TÉ A LA ORILLA DEL MAR

Como despedida de estos días, no me quiero ir sin tomar el té con vosotros. Estoy hecha un mar de confusiones, son tantos los lugares que merecen hacer un alto en el camino para sentarse a tomar un té y experimentar la calma del paisaje, que no sé cual elegir. 

Me parece que voy a optar por Agua Amarga,

 dentro del Parque Natural de Cabo de Gata, la  verdad es que no he salido de él y me he quedado con ganas de más.
Pues aquí mismo en  uno de esos restaurantes a pie de mar,

nada de pastas, te ofrecen un yogurt hecho por ellos y si te apetece, le echan crema de limón, natural.
 No veáis como está de bueno.

Han optado por lo sano y lo auténtico.
 Hasta en la decoración: el esparto y 

y la flor de pita son los reyes.

Y vamos al té, que es a lo que estamos, los hay de todas clases. 

Lo tomamos y nos damos un paseo por la playa, en sus límites siempre presente la piedra

y las pequeñísimas calas de agua transparente, en las que da pena meter el pié por miedo a enturbiarla.

Y ahora que cada cual haga lo que le apetezca, tumbarse al sol, andar, bañarse ... aunque os anuncio que el agua está fría.
Espero haberos transmitido mi entusiasmo por esta tierra que a pesar de no ser la primera vez que la visito, sí lo he hecho más reposadamente y la verdad es que me ha vuelto a conquistar.