CARMEN BOLICHERA

El lunes fue su día grande y este pueblo marinero se hizo, todo él, fiesta.
A las nueve de la noche salía de su templo

llevada a hombros de sus marineros uniformados de un blanco impoluto para pasearla por las calles y plazas del barrio

a través de una lluvia de pétalos de rosas que caían de los balcones,

 hasta la media noche que la metieron en la mar, esa mar en la que se juegan la vida para llevar el pan a sus hijos.

Con la emoción en su mirada, cantaban la salve marinera mientras la paseaban por entre las olas, brazos en alto para que el agua no mojara a su reina, a la par que el cielo se iluminaba por los fuegos artificiales que la saludaban con salvas.

La muchedumbre se echó al mar para acompañar en su paseo a la Señora.

Fue emocionante estar ahí porque a pesar de que cada año se repite la misma tradición, nunca es igual porque el estado de la mar varía. Es curioso que a pesar del gentío que se congrega tanto en la playa como en el mar, jamás ha ocurrido ningún percance, "La Bolichera" sabe cuidar de su gente.
Si alguna vez estáis por aquí el dieciséis de julio, no dejéis de asistir a este evento,  independientemente de cuales sean vuestras creencias religiosas. Disfrutaréis, ¡seguro!
¡Hasta el año que viene, si Dios quiere, Bolichera!