Me imagino que este tema se le habrá ocurrido a Lucía por los acontecimientos sucedidos en estos últimos días. De todas formas se puede enfocar el tema desde cualquier perspectiva.
Si queréis estar informados de nuestros cambios leerlos aquí
Lo tenía todo para ser feliz pero no lo era.
Tenía un marido, a la antigua usanza, unos hijos bien colocados, también a la antigua usanza, y una paga suficiente para darse algunos caprichos ya que no había que dárselos a los hijos.
Sin embargo hacía algún tiempo que la disconformidad interior le corroía las vísceras, hasta entonces no había tenido tiempo de notarla, pero ahora se hacía patente. Era como si le faltara aire.
Necesitaba dar un cambio a su vida. No sabía cual, pero lo adivinaría.
Miró a su alrededor... ¿ que pintaba ella en una casa que rezumaba el tedio de la soledad acompañada? Sus hijos fuera, su marido, a la antigua usanza, en su sillón viendo el periódico o la tele y ella... No le gustaba leer, ni ver novelas, ni salir si no era para hacer algo determinado, sus tareas seguían siendo las mismas de siempre, lo único que había variado era el paseíto que daba con su marido por la noche, cuando bajaban la basura.
Se miró al espejo, se dio pena, pensó que aún tenía tiempo de comenzar a vivir la vida de otra manera, no aspiraba a grandes cambios pero sí a llevar una vida más alegre, más distraída... distinta.
Con determinación empezó a cambiar la casa, tiró todos los cachivaches que sólo servían para anidar el polvo que ella tendría que limpiar al día siguiente.
Renovó su armario y se dio cuenta que aún estaba de buen ver y lo más importante en sus ojos palpitaba la vida... las ganas.
El marido observaba los cambios que se iban sucediendo, temiendo de un momento a otro el cambio definitivo, algo que a su mujer ni si quiera le había pasado por la imaginación, porque estaba dedicada en cuerpo y alma a conseguir su propósito de reciclarse una vez encontrado el origen de sus constantes discrepancias con ella misma. Fruto de estas indagaciones fue el apuntarse a una escuela para mayores, donde hizo nuevas amistades, empezó a ir al cine, al teatro, a charlas... su vida se llenó de sentido, tenía temas de conversación y criterios para opinar.
Ese era el cambio que ella quería.
Mirando al marido, que dormitaba en el sillón, pensó:
A él no lo quiero cambiar, con lo que me ha costado acostumbrarme a sus silencios... además es tan bueno y tan hecho a la antigua usanza...
Tenía un marido, a la antigua usanza, unos hijos bien colocados, también a la antigua usanza, y una paga suficiente para darse algunos caprichos ya que no había que dárselos a los hijos.
Sin embargo hacía algún tiempo que la disconformidad interior le corroía las vísceras, hasta entonces no había tenido tiempo de notarla, pero ahora se hacía patente. Era como si le faltara aire.
Necesitaba dar un cambio a su vida. No sabía cual, pero lo adivinaría.
Miró a su alrededor... ¿ que pintaba ella en una casa que rezumaba el tedio de la soledad acompañada? Sus hijos fuera, su marido, a la antigua usanza, en su sillón viendo el periódico o la tele y ella... No le gustaba leer, ni ver novelas, ni salir si no era para hacer algo determinado, sus tareas seguían siendo las mismas de siempre, lo único que había variado era el paseíto que daba con su marido por la noche, cuando bajaban la basura.
Se miró al espejo, se dio pena, pensó que aún tenía tiempo de comenzar a vivir la vida de otra manera, no aspiraba a grandes cambios pero sí a llevar una vida más alegre, más distraída... distinta.
Con determinación empezó a cambiar la casa, tiró todos los cachivaches que sólo servían para anidar el polvo que ella tendría que limpiar al día siguiente.
Renovó su armario y se dio cuenta que aún estaba de buen ver y lo más importante en sus ojos palpitaba la vida... las ganas.
El marido observaba los cambios que se iban sucediendo, temiendo de un momento a otro el cambio definitivo, algo que a su mujer ni si quiera le había pasado por la imaginación, porque estaba dedicada en cuerpo y alma a conseguir su propósito de reciclarse una vez encontrado el origen de sus constantes discrepancias con ella misma. Fruto de estas indagaciones fue el apuntarse a una escuela para mayores, donde hizo nuevas amistades, empezó a ir al cine, al teatro, a charlas... su vida se llenó de sentido, tenía temas de conversación y criterios para opinar.
Ese era el cambio que ella quería.
Mirando al marido, que dormitaba en el sillón, pensó:
A él no lo quiero cambiar, con lo que me ha costado acostumbrarme a sus silencios... además es tan bueno y tan hecho a la antigua usanza...
El marido que no lo cambien, no le van a dar nada...
ResponderEliminarBesos.
Jajajaja
EliminarTu lo has dicho, todo a la vieja usanza.
ResponderEliminarHasta el trabajo de los hijos, que es lo más difícil.
EliminarMuy interesante este post. Fíjate que ella, en el cambio que necesita para sentirse viva, no piensa que él sea el problema. Pero él sospecha que una vez puesta en marcha, pueda alejarse. No deja la casa, no se divorcia, pero en efecto se aleja de él, de esa apatía que si bien a él le basta para sobrevivir, a ella no le basta para vivir.
ResponderEliminarLos silencios del tiempo matrimonial hablan de incomunicación, y seguramente un día la mujer se plantee si es eso lo que desea para el resto de su vida. Ese es el momento clave de la decisión, que hasta ahora ha hecho poner sus costumbres patas arriba, pero otro día tal vez sea buscar un compañero de vida, y no de casa. Muy bueno. Un abrazo
Lo que pones en el segundo párrafo sería ya otra parte del relato, jejejejeje
EliminarConozco a esa persona, el matrimonio ahora es mas feliz si cabe. Muy buen relato hablando del cambio. Abrazos
ResponderEliminar¿Cómo que la conoces si ha sido imaginada por mí? ¿eres mentalista?
EliminarNoooo, conozco a una persona como la que describes jajaja
Eliminar¡Qué casualidad!
EliminarPensé que también lo tendría contemplado a él en el desviejadero. :)
ResponderEliminarBesitos de anís.
Esa ha sido la sorpresa final, jejejeje
EliminarComo siempre, nos regalas un maravilloso relato.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buen jueves (o lo que queda de él)
Muchas gracias Josep, amigo.
EliminarEse relato, es una verdadera lección de vida. Seguro que al marido no le quedará más remedio que cambiar o terminará por entrar en el "desviejadero", bella,potente y explicativa palabra que le robo a Sara O. Duran.
ResponderEliminarBesos.
Besos.
Esa palabra también me ha llamado la atención, la podrías meter en tu vocabulario aunque no tenga origen manchego.
EliminarQué bonita y completa tu entrada de hoy, te he puesto tres comentarios que se me han ido, así es que me he cabreado y lo he dejado. Mañana será otro día.
Es muy bueno y refleja una serie de planteamientos que no pierden actualidad, enhorabuena. Me gustó mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, me alegro de que te gustara.
EliminarBesos
“¿Por qué una mujer se pasa diez años intentando cambiar los hábitos de su esposo y después se queja de que no es el mismo hombre con el que se casó?” (Barbra Streisand).
ResponderEliminarMuy cómica la frase de la Streisand, pero ¿no será que no logra cambiarlo? y además… ¿para qué?
EliminarMe ha encantado y no esperaba el final.
ResponderEliminarEs lo que pretendo en la mayoría de los casos, sorprenderos. Si lo consigo me alegro.
EliminarNada como querer cambiar... y conseguirlo! que no es fácil dar los pasos y que te dejen darlos :)
ResponderEliminarBss ;)
El querer cambiar está dentro de uno mismo y cuando sale fuera es cuando se produce el cambio
EliminarTu relato se adapta muy bien a este jueves de cambios. Suele pasar que se necesitan cambios para recuperar vitalidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Los cambios siempre se hacen necesarios para romper la monotonía.
Eliminarquiere a tu prójimo tal como es, con sus defectos y virtudes; no los cambies ya que es usual que cambian tanto que deja de ser la persona que conociste; y como tu dices a la vieja usanza, y quien dice que aquel silencio es el complemento de tus ganas de conocer...
ResponderEliminarabrazos!
Ese es un mandamiento divino y por lo tanto muy difícil de llevar a cabo.
EliminarAquí podríamos recurrir a aquello de más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Es bueno cambiar para evolucionar, pero claro depende de lo que se trate, porque no siempre sale bien la jugada, ni se sale ganando.
ResponderEliminarBesos.
Me gusta eso que has dicho que es bueno cambiar para evolucionar, siempre trae algo positivo el cambio, según creo yo.
EliminarUn buen texto , donde demuestra la madurez de esa mujer que luchó por salir de su monotonía y comenzar a vivir de nuevo , y muy sensata no pretendió en ningún momento de cambiar a su marido sino compartir con él sus nuevos logros .. Un bueno .
ResponderEliminarBBSS.
Me parece bien la lectura que has hecho del relato, aunque la historia podría seguir distintos derroteros, eso depende del lector/a.
EliminarBesos
A veces con renovar un poco la ilusión alcanza😊 un abrazo
ResponderEliminar… alcanza para seguir respirando...
EliminarMuy bueno, me causó mucha gracia y a la vez motivo de reflexión.
ResponderEliminarLos pequeños cambios nos permiten respirar más ancho.
Excelente.
besos
Muchas gracias.
EliminarNos permiten respirar más ancho y más profundo también.
"¿que pintaba ella en una casa que rezumaba el tedio de la soledad acompañada?." excelente pregunta para iniciar su transformación personal. Y si el marido, la acepta, estupendo que no lo cambie. Hombres buenos, realmente buenos, no abundan. Jaja
ResponderEliminarBesotes,
(Me alegro de haberte hecho reir con mi relato).
Sí la pregunta da pánico, o cambias o te mueres, jejejeje
EliminarMe ha encantado tu relato. Lo que está claro es que hay que reciclar algunas cosas, para crecer.
ResponderEliminarY ese final qué bueno estuvo.
Un besazo.
Continuamente hay que estar reciclando, continuamente.
EliminarPequeños cambios que permiten sentirse mejor y vamos, que sea en nosotros mismos, qué mejor.
ResponderEliminarMe gustó y me has hecho reír.
Un abrazo
Me gusta que te rieras leyéndome, jajajaja
EliminarLastima que no comaprta los paseos, cine, teatro con su compañero no??? asi sea la vieja usanza
ResponderEliminarPrecioso leerte
Cariños
Lástima que hay muchos casos de esos.
EliminarLa monotonía y rutina es lo peor que hay, y en este caso ella se dió cuenta de que debía hacer algo, y así se arreglo todo, por la voluntad de ella.
ResponderEliminar¿Por que será que las mujeres nos damos cuenta de esa rutina antes que los hombres?
EliminarMe ha encantado porque es muy, muy real. Es una situación que he vivido muy de cerca en algunas personas. Muy bonito relato.
ResponderEliminarMuchos besos.
Debo tener una mente poco imaginativa cuando me ciño al patrón real, jejejeje
EliminarA ver si le contagia al parejo las ganas de dar un nuevo rumbo a la vida.
ResponderEliminarEso del "parejo" me ha gustado.
EliminarHay cambios necesarios... y cosas que no tienen por qué cambiarse ;) Me gustó mucho la forma de pensar de la protagonista.
ResponderEliminar¡Besos!
Todo está bien si se ajusta a lo que cada cual quiere ¿no te parece?
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