que estamos leyendo y que tenemos que coger idea para el relato de su página 29.
La idea se le ha ocurrido a MOLÍ y en su blog podéis ver lo que hemos escrito.
Y su página 29 es la siguiente:
Sólo le quedaba esa relación que no sabía como catalogarla, pero que era tan importante para su existencia como el aire que respiraba. Pero había una cosa que no soportaba, que al menos a su llegada a la casa no recibiera ni una muestra de cariño o de alegría hacia él cuando lo veía, tras un día entero vagando por esos campos.
Él, que había acomodado su vida a una monotonía horaria para que no le quedaran huecos sin rellenar, en los que pudiera echar en falta esas muestras de cariño que son la sal de la vida, ahora las echaba de menos porque las había vivido en sus propias carnes en un tiempo ya lejano.
Pensaba que si algún día él no volviera a casa, nadie notaría su ausencia, era entonces cuando se replanteaba su vida y pensaba que siempre quedaba alguna rendija por la que se adentraba el dolor que suponía estar carente de emociones.
Él la quería desde el mismo momento que decidió compartir su vida con ella bajo el mismo techo.
Pensó que no era honesto por su parte exigir más de lo que daba ella que era el cuido de la casa, así es que al día siguiente, cuando comenzaba su rutina por los campos, la llevó con él y la dejó en libertad para que hiciera honor al nombre que él mismo le puso cuando decidió llevársela consigo.
Cogió su hocico le levantó la cabeza y mirándole a los ojos le dijo:
- Libertad, porque te quiero, te dejo libre.
Ni un guau, ni un lastimero quejido, ni un rabo entre las patas...
Trabajó todo el día con el alma partida pero cuando llegó a la casa, más tarde que de costumbre, Libertad estaba cobijada en el porche, él se puso muy contento, se agachó para acariciarla, pero ella no se inmutó, sólo le mantuvo la mirada dándole a entender que su razón de ser era cuidarlo y vivir para él.
Desde entonces él la miró con los ojos del alma.