Sentada frente a mi mar bolichero, lo contemplo.
El tiempo parece detenerse acunado por el murmullo acompasado de las pequeñas olas que rizan su superficie.
Aspiro el olor a yodo y sal que todo lo inunda.
Noto cómo el sol acaricia mi piel mientras la brisa me envuelve.
En una apacible somnolencia, pienso en todo o quizás en nada.
Una barca faena aprovechando la traquilidad de las aguas.
Yo voy a intentar hacer igual: faenar en mi interior aprovechando la bonanza.
Qué poético!!
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