UN DÍA DESPUÉS

aún sigo pensando en lo que ha sucedido en Bcn. Ya debería estar acostumbrada con tantas escenas similares en nuestro  país y en otros, pero aún se me revuelven las tripas al pensarlo y a los que cometen estas barbaridades y siguen con vida, parece que no les deja huella ya que sólo piensan cuando tendrán otra oportunidad para perpetrar otra masacre.

 ¿En aras de qué?

Ayer mis ganas de fiesta quedaron sesgadas desde el preciso momento que mi teléfono comenzó a emitir avisos y más avisos de llegadas masivas de wassap a esa hora intempestiva entre las cinco  y seis de la tarde.

Amigos tan lejanos en el tiempo y en el espacio, que me hizo sospechar que algo estaba ocurriendo, quería abrirlos todos a la vez, pero algo me paralizaba a la hora de leerlos.

Fueron segundos que me parecieron eternos y comprobé que junto al dolor y la rabia que me mordía el alma por lo sucedido, sentía el sentimiento de agradecimiento por esos amigos, que se hicieron uno desde distintos lugares para interesarse por mi gente de Bcn.

La respuesta más rápida, para no demorarme en contestar a todos y cada uno de los que me habían escrito era: 

- Estamos bien. Muchas gracias. Un abrazo.

Luego pensé que de los miles de wassap que se pondrían ayer, hubo catorce personas que no pudieron contestar a quienes se interesaron por ellas, personas de muy diversas nacionalidades que encontraron su final en una ciudad que no era la suya y que el único mal que había hecho era el ser una ciudad abierta, pacífica y democrática. 
Pese a quien pese lo seguirá siendo, porque es lo que queremos toda la gente de buena fe que al pensar en  nuestros hijos y en nuestros nietos deseamos que vivan en una sociedad donde se ejerciten estos valores que sus mayores han reivindicado y continuarán reivindicando.