ni cuánto...
EliminarUna inolvidable y dolorosa despedida, me la causó un poodle que por motivos largos de explicar se lo llevaron al sur del país. Todavía lo siento ladrar.
ResponderEliminarTe comprendo.
EliminarGracias por venir y comentar.
Un beso
Guau..........Tracy!!!!........me has emocionado....................pero que dulzura......
ResponderEliminarGracias Hada por tus sentimientos y por tus palabras.
EliminarY capaz que uno se encariña con ese auto que se portó mal, dejando de funcionar en los momentos más inoportunos. Y es que algunos hechos fastidiosos con el tiempo se vuelve anecdotas.
ResponderEliminarLo tomé como una diablura, me reí mucho y me quedo con eso , no sé si quera si me enfadé
EliminarCualquier despedida es triste, al menos a mi me cuesta mucho desprenderme de las cosas cuando llevo tiempo con ellas y además me adapto fatal a lo nuevo, por muy mejorado que sea. Una bonita historia y un adiós entrañable.
ResponderEliminarEso también me pasa a mí, que no me acostumbro a la nuevo y siempre le saco defectos , aunque sea mil veces mejor que lo antiguo.
EliminarEstupenda imagen.... Yo también conocí por seilla... Un abrazo desde Murcia.
ResponderEliminarMe gusta Murcia, dale un beso de mi parte.
EliminarEn honor a la libertad que te regalo " Seillas" y todos los momentos compartidos has convertido la despedida en un hermoso recuerdo que siempre tendras cerca. Yo también me enamoro de las cosas que me rodean y me resisto a los cambios hasta que no queda otra que hacerlo.
ResponderEliminarTu imagen de rey mago en el " Seillas "es divertidisima.
Abrazos querida amiga, y disculpa mis ausencias.
No tengo que disculpar nada, sino agradecer que te pases por aquí.Las cambios para mí son un suplicio y aquí me tienes con mi ordenador viejo y el nuevo guardado...
EliminarQue bonito relato y original; pero cuánta tristeza me ha dado esta despedida... Son tan bonitos, me encanta cuando veo alguno. Y después de tantas aventuras vividas, creo que te tuvo que dar mucha pena...
ResponderEliminarMuchos besos
Cuando me encuentro con alguno me enternecen mucho.
Eliminaremotivo relato, ¿quien dice que solo se despide uno de lo seres queridos? también los objetos tienen su sitio recordándonos sensaciones y situaciones.
ResponderEliminarMuy acertado
Para mí los objetos tienen una importante personalidad, tanto para bien, como para menos bien.
EliminarQue bonito relato... Y es que al primer coche se le coge un cariño especial... Yo guardo del mío la matricula... jajajaja... Me ha encantado el guiño del limpia en la despedida... genial Tracy!!
ResponderEliminarMuchos besinos...
O sea que tú eres de las mías.... ¡bien!
EliminarEncantada de que vengas a compartirlo.
Un beso.
El primer coche marca mucho, como el primer amor, jajajaja.
ResponderEliminarSalu2, Tracy.
Muy buena la comparación.
EliminarA veces hay objetos que son como las personas, y les cojemos un cariño tan grande que nos cuesta mucho desacernos de ellos. Te comprendo, es que aquellos seiscientos eran como de la familia.
ResponderEliminarUn abrazo
El mío estaba integradísimo no sólo en la familia, sino en mi entorno.
EliminarTodo un clásico el seillas. Aún se ven orgullosos luciendo su pedigrí por las calles. Yo tuve un 850 como primer coche y aún lo recuerdo con algo de nostalgia. Seguro que a veces te gustaría tenerlo y disfrutar de un paseillo en él. Robusto, fiable y económico. Eso sí, más básico que el mecanismo de un chupete.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Cómo lo sabes...!
EliminarNunca tuve un coche...
ResponderEliminarNo puedo opinar.
Cuanto se vive con un coche, más con el primero.
ResponderEliminarY ese momento de despedida, tal como lo narras, resulta conmovedor.
Besos.
El primero, sea de lo que sea, es especial.
EliminarHola; es un texto en el que me siento identificado. Ese coche con el que empezó todo. Mientras ibas narrando las experiencias, se mezcló la nostalgia con esa sonrisa irónica que nos da la vida.
ResponderEliminarEn este sentido, creo que todos nos vimos en ese coche, mezclado con esos recuerdos de nuestros primeros cuatro ruedas llevándonos a cualquier parte como si fuera una aventura nueva. Saludos. Pablo.
¡Hola Pablo!, me alegra que te vieras identificado como tantos otros, con mi relato.
EliminarHe ido a conocerte en tu blog y me ha interesado, pero no sé cómo me puedo hacer seguidora de él para que me anuncien tus entradas.
Un abrazo.
Ay tracy que yo tambien me despedí de mi seillas, y que sepas que aún sigue siendo el coche que más me gusta.
ResponderEliminarBesos.
No solo el adiós, sino el hueco que queda en la cochera...invento del demonio ese del plan renove...una historia parecida conozco yo con un R-4...y también quedaron como amigos...
ResponderEliminarBesos
Una maravillosa oda al seiscientos, ese cuatro ruedas que todos aprendimos a conducir, a cambiar bujías, una correa, un neumático y llevando siempre agua destilada para las baterías y agua normal para cuando se calentase... Pues sí, todo eso ya lo he olvidado y si pincho, ya no sé cambiar una rueda ni sé dónde se esconde el gato. Recuerdo entre infinidad de anécdotas, el viaje que hicimos mi padre, mi madre, mi hermana el perro (que no era pequeño) y yo desde Barcelona hasta Almería, en un día. Y... al llegar, exclamamos: Qué bien se viaja en este coche!!!
ResponderEliminarOtro que me trae infinidad de recuerdos fue un 2CV.
Pues sí correcaminos, nos has hecho recordar a muchos, esos años vividos y hoy recordados con nostalgia!
Un abrazo.