y mi blog se viste de gala para dar el premio anual de:
al margen de los premios y medallas oficiales.
Aquí se da este premio con el corazón a gente nacida en Andalucía y que se lo merecen por su trayectoria, aunque nunca lo recibirían de las autoridades por el hecho de ser personas anónimas.
El 2012 el premio fue para una madre de una hija con minusvalía.
En el 2013 fue para una mujer que tuvo que emigrar en postguerra.
En el 2014 lo recibió un maestro de un barrio marginal.
En el 2015 fue para un Profesor de Universidad.
Este año es para esta mujer de Aldea Quintana una pedanía de La Carlota (Córdoba), se llamaba Francisca Urbano Castro, es un premio a título póstumo.
Fue una mujer adelantada a su tiempo, como dice su nieta, por la época en la que vivió y los obstáculos que la vida le presentó, tuvo que lidiar en un mundo hecho por y para hombres.
Ella no se amedrentó y salió a ganarse el pan diariamente al campo, a bregar a la par que ellos, curtida por el sol y con los surcos de los campos grabados en su rostro igual que ellos y como ellos fumaba puros y los liaba con la misma perfección que los podría liar un hombre.
Sacó adelante a varios hijos como pudo y por si su historia no hubiera sido suficientemente difícil, cuando ya los tenía a todos con la vida resuelta y podía haber llevado una vida más tranquila, murió una de sus hijas y tuvo que volver a empezar con nuevos bríos haciéndose cargo de los tres nietos adolescentes que quedaron huérfanos porque antes que la madre se les había muerto el padre.
Aún teniendo otros hijos nunca dejó de vivir con esos nietos
Yo la conocí con noventa y muchos años: Sus ojos de mirada azul profunda y limpia , me impresionaron. Aún con esa edad era una polvorilla disfrutando cuando sus bisnietos decían de ir a una pizzería o de ir en el coche a algún sitio.
Había perdido el oído pero eso no le impedía participar de las conversaciones que se tenían ante ella.
Cuando yo iba a su casa, bueno a casa de su nieta, me decía bajito, aunque por su sordera era a voz en grito:
- Si no fuera por mí qué sería de esta casa... ¿Quién le iba a calentar a mi Maleni la comida cuando viene de trabajar de la Universidad?
No penséis que Maleni era una joven estudiante universitaria, era universitaria pero profesora y doctora, por lo tanto ya mayorcita, pero aún así, Francisca se creía responsable de ella.
Le había imprimido carácter su vida de responsabilidades.
Parece que la estoy viendo salir a la puerta de la casa a despedirme, siempre vestida de negro con un moño perfecto y ese olor a limpio sin mezcla de colonias ni potingues que sólo tienen las mujeres de los pueblos y parece que estoy oyendo sus palabras siempre protectoras:
- No dejes sola a mi Maleni.
Seguro que quien no la deja sola un momento allí donde esté, es ella.
Mi admiración hacia usted siempre, Señora.