miércoles, 18 de agosto de 2010

NOCHE DE TORMENTA

                                  Mi ciudad me recibió enfurecida y tormentosa, pero...¡bellísima!
                 los relámpagos que surcaban su cielo le daban un aspecto tan irreal como hermoso.
 Desde mi cama, frente a la ventana de par en par, tenía el encuadre perfecto para contemplar el espectáculo.
 Los truenos, empapados de lluvia, retumbaban en mis oidos con toda clase de onomatopeyas.
 Cerré los cristales pero seguía absorta  mirando sin parpadear a través de ellos.  Entre relámpago y relámpago, la obscuridad más absoluta sobrecogía...
Siempre me ha dado miedo la tormenta, un miedo primitivo y primario como el que debieron sentir nuestros ancestros cuando veían partirse en dos el firmamento a la vez que un ruido sin medida sumía a la naturaleza en un silencio ensordecedor que lo inundaba todo.
     Una vez más me he sentido empequeñecida al contemplar la aparatosa exhibición de la Naturaleza.
Millones de siglos de cultura se han esfumado y me he quedado reducida a aquel primigenio ser humano que cada cual llevamos en lo más recóndito de nuestro ser.




                                                                               

                                                                        

            





                                                                          


                                                                             
                                                                            
                                                                    

12 comentarios:

  1. Es cierto ante la fastuosa Naturaleza yo también me siento muy pequeña...pero nunca me han dado miedo las tormentas,tengo un vago recuerdo de ver a mi madre explicándonos con sencillas palabras a mis hermanos y a mí cómo se produce una tormenta,quizás eso me tranquilizó...Después de ver el relámpago,nos gustaba esperar a que sonara el trueno para taparnos los oídos
    Hoy me ha dado por los recuerdos...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. El otro día aquí se puso igual. Pero no conseguí hacer ninguna fotografía... Un bs

    ResponderEliminar
  3. Acá por lo general no hay ni truenos ni relámpagos, la verdad que se extrañan...dan un espectáculo fantástico si uno se sacude el miedo!

    ResponderEliminar
  4. unas fotos espectaculares Tracy...mmm a mi tambien me dan un poco de cosilla las tormentas :)
    por cierto estoy de sorteo en mi blog , pasate si quieres, me sabria mal que te lo perdieras!
    un abrazo, Olga

    ResponderEliminar
  5. ¡qué preciosas fotos! es normal sentir miedo, pero como se suele decir "después de la tormeta siempre llega la calma......" Bsos!

    ResponderEliminar
  6. A mí me encantan las tormentas y la lluvia torrencial, siempre y cuando me pille bajo cobijo. De alguna manera te hace sentir más a salvo ante el peligro.
    AHhhhhhhhhh , la naturaleza incomparable

    ResponderEliminar
  7. Menuda tormenta tuvisteis!!!! Lo oí por la radio correcaminos y enseguida pensé en tí.
    Es increíble como llegas a hacer poesía hasta de una tormenta... Felicidades!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Tracy, no sé dónde vives pero yo las tormentas más increíbles fíjate que las he visto en verano y en ciudades soleadas, como Alicante o Jaén. En casa no las temo pero en la calle me dan un miedito...

    ResponderEliminar
  9. Hola Tracy,
    Gracias por tu visita a mi blog.
    Que fotos tan buenas!! vistas así no dan mucho miedo, sino todo lo contrario, son fantásticas!
    Me gustan mucho tus artículos son interesantes y divertidos, que más se puede pedir?
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  10. jajajajajajaj tienes razón, pero esque ahora mismo me aburro tanto que tengo ganas de q empiece ya septiembre ;)!!!!!!

    ResponderEliminar
  11. Me encantan las tormentas de verano, refrescan el alma y la piel...

    ResponderEliminar