Mi paisano Pepe nos conduce esta semana a bordo de... sólo debemos contarle cualquier anécdota de las que nos haya ocurrido en el trayecto y en su blog podéis leerlas.
SUCEDIÓ A BORDO DEL AVE
Este relato es un "sucedío", como diría el humorista Paco Gandía, de inventado nada y además fue hace poco tiempo.
En uno de mis viajes a Bcn me dieron el billete en el vagón del silencio eso es un verdadero lujo porque nadie te molesta si quieres leer, oír música o dormir; para quien lo desconozca, consiste en que en este vagón tienes que guardar silencio, tú y tu móvil, a lo largo de todo el trayecto.
Me monté en Córdoba y aún no me había acomodado en mi asiento, prometiéndomelas felices, cuando llegó al asiento de delante del mío una gitana mayor, con su hombre que iba en el asiento de detrás.
Por fin se colocaron y con esa gracia y salero que tienen los gitanos, más aún si ya tienen una edad, empezó la historia:
- Manué, ¿tú sabías que no íbamos sentaos juntos? (eso de un asiento a otro hablando en alta voz)
- ¡Pos claro!, anda "muhé", calla y siéntate ¿no ves que no había más billetes?
A todo esto los pasajeros, comprensivos, no decían ni "mu" y mirando a los interlocutores esperaban que el diálogo no se alargaría; pero había dos guiris durmiendo que sin ni si quiera abrir los ojos hicieron un ¡¡¡Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! fuerte y largo.
La gitana, con una gracia que no se podía agüantar, va y dice:
- ¡Cucha el payo! pos tendré que enterarme donde voy sentá por....
- "Muhé", sientate y callate que en este vagón no se pué hablar.
- ¿Qué no se pué hablar? ¿Y tú sabías eso Manué?
. - ¡¡¡Please, shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Viendo que la cosa iba in crescendo la persona que iba sentada al lado del marido le cambió el asiento a la mujer, para que fueran juntos. La mujer mientras se mudaba al asiento que le habían dejado dio las gracias y cuando ya estaban sentados juntos, sin bajar el tono de voz le dijo al marido:
- ¡¡Serás malaje!! yo no puedo estar sin hablar hasta que lleguemos a Barcelona.
En esto empieza a sonar Camarón a toda pastilla en su teléfono, uno de los guiris se levanta le echa una mirada furibunda y se va, imaginamos que a buscar al revisor. Mientras la conversación a través del móvil sigue a voz en grito:
- Papa. que ha sacao los billetes en un tren en el que no se pue habla...
- Bueno en un vagón, Yoli da iguá, pero... ¿esto qué es lo que es?¡que yo me cambio!, que yo no aguanto sin hablá hasta llegá a Barcelona, digo... y tengo que llamar hasta la agüela que no sabe ni que mos hemos venío...
El resto os lo imaginareis: llegó el revisor y lo condujo a otro vagón, digo yo, porque al llegar a Sants me crucé con ellos en el andén y la señora iba hablando por el móvil, que para eso está:
Para hablar.