El tema de esta semana está servido. Si queréis ir al circo entrad aquí
"Había una vez un circo..."
Crecieron con el soniquete de esta canción que tenían como protagonistas a Gabi, Fofó y MiliKi y desde pequeños los mellizos Gómez jugaban a ser trapecistas, payasos, domadores o incluso acomodadores de un circo.
Fueron cumpliendo años y la ilusión por hacerse artistas circenses, lejos de desaparecer, iba en aumento con el consiguiente disgusto para la familia que los veía ensayar las diferentes acrobacias en el patio de la casa sin miedo al peligro.
Al cumplir la mayoría de edad se enrolaron en un circo que llegó a su pueblo.
El Direcror del Circo les hizo diferentes pruebas y los contrató concediéndoles lo único que los hermanos habían pedido antes de firmar el contrato: trabajar en la última función que se celebrara en el pueblo y así sus padres quedarían satifechos de su destreza. Y así fué.
Los padres asistieron expectantes a cada número que aparecía en pista deseosos de ver a los mellis actuar, pero a medida que transcurría la función sin que ellos aparecieran iban desilusionándose y pensando qué papel les habrían reservado.
Por fin en el último número de la tarde, tras un repiqueteo de tambores y una explosión musical, por lo altavoces se oyó:
- Niños, niñas, la actuación que estábamos esperando:
" Los pequeños acróbatas"
La pista se inundó de pequeños genios de la acrobacia
Los padres de los mellizos Gómez enseguida los reconocieron y se alegraron de ver, no cómo sus hijos hacían perfectas piruetas, sino de cómo se podían haber metido en la piel de dos enanos adorables con sus veinte años.
Por un momento se habían olvidado de que sus hijos sufrían la ausencia de la hormona del crecimiento.
Crecieron con el soniquete de esta canción que tenían como protagonistas a Gabi, Fofó y MiliKi y desde pequeños los mellizos Gómez jugaban a ser trapecistas, payasos, domadores o incluso acomodadores de un circo.
Fueron cumpliendo años y la ilusión por hacerse artistas circenses, lejos de desaparecer, iba en aumento con el consiguiente disgusto para la familia que los veía ensayar las diferentes acrobacias en el patio de la casa sin miedo al peligro.
Al cumplir la mayoría de edad se enrolaron en un circo que llegó a su pueblo.
El Direcror del Circo les hizo diferentes pruebas y los contrató concediéndoles lo único que los hermanos habían pedido antes de firmar el contrato: trabajar en la última función que se celebrara en el pueblo y así sus padres quedarían satifechos de su destreza. Y así fué.
Los padres asistieron expectantes a cada número que aparecía en pista deseosos de ver a los mellis actuar, pero a medida que transcurría la función sin que ellos aparecieran iban desilusionándose y pensando qué papel les habrían reservado.
Por fin en el último número de la tarde, tras un repiqueteo de tambores y una explosión musical, por lo altavoces se oyó:
- Niños, niñas, la actuación que estábamos esperando:
" Los pequeños acróbatas"
La pista se inundó de pequeños genios de la acrobacia
Los padres de los mellizos Gómez enseguida los reconocieron y se alegraron de ver, no cómo sus hijos hacían perfectas piruetas, sino de cómo se podían haber metido en la piel de dos enanos adorables con sus veinte años.
Por un momento se habían olvidado de que sus hijos sufrían la ausencia de la hormona del crecimiento.
Si es que la desmemoria hace milagros!!!
ResponderEliminarEl amor de unos padres lo puede todo.
EliminarNo les queda otra a los padres que ceder al deseo de sus hijos, y más cuando tienen maña en el oficio.
ResponderEliminarBss.
¿Qué no serán capaces de hacer unos padres?
EliminarQué bien nos has conducido a ese triste y entrañable mundo del circo, para ofrecernos un final apoteósico con ese triple salto mortal y medio.
ResponderEliminarGracias Macondo, me río de lo del "triple salto mortal y medio"
EliminarBuen final, Tracy.
ResponderEliminarSalu2.
Me alegro que te haya gustado.
EliminarUna bonita historia, siempre hay alguno en el circo pero cada vez están mas en otros trabajos. Abrazo
ResponderEliminarAfortunadamente es así.
EliminarAmiga mía. qué bueno. Los enanos estaban casi obligados a actuar en circos, por suerte ahora no es así.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, la vida afortunadamente va cambiando, lentamente, pero cambiando.
EliminarQue bella historia con un final sorprendente ..la vida siempre regala aunque no lo veamos así ..ellos se buscaron su vida y consiguieron su felicidad ..
ResponderEliminarUn feliz jueves ..Besotes.
La verdad es que el final e ha gustado y me ha sorprendido hasta a mí.
EliminarBella , pero triste historia, con esa tristeza que suelen tener todos los circos, cuando se apagan las candilejas y dejan de sonar las fanfarrias.
ResponderEliminarPrecisamente hoy, me he cruzado en Castellón, con un avejentado componente de la troupe del Bombero Torero.
Besos.
¡Qué casualidad! ¿Mira que si al que te has encontrado por Castellón es uno de mis protagonistas?
EliminarTracy.... me encantas cuando nos cuenta una historia (poco triste!) como esa.
ResponderEliminarEl final es la llave de como se debe acabar un cuento triste.. con sorpresa!
Abrazucos!
Gracias por tu comentario, me ha gustado mucho.
EliminarY así lograron lo que deseaban, convirtiendo una desventaja en una ventaja.
ResponderEliminarY recibieron aplausos.
Un abrazo.
.... y colorín, colorado...
Eliminar¡Tremendo olvido!
ResponderEliminarBesos y salud
Yo mejor diría : "bendito" olvido.
EliminarNo sé porqué, pero el circo nunca me ha llamado mucho la atención. Los leones y elefantes enjaulados nunca me gustaron, los payasos me hacian poca gracia y un poco de miedo y los trapecistas me hacian sufrir demasiado. Ya ves que soy un poco rarillo, jajaja.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
En eso me parezco un poco a ti, creo que a mis niñas no las llevé al cico o las llevé muy poco, en cabio a mis nietos muchísimo.
EliminarTodo es posible si hay empeño. El circo siempre existirá aunque ya no sea como antes. Mi padre nos llevaba todas las temporadas en ferias.
ResponderEliminarUna pirueta azul par ti.
Ummmmmmmmmmmmmmmmmm qué buen aestá la piruleta!!!
EliminarHace tiempo que no voy al circo. Estuve tentada con asistir a una función en Cádiz y con unas cosas y otras, se me pasaron los días y regresé a Córdoba sin asistir a ninguna función.
ResponderEliminarBesos
El circo tiene los dos extremos o le gusta muchísimo a la gente o no le gusta nada.
EliminarMe parece perfecto que en el circo haya acróbatas, payasos, equilibristas...
ResponderEliminarpero NO animales.
Besos!
Depende de como estén de bien cuidados, porque algunos dan pena.
EliminarPues no estoy yo muy por la labor de que los enanos trabajen en el circo....pero si para estos era su ilusión, adelante! Besos.
ResponderEliminarTe comprendo.
EliminarSiempre vi la vida en esos circos como algo poco deseable y nada feliz pero como en tu relato, bien puede ser escape para alcanzar un sueño. Un abrazo
ResponderEliminarPara alcanzar un sueño y para ganarse la vida.
EliminarCrear y sorprender. Es la mejor forma de sobrevolar las circunstancias, Tracy.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo para ellos y para ti por tu buena historia.
Mi abrazo y feliz fin de semana.
Otro abrazo para ti muy, muy fuerte.
Eliminara veces una desvantaja es una ventaja.
ResponderEliminarbesosssss
Depende de como se viva. Siempre hay que intentar sacar lo positivo de allí donde no esté a simple vista.
EliminarLa magia del circo, transformar una supuesta deficiencia en algo mágico. Un abrazo
ResponderEliminarSon los pades los ponen la magia.
EliminarBesos.
Ausencia de memoria...o cómo unos padres ven a sus hijos con otros ojos...
ResponderEliminar¡Lo has clavao!, eso es lo mismo que ese dicho que "Hasta loe escarabajos les dicen a sus hijos: venir mis luces"
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