Dorotea nos conduce este relato añadiendo a las reglas de cada jueves, otras puestas por ella: elegir entre los paquetes de palabras que ha dado y con ellas confeccionar el relato, empezando por la letra que vaya al principio del paquete.
Para leer los relatos pinchad aquí
El paquete elegido por mí es este paquete:
R
MADRINA
NORTE
OLIVO
Rafaé, el hijo del "cabesón", como se le conocía en la aldea, salió de la casa de su MADRINA, donde se alojaba cuando venía por estos lares y se encaminó al pequeño olivar que tenía a las afueras de la aldea andaluza que lo había visto nacer, no sólo a él, sino a todos los antepasados de los que tenía noticias.
Rafaé vivía en el NORTE donde las circunstancias de la vida lo llevaron como emigrante con idea de reunir un dinerillo que le permitiera volver a su lugar de origen y vivir de los veinte olivillos, no más, que tenía su familia como herencia de sus abuelos, pero se enamoró de una guapa norteña, se casó y se quedó allí. Fue prosperando y cada vez le resultaba más difícil levar anclas y venirse para el Sur.
Cuando su padre vio cercana su muerte, su madre había fallecido antes, le hizo prometer: que lo enterraría en el OLIVO, donde yacía su madre, que era el que daba sombra a la parte posterior de la casita, quería estar con ella y al lado de las cuatro paredes que habían sido su hogar. También le rogó que nunca vendiera los pocos olivos que tenían y que se mantuviera firme ante las artimañas de los olivareros colindantes que intentarían comprárselos por todos los medios. Gracias a que él mantuvo siempre esta postura, el pequeño olivar podría seguir pasando a las generaciones venideras como había sucedido desde siempre.
Rafaé le enumeró los inconvenientes que eso tendría para él, ya que vivía lejos y su trabajo no le dejaría tiempo para tal encargo. Sin embargo cuando llegó la hora de cumplir el deseo de su padre, no escatimó esfuerzos en venir cada año en la época de la aceituna a recogerla él mismo.
Cuando terminaba la cosecha, se la dejaba a su madrina para que ella la gestionara, sin pedirle nada a cambio, aunque siempre recibía algunos litros de aceite y algunas garrafas de aceitunas de mesa, hasta el año en que murió la madrina que además recibió en herencia la casa en la que él se había alojado tantos años. No dudó en vendarla para con ese dinero acondicionar la casita de sus padres y prepararse una jubilación de vuelta a su raíces.
Si convencería a su mujer o no... ya se vería, no se puede olvidar que venía de la familia de los "cabesones".
Él sería en su aldea: D. Rafaé, el hijo del "cabesón".
Entrañable manera de perpetuar unos olivos. Un texto bien desarrollado, y casi seguro que convence a su mujer, no en vano ese apodo familiar.
ResponderEliminarMuy chullo, Tracy. Un abrazo y feliz jueves
En la sociedad actual lo que se plantea en el relato, se da a menudo porque las familias se desperdigan hacia donde hay trabajo y los padres se van haciendo viejos y los terruños que tienen no saben qué pasará con ellos.
EliminarMuy bien aprovechadas esas palabras para un buen relato.
ResponderEliminarBesos.
Se ha hecho lo que se ha podido.
EliminarUy! Tracy, te lo habrás inventado pero está historia me es familiar. Besosss.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Me lo he inventado, pero estoy en el mundo y sé que hoy día no es extraño que suceda.
EliminarOjala se hiciera realidad este relato en más ocasiones, el otro día en el AVE, de Sevilla-Barcelona, un señor mayor hablaba de lo bien que lo pasaba en la pequeña finca del pueblo andaluz de donde procedía pero que tenía a las hijas en Barcelona..., y dijo algo que me conmovió (y esto es absolutmente cierto no una invención): "Ojala hayan puesto una frontera y me tenga que volver".
ResponderEliminarAl "cabesón" no le va a poner las trabas su mujer sino su descendencia, ¿quién les va a recoger los nietos al colegio?, y luego hablamos de la esclavitud de las multinacionales, ríete de la revolución industrial.
Un abrazo.
Jajaja, muy agudo con lo de los nietos, Sí señor, muy agudo.
EliminarLa de paquetes que encuentro en mi lista de lectura, voy desenvolviendo y geniales historias. como esta que la has montado muy bien hasta llegar al final. Un abrazo
ResponderEliminarEs un gustazo ir desenvolviendo paquetes , es verdad.
EliminarQue lindo texto y que real , pero sin duda él regresaría a sus raíces no solo por la promesa a sus padres sino por él mismo ..el hecho de arreglar la casa significa que su jubilación la pasaría donde esos muros le vieron crecer ..y a buen seguro que convencer a su mujer la convencería el mote por algo lo pondrían jj-- Muy tierno .
ResponderEliminarAbrazos y feliz jueves.
Sí pero el amigo Pitt ha apuntado algo que hay que tener en cuenta a los hijos no les hará gracia que el abuelo se separe de ellos , porque ¿quien recogerá a los niños del cole y con quién los dejarán cuando amanezcan malitos?
EliminarEstoy seguro de que si leen esta entrada la Directora cinematográfica Icíar Bollaín y su pareja, el guionista Paul Laverty, ya mismo te compran los derechos para rodar una pelicula.
ResponderEliminarGenial tu historia y tu forma de exponerla.
Besos.
¡¡¡Alaaaaaa!!!
EliminarMe has cogido una directora de culto para mí, si eso se diera primero
Besos
Y es que, somos… esas raíces que tiran, irremediablemente, de nuestro corazón…
ResponderEliminarUna historia entrañable y amena. Me encanta como la has narrado, y ese bello poso y sonrisa que queda en el alma tras leerla…
Un placer, mi querida Tracy.
Abrazo grande, y feliz día! 😘
nuestras raíces están en nuestro ADN.
EliminarUn placer tenerte como lectora de mis textos.
Aprovechaste muy bien las palabras en la historia, con un sentido profundo.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Sara
EliminarHasta los inventos a veces nos son familiares, la que nos compartes hoy es muy ral amiga, como la vida misma.
ResponderEliminarFeliz jueves Tracy.
Un fuerte abrazo.
Yo también lo creo, así lo he dicho más arriba.
EliminarVendarla?
ResponderEliminarLa vendó o la vendió?
Je.
Jajajaja
EliminarBuen abono para el olivo... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Buenas tienen que estar esas aceitunas ¿eh?
EliminarBravo por un gran relato lleno de emotividad.
ResponderEliminarUn abrazo Tracy
Muchas gracias, amigo.
EliminarJo, como me gustan siempre tus relatos. Tienes una gran imaginación y creas hermosas historias.
ResponderEliminarUn besazo.
Qué bien me consideras querida Carmela.
EliminarY así sucesivamente, son bonitas las tradiciones que pasan de generación en generación, afianzan las raíces y estrechan lazos
ResponderEliminarMás que tradición es una herencia con la que se ha ido manteniendo la familia de generación en generación.
EliminarMuy auténtico, este relato que podría ser la historia de muchas familias con hijos emigrantes y la dificultad de respetar y conservar esas herencias minúsculas. Me ha gustado mucho! Gracias por participar y un abrazo
ResponderEliminarSíes unas circunstancias que se repiten en las familias más desfavorecidas económicamente.
EliminarTu relato de hoy recoge muchas realidades de familias de aquí, del sur.
ResponderEliminarSeguro que Rafaé vuelve en su jubilación a su añorada tierra. Creo que es justo y merecido.Y si es "cabesón", no me cabe ninguna duda :)
Bss.
Jajajaja, esperemos que sí sea.
EliminarUn cuento muy real de trazas costumbristas. Me ha gustado mucho amiga. Un beso. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias a ti por leerme y comentar.
EliminarJolines haces que me vea reflejada en Rafae, no en cuanto a los olivos que no tengo, si en cuanto a las ganas de volver. Precioso relato, besos.
ResponderEliminarPues , no lo dejes, vuelve cuanto antes.
EliminarLa tierra llama y las raíces, como el agua, saben de su cauce.
ResponderEliminarMe ha encantado este relato. Se nota que sabes de qué hablas por mucho que lo hayas inventado.
Un gusto leerte y un beso.
Sé de lo que hablo porque esto ha sido y sigue siendo una constante en mi tierra.
EliminarSeguro que la convencería, la tierra tira mucho, y en estas cuestiones sentimentales más.
ResponderEliminarUn abrazo
También lo creo yo,,,,
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