Este tema lo propone Mª José moreno y se puede tratar desde distintos puntos de vista, así es que os animo a que leáis lo que escribamos sobre él aquí
Ella aparecía en la playa todos los días, a esa hora en la que el crepúsculo tiñe el cielo de tonos rojizos.
Era una mujer esbelta y guapa, el arrebol del atardecer prestaba a sus rasgos aún más belleza de la que tenía.
Paseaba descalza con un vestido blanco de corte ibicenco que le llegaba a media pierna y que era mecido por la brisa marina, dotando a su figura de apetecible sensualidad.
Ocultaba sus ojos tras unas gafas de sol que le permitían mirar sin ser vista ante los curiosos que le cedían el paso. Se tocaba con un Borsalino, que dificultaba contemplar sus facciones a no ser que se esperara al caer la noche, momento que ella se sentaba en el roquedal que había al final de la playa, se despojaba de sus enormes gafas y las colocaba encima del sombrero que , puesto a su lado , le brindaba la compañía de la que carecia.
Todo el mundo la conocía, pero nadie sabia quien era.
Yo, sentado en el único chiringuito que permanecía abierto hasta bien ebtrada la noche, pedía un Gin Tonic y lo paladeaba pausadamente mientras contemplaba, como si se tratara de una aparición, a la misteriosa mujer que me tenía tan enamorado como intrigado.
Todas las noches acudía puntual a mi cita exactamente igual que ella acudía a la suya, éramos dos seres en la misma trayectoria pero condenados a no coincidir nunca.
El camarero del bar que ya me conocía de verme por allí noche tras noche, me pedía mil disculpas al avisarme que iban a cerrar el establecimiento. Yo me marchaba sin saber si la misteriosa mujer permanecía sentada al lado del mar contemplándolo o se había marchado por otro camino sin tener que desandar lo andado.
La curiosidad y el temor por descubrir la personalidad de esta mujer, me tenían atada a ella.
El verano tocó a su fin y al despedirme del camarero, un hombre de mediana edad y conocedor de su oficio, me deseó un buen viaje y me expresó sus deseos de volverme a ver el próximo año a la vez que añadió con una sonrisa en los labios:
- La Señorita Olvido seguro que se alegrará de verlo por aquí de nuevo.
En ese momento mi rostro se transformó y sólo acerté a pronunciar su nombre:
-¡Olvido... Olvido...!
Era una mujer esbelta y guapa, el arrebol del atardecer prestaba a sus rasgos aún más belleza de la que tenía.
Paseaba descalza con un vestido blanco de corte ibicenco que le llegaba a media pierna y que era mecido por la brisa marina, dotando a su figura de apetecible sensualidad.
Ocultaba sus ojos tras unas gafas de sol que le permitían mirar sin ser vista ante los curiosos que le cedían el paso. Se tocaba con un Borsalino, que dificultaba contemplar sus facciones a no ser que se esperara al caer la noche, momento que ella se sentaba en el roquedal que había al final de la playa, se despojaba de sus enormes gafas y las colocaba encima del sombrero que , puesto a su lado , le brindaba la compañía de la que carecia.
Todo el mundo la conocía, pero nadie sabia quien era.
Yo, sentado en el único chiringuito que permanecía abierto hasta bien ebtrada la noche, pedía un Gin Tonic y lo paladeaba pausadamente mientras contemplaba, como si se tratara de una aparición, a la misteriosa mujer que me tenía tan enamorado como intrigado.
Todas las noches acudía puntual a mi cita exactamente igual que ella acudía a la suya, éramos dos seres en la misma trayectoria pero condenados a no coincidir nunca.
El camarero del bar que ya me conocía de verme por allí noche tras noche, me pedía mil disculpas al avisarme que iban a cerrar el establecimiento. Yo me marchaba sin saber si la misteriosa mujer permanecía sentada al lado del mar contemplándolo o se había marchado por otro camino sin tener que desandar lo andado.
La curiosidad y el temor por descubrir la personalidad de esta mujer, me tenían atada a ella.
El verano tocó a su fin y al despedirme del camarero, un hombre de mediana edad y conocedor de su oficio, me deseó un buen viaje y me expresó sus deseos de volverme a ver el próximo año a la vez que añadió con una sonrisa en los labios:
- La Señorita Olvido seguro que se alegrará de verlo por aquí de nuevo.
En ese momento mi rostro se transformó y sólo acerté a pronunciar su nombre:
-¡Olvido... Olvido...!
Son amores de verano que el olvido borrará.
ResponderEliminarBesos.
... o de toda la vida que no se olvidarán.
EliminarBesos
¿Olvido...Olvido?, ¿no será aquella concejala del PSOE que le dio por salir en pelota picá en la revista Inteviu?, se llamaba Olvido Hormigos, aunque no creo que sea, es demasiado exhibicionista como para ir escondiéndose. :-))
ResponderEliminarNo hijo... no.
Eliminarjajajajajajajaja mira de lo que se acuerda Emilio, ¿esa no es la que se olvidó de que le podían robar fotos del móvil con el Bluetooth? ¡Hasta yo me olvido! jajajajaja.
EliminarBuen relato el tuyo, que nada que ver, claro.
Besos
¿En qué estaría pensando?
EliminarHistorias de verano con nombre propio, conocí a una Olvido pero creo que no era la protagonista de tu encantador relato. Abrazuco
ResponderEliminarSeguro que no, porque mi Olvido es inventada.
Eliminar¡Como siempre, Tracy, un relato muy bueno!!!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besos
Muchas gracias, Maite.
EliminarWuauuuuu me ha encantado que bonito , es super genial de verás podría ser la continuación de un lindo relato de dos seres enamorados sin saber él uno del otro ... muy lindo la manera de ese olvido es fantástico .
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte que te dure hasta el mes de Septiembre feliz mes de Agosto hasta el regreso muakkkkkkk.
me lo pensaré y lo mismo escribo un relato, jejejejejeje
EliminarFeliz mes de agosto, disfruta.y hasta la vuelta.
Ella, ella ya me olvidó
ResponderEliminaryo, yo la recuerdo ahora
era como la primavera
su anochecido pelo
su voz dormida al beso
Y junto al mar la fiebre
que me llevo a su entraña
y soñamos con hijos
que nos robó la playa
Ella, ella ya me olvidó
yo, yo no puedo olvidarla
yo, yo no puedo olvidarla.
Ella, ella ya se olvidó
de aquellas caminatas
junto a la costanera
y el pibe que miraba
Ella, ella ya me olvidó
yo, yo no puedo olvidarla
yo, yo no puedo olvidarla.
Ella, ella ya me olvidó
yo, yo la recuerdo ahora
como no recordarla
en cada primavera
si llega con la brisa
se la lleva la arena
Ella, ella ya me olvido
yo, yo no puedo olvidarla
ýo, yo no puedo olvidarla.
¡Cómo me ha gustado!
Eliminarte agradezco tu generosidad por regalarme tus letras.
Un abrazo
Es una Canción de Leonardo Favio de 1968. Aquí te pongo el enlace :
Eliminarhttp://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.549.6782&rep=rep1&type=pdf
(Cantante Argentino 1938-1212)
EliminarDe todas formas aunque no sean sus letras se ha dado el trabajo de escribírmelas.
EliminarNo lo conocía, voy ahora mismo a buscarlo.
EliminarGracias por tu enlace.
Besitos.
Original manera de representar al olvido, enigmático y nostalgioso. Me gustó tu relato. Un abrazo
ResponderEliminarLa has captado perfectamente.
EliminarUn beso fuerte.
Ayyyy , muy guapo
ResponderEliminarbesinos
Un abrazo Pinky
EliminarMuy buen relato, si señora...
ResponderEliminarBesos y salud
gracias Genín, me emociona que te haya gustado
EliminarOlvido!!! Claro com no se me había ocurrido antes. Es el nombre de
ResponderEliminarAlaska. Muy buena idea Tracy. Un besito.
Ni había pensado en ella.
EliminarYo me enamoré en verano, querida amiga ... varias veces, en otoño me casé
ResponderEliminar¡qué rapidez!
EliminarMe gustó mucho,cariños.
ResponderEliminar<<<<alfa, muchas gracias.
EliminarEl gin tonic, el bar, tantas formas de buscar a "Olvido". Al menos por un tiempo podía disfrutarlo, en ese lugar había encontrado algo que en ningún otro podría. Es un relato excelente, Tracy.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Gracias Sindel, hasta ahora no he podido dártelas, el puto internet...
EliminarMe pregunto cómo se puede poner a un bebé ese nombre...Olvido!
ResponderEliminarBuen fin de semana!
Pensándolo así...
EliminarA veces solo falta dar un pequeño paso para conocer la persona amada, en este caso el tiempo le daría una segunda oportunidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Nada me gustaría más.
EliminarMe hiciste recordar, curioso con el tema de esta semana, de la historieta El loco Chavez, de Horacio Altuna. En algún momento aparece una rubia llamativa, llamada Olvido.
ResponderEliminarCreo que ella será quien de el paso de conquistarlo. Lo que será bueno para ambos.
Un abrazo.
No lo conozco, tendré que investigar.
EliminarGracias y besos
Original manera de afrontar el tema de esta semana y tan bien relatado que yo he visitado esa playa, he conocido a Olvido y te tomado un gin tonic. Gracias por participar. Un beso
ResponderEliminarJajajaja.
EliminarGracias a ti por conducirnos y un abrazo.
ResponderEliminarHola, Tracy
Que nostálgico y sublime texto. Me encanto como elaborastes ese olvido con tu personaje. El final es arrollador. Da para una continuación sobre la señorita olvido.
jajajaja, lo mismo te hago caso y lo continuo.
EliminarQue buen realto me a gustado mucho, me ha dejado una sensación de nostalgia y un poco de tristeza
ResponderEliminarDesde luego es para ponerse triste con esta terrible enfermedad.
EliminarPues tiene casi el glamour de una pelicula de los años 50, me ha encantado como va pasando todo y el giro del final. Muy buena, besos.
ResponderEliminarNo lo había pensado, pero ahora que lo dices...
Eliminar¡Hola! Que linda historia nos has compartido, interesante forma de abordar el olvido. Me gusta mucho, como te dijeron da para una segunda parte.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Creo que no voy a tener más remedio que hacerla, aunque ya sabes lo que se dice por ahí, "que segundas partes nunca fueron buenas"
EliminarBuena vuelta de tuerca Tracy, muy buena.
ResponderEliminarBesos
Jajajaja, gracias San.
EliminarA ver si es que los dos querían coincidir y ninguno se atrevió a dar el primer paso...
ResponderEliminarSalu2.
No van por ahí los tiros, creo yo.
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