MAG nos propone el tema de las casualidades. Las podéis leer en su blog.
Se nos dan varias opciones y tendremos que escoger una de ellas sobre la que escribir.
Y SI...un día despertásemos con la capacidad de ver las emociones de las personas de colores a su alrededor ¿Cómo cambiaría la percepción del mundo para nosotros?
Me encantaría adivinar las emociones que sienten las personas con las que trato a diario y la vida me dio la oportunidad de hacerlo mediante un relato escribiendo los cambios que yo experimentaría si realmente viera esas emociones pululando por su alrededor.
Difícil.
Me acosté dándole vueltas a la cabeza de cómo plantearía el tema hasta que me quedé dormida.
Los sueños me trajeron la solución.
En principio soñé con todas aquellas personas de carácter agrio, ceño fruncido y pocas palabras con las que me cruzo cada día y las vi envueltas en sus emociones: el camarero sieso que parecía que llevaba a la suegra subida en la chepa cuando se acercaba a la mesa o me traía el té. Lo veía envuelto en una nube de aburrimiento, cansancio , insatisfacción. ¡Pobre hombre!, pensé, yo sería mucho más siesa que él, si tuviera esas emociones en mi corazón. Desde este momento intenté mirarlo de otra manera e incluso intercambiar algunas palabras con él, que cada vez se fueron ampliándose más.
También se me cruzó en el sueño una señora que hay en la recepción del ambulatorio y otra que hay en la venta de billetes de Renfe, ambas están cortadas por el mismo patrón, porque hasta diciendo el número de turno, tienen mala follá. Esas pobres mujeres iban envueltas en colores oscuros se sentían ninguneadas por su familia, tenían rabia contenida , tristeza, miedo, dolor.... ¡Pobrecillas! y encima yo les pedía que cantaran el número con la alegría de los Niños de San Ildefonso... Empatizaré con ellas, aunque sea difícil, lo intentaré.
Y esa compañera del gimnasio que se cree la reina del mambo, repelente al máximo, ególatra, así la veía yo hasta que en sueños me tomé un chocolate con ella, no sé a cuento de qué y estuvimos charlando amigablemente y le fueron apareciendo un aura de colores que indicaban seguridad, confianza, amor, empatía, sociabilidad. Había encontrado al hombre de su vida, ya mayor y rebosaba plenitud, incluso se tenía que contener para no mostrarse tal como estaba. me contó su historia hasta llegar al presente y desde luego era para sentirse la reina, no del mambo, sino la del desierto con la última Coca-Cola en la mano. La comprendí, cambié por admiración todo lo que había pensado de ella.
Me gustaba el sueño y no quería despertarme, me regodeé en el y logré alargarlo un poco más con una chica treintañera compañera de yoga muy atractiva y de cuerpo escultural, que me extrañaba su inseguridad, inquietud, sensualidad reprimida... y me contó, de vuelta a casa andando, que querría tener una relación estable pero que todos los chicos se acercaban a ella por su físico.
- ¿Y tú cómo lo sabes?
- Porque veo en ellos la presunción, el egoísmo, la astucia, el erotismo, el interés... todas estas emociones envueltas en colores y no me los creo.
- Perdona, ¿Tú participas esta semana en los Jueves de Mag?
- No, ¿qué es eso?
- Luego te lo explico, ¿Te has fijado en Augusto? Habla poco, pero deja dicho, no te piropea como los demás, todo él va envuelto en una gama de azules salpicada de amarillos y rosas. Es muy educado y detallista, inteligente, desprende admiración, anhelo, serenidad, confianza, estabilidad...
Me desperté de golpe sobresaltada y sentándome en la cama grité:
- ¡¡¡¡Coño!!!!, si ese es mi Augusto.