EL TIEMPO DE AQUELLOS TIEMPOS

Este año como he tenido suficiente tranquilidad me he dedicado a observar eso que los antiguos decían que era el método más infalible para pronosticar el tiempo del siguiente año: las cabañuelas

Y más o menos comprendo que fuese fácil acertar, los primeros días de agosto refresca y son los que corresponden a los meses de invierno, etc. No sé si el año pasado preveyeron, por este método, el mal tiempo que iba a hacer en estos primeros días de Septiembre.
Todo ésto me ha traído a mi memoria al frailuco de cartón que había en casa de mi abuela.

Lo recuerdo siempre encima de un mueble, señalando con la varita en la columna, el tiempo que haría.
Aún hoy, no me explico como el fraile acertaba siempre, porque toda su ciencia consistía en tener una tripa de cerdo por detrás que según el tiempo, se secaba o se humedecia,  haciendo que el fraile subiera o bajara la varita e incluso se pusiera la capucha si iba a llover.
La magia-potagia ante los ojos de una niña, cuyo afán era  subirse a una silla para explicarse lo inexplicable.

Independientemente del tiempo que se predijera, el resultado para mí siempre era el mismo: la regañina por subirme a la silla, de la que me podía caer, acompañada de la pregunta-respuesta de mi abuela:
- ¿Para que querrás tú saber el tiempo que va a hacer?, ni que tuvieras que ir a trabajar al campo.
Mi abuela no sabía que a mí no me interesaba el tiempo que haría, sino averiguar el misterio que el fraile encerraba.
O quizás lo sabía tan bien, que  por eso no quería que lo tocara, pues corría el riesgo de quedarse  sin su particular "hombre del tiempo".

Me pregunto si el frailuco de casa de mi abuela hubiera acertado hoy con los efectos del cambio climático.