Os presento a la abuela de las cafeteras de última generación que en estas pasadas navidades han batido el record de ventas.
Pues sí, esta abuelita, con las sienes plateadas por la edad, luce así de espectacular en uno de los escaparates más chic de la ciudad condal.
El único detalle que delata su verdadera edad es ese cordón umbilical retorcido y amarillento que la une al pasado.
En casa de mis padres, además de la típica cafetera italiana, había otra que era idéntica a ésta (¿será la misma?), desconozco si había sido de mis abuelos o la habían comprado en algún viaje. No lo sé. Tampoco sé en qué momento, ni por qué motivo, fue desbancada definitivamente por la italiana ya que a mi padre el café que le gustaba era, precisamente, el de la vieja cafetera.
Al verla en el escaparate, recordé todo ésto mientras podía, casi, oler el café saliendo por los brazos de la te y cayendo directamente a los vasos que se ponían debajo.
Cuando el café terminaba de salir, había que sustituir los vasos por un recipiente con agua para que la cafetera se limpiara por dentro, ella solita, sin ayuda de nadie. Eso sí, al absorber el agua, lo hacía con un tremendo ruido como avisando que el ritual del café había finalizado..
Parecía algo mágico con aromas del pasado.