UN DÍA GRIS MARENGO

que empezó en la Plaza de Cataluña.

Tenía que ir al Corte Inglés y aproveché para tomar un chocolate con churros en su magnífica terraza desde donde se puede contemplar la ciudad a vista de pájaro,

 vistas es lo único bueno que saqué del desayuno, porque el dibujo que hice... es un auténtico churro,

  los otros churros... ¡tela de duros y de fríos!
seguramente estarían allí desde la Mercé del año pasado.

                ¡Y yo que pensaba que iban a estar recién hechos, tal y como los ponen en mi tierra...!

Cuando llegó la hora del almuerzo, fui a un vegetariano de la zona, al que tenía por bueno: segundo fiasco, seguramente  por no subir los precios han bajado la calidad o simplemente no tuve suerte y llegué en un día en el que no estaban en su mejor momento.

 La tónica del Corte Inglés se volvió a repetir: lo único bueno del establecimiento su interiorismo

¡y yo que, viendo este despliegue de fruta y verdura en la entrada, me las prometía felices de comerme una ensalada estupenda...!
¡Pues fue que no!, estaba más seca que el ojo de un Nenuco.

Hay un rinconcito  muy mono para tomar el té, cosa que evidentemente no hice , porque sinceramente no quedé contenta, ni de la ensalada, ni de un plato novedoso de tortilla de puré de patatas, que estaba hecho con desgana, según mi opinión.

Para rematar pensé en irme al cine a echar unas risas con Woody Allen

Tercer fiasco, con lo admiradora de soy de este director-actor, pienso que le ha llegado la hora de la jubilación e igual que le sucede al personaje por él interpretado en la película, aunque no quiera debe hacerlo, ya ha dado mucha gloria al cine como para estropearlo de esta manera.

Me arrancó unas risas sus gags, los mejores de la cinta por eso se los dejaría para él y con eso me fui a la cama , cruzando los dedos para que no caerme de ella si tenía pesadillas durante la noche.

Vamos que si en este día me meto a sombrerera, me hubieran nacido los niños sin cabeza, que diría mi abuela.