Nos dirige CAMPI, el reto no puede ser má atractivo, hasta la imagen que lo sugiere ese una maravilla
Vamos a intentar estar a la altura de la convocatoria.
Soy muy dada a estos viajes sensoriales, más en Navidad que en otras épocas del año porque es ahora cuando al salir a la calle, toda abrigadita, y sentir en mi rostro el aire fresco de la mañana, automáticamente me pongo en modo etéreo y me marcho al tiempo de mis diez-doce años en los que volvía del internado con mis padres y nos íbamos a pasar las vacaciones a casa de mi abuela.
¡Qué alegría de Navidades, cómo me gustaban!
Desde el mismo momento de tocar el llamador de la puerta, esa mano de bronce con la pelota que, hasta me parecía cálido por su tacto suave, era como llamar a las puertas del cielo.
Escuchar las voces del interior repitiendo:
- ¡Ya está aquí la niña!, ¡ya está aquí la niña!
Era una verdadera sinfonía para mis oídos, me sentía tan querida... que en los pocos segundos que tardaban en abrir la puerta, a mí me daba tiempo a hacer el firme propósito de portarme bien, para pagarle ese cariño con el que me recibían.
Nada más abrir la puerta me envolvía la atmósfera navideña que se respiraba, no había bombillitas de colores, ni árbol, ni si quiera un Nacimiento, sólo un Niño Jesús en su cuna y al lado una bandeja con mantecados y otra con Marie Brizard y copas.
Toda la casa olía a dulces de Navidad, qué buenos estaban los pestiños de mi abuela, no he encontrado otros iguales, se me hace la boca agua sólo de pensar en ellos, noto cómo se me deshacían en la boca, cierro los ojos y parece que los estoy comiendo .
Regreso al aquí y ahora, no es tan fácil, después de ese paseo sensorial.
Me sirvo una copita de aquel licor, que nunca falta en mi casa por estas fechas.
Pero no es lo mismo, a pesar de tener Árbol, Lucecitas y un Misterio, existen tantas diferencias...
No sólo faltan los Pestiños de mi abuela sino otra pequeños símbolos llenos de significado para mí como el llamador con la mano de bronce convertido en un portero automático frío y distante y sobre todo faltan las voces llenas de amor de Dominga, de mis tías, de mi abuela diciendo:
- ¡Ya está aquí la niña! ¡Ya está aquí la niña!
Porque tampoco existe aquella niña.
Cada año falta más gente y los recuerdos bonitos se emocionan.
ResponderEliminarHasta que faltemos nosotros...
EliminarBom dia de Paz, querida amiga Tracy!
ResponderEliminarSuas recordações infantis, com a primazia da audição, me remeteram ao lado bom da vida quando ia à casa da minha avó amada.
A criança pode nao mais estar, porém seu coração se expande além da saudade.
Linda participação!
Tenha dias de dezembro abençoados!
Beijinhos fraternos
Ya te deseo una buena noche llena de paz y felices sueños con aquellos tiempos felices.
EliminarHola, Tracy.
ResponderEliminarSí, nos haces viajar en Navidad con los sentidos ¡Fenomenal!
Un abrazo fuerte.
¡Feliz Navidad!
También hay una nueva entrada en mi blog, por si te apetece pasar.
Es el mejor tiempo para viajar con los sentidos, porque no hay que pasar frío y la gente está predispuesta a soñar bonito
EliminarTracy, emocionante essa viagem que fizeste...
ResponderEliminarO Natal não é mais o mesmo! Tudo mudou... Mesmo apenas com o Menino Jesus na manjedoura, sem luzes, sem brilhos , aqueles Natais te marcaram e deles tens saudades... As vozes cheias de alegria que vibravam com tua chegada não existem mais, nem as bolachinhas da vovó...
Adorei,Tracy! Bela participação!
beijos, chica
Esas palabras era ¡Alegría! ¡Felicidad! que recuerdos regresan, emotivos pensamientos y el agradecimiento de conservarlos.
ResponderEliminarGracias, Tracy, por este recorrido sensorial donde tus recuerdos son preciosos y como te entiendo esa voz de la abuela, ese Cariño y esa voz , nunca se nos olvida. El amor sentido en la niñez ese perdurará el resto de nuestros días. Un besazo y muy feliz resto de semana.
ResponderEliminarQue bonitos recuerdos,Tracy. Aunque siempre quede un poso de nostalgia cuando hacemos estos viajes sensoriales, merece la pena volver a ellos. Un abrazo
ResponderEliminarUn muy hermoso y tierno relato, pero habra que cambiarle el final, esa niña si existe aun y tiene todo el espiritu y la alegria intactas. Un abrazote Tracy.
ResponderEliminarPreciosos recuerdos grabados a fuego... conmovedor!
ResponderEliminarUn abrazo
Viajar con los sentidos es lo más y si es en navidad ahí tenemos bellos recuerdos para disfrutar.
ResponderEliminar😘🫂🤗♥️👍
Tus evocaciones iluminan el presente como faroles antiguos: cada memoria late con vida propia y nos invita a viajar con los sentidos, son chispas que encienden el viaje interior.
ResponderEliminarSi me permites, Tracy, yo creo que sigue existiendo esa niña ;)
ResponderEliminarLa escena que creas se imagina perfectamente y de igual manera se sienten las ausencias.
A disfrutar de la Navidad con licor, otros pestiños y personas queridas.
Un besazo
Pues acabo de ver a esa niña al leerte y creo que es ella quien escribe este relato pleno de bonitos recuerdos.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Ese Marie Brizard era de esos licores (anís en este caso) que resultaban tan peligrosos porque entraban muy fácil a pesar de los grados que tenían.
ResponderEliminarVolver al pasado en Navidad todo se vuelve magia. Mientras te leo los recuerdos se hacen presentes en mi memoria. Para mi todo es importante por aquellas fechas...Tengo grabados en el recuerdo hasta sonidos y voces.
ResponderEliminarUn saludo de Buscador
Feliz Navidad
Também sinto muitas saudades do Natal na casa da minha vovó.
ResponderEliminarTempos felizes que não voltam mais,
Tracy.
Linda a sua Participação.!
Beijinhos
Verena
Se me abre el apetito.... donde y el tacto de la manilla... una locura, se abrió una puerta maravillosa
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