Esta semana nos conduce Mara Laira, alter ego de Demiurgo, que nos ha puesto como temas una gran lista de sueños que ha tenido su jefe para que escribamos sobre el que más nos apetezca.
Yo me he decantado por este, el número diez:
Yo me he decantado por este, el número diez:
10) Un hombre tiene un jardín extraño. Se dedica a cuidar especialmente a un árbol. En ese árbol hay algo, que a lo largo de los días comienza a tomar la forma de una mujer. Que empieza a caminar en forma confusa hacia él.
Si los queréis leer pinchar aquí
Floro era un hombre de mediana edad, a quien desde pequeño le había entusiasmado el tema de las plantas.
Sus padres quisieron que estudiara una carrera, pero él se negaba con rotundidad pasando día y noche en el jardín volcado en el cuidado de las flores. Su madre decía que el nombre que le puso, por cumplir con la tradición familiar, le había imprimido carácter.
Floro era un gran entendido en floricultura, las especies que conseguía, las tenía vendidas antes de que florecieran. Sin embargo no prestaba la misma atención a los árboles del jardín que sólo estaban plantados con el fin de dar sombra a sus flores más delicadas.
Sus padres quisieron que estudiara una carrera, pero él se negaba con rotundidad pasando día y noche en el jardín volcado en el cuidado de las flores. Su madre decía que el nombre que le puso, por cumplir con la tradición familiar, le había imprimido carácter.
Floro era un gran entendido en floricultura, las especies que conseguía, las tenía vendidas antes de que florecieran. Sin embargo no prestaba la misma atención a los árboles del jardín que sólo estaban plantados con el fin de dar sombra a sus flores más delicadas.
Poco a poco se fue dando cuenta que el tronco de uno de los árboles iba adquiriendo las formas voluptuosas del cuerpo de una mujer, sobretodo en otoño, cuando al desprenderse de sus hojas dejaba al descubierto, su cuerpo sinuoso y sensual.
Desde ese momento Floro quedó hechizado por el árbol, sólo tenía miradas y cuidados para él, observaba palmo a palmo su corteza y le volvía loco la forma en que lo seducía al desprenderse poco a poco de aquellos trozos que le estorbaban para que pubis y pecho lucieran todo su sensual esplendor.
A diario se subía a las ramas del árbol para podar aquellas que le impedían gozar con la visión y con los tocamientos de sus atributos de mujer.
Floro se olvidó de las flores, sólo tenía ojos y manos para la que él llamó "su Dafne", aunque el árbol no era un laurel, ni Floro era un Apolo.
Cuando la primavera llegaba y Dafne empezaba a cubrirse de hojas y Floro se volvía un ser iracundo e iba arrancándolas una a una. En su desvarío le parecía oír los gemidos del árbol aunque no le hacía demasiado caso, hasta el día que lo vio tomar vida y perseguirlo por el jardín.
El infeliz de Floro pensó que al fin Dafne había sido seducida por él, cuando lo único que pretendía era valerse de sus encantos para abrazar a Floro e ir enredándolo con todas las ramas de su cuerpo en un postrer abrazo.
Entre sus últimos estertores de placer y muerte, oyó lo que su amada le susurraba dulcemente al oído:
- Sólo vivías para tus flores ahora morirás eternamente para tus árboles.
Desde ese momento Floro quedó hechizado por el árbol, sólo tenía miradas y cuidados para él, observaba palmo a palmo su corteza y le volvía loco la forma en que lo seducía al desprenderse poco a poco de aquellos trozos que le estorbaban para que pubis y pecho lucieran todo su sensual esplendor.
A diario se subía a las ramas del árbol para podar aquellas que le impedían gozar con la visión y con los tocamientos de sus atributos de mujer.
Floro se olvidó de las flores, sólo tenía ojos y manos para la que él llamó "su Dafne", aunque el árbol no era un laurel, ni Floro era un Apolo.
Cuando la primavera llegaba y Dafne empezaba a cubrirse de hojas y Floro se volvía un ser iracundo e iba arrancándolas una a una. En su desvarío le parecía oír los gemidos del árbol aunque no le hacía demasiado caso, hasta el día que lo vio tomar vida y perseguirlo por el jardín.
El infeliz de Floro pensó que al fin Dafne había sido seducida por él, cuando lo único que pretendía era valerse de sus encantos para abrazar a Floro e ir enredándolo con todas las ramas de su cuerpo en un postrer abrazo.
Entre sus últimos estertores de placer y muerte, oyó lo que su amada le susurraba dulcemente al oído:
- Sólo vivías para tus flores ahora morirás eternamente para tus árboles.
Vaya con esa Dafne susurrándo "dulcemente" semejantes palabras...
ResponderEliminarBesos.
Un poco vengativa me ha saklido.
EliminarDafne era muy especial eh... joder...
ResponderEliminarPobre Floro.
Besos.
Pero que muy especial, especialñisima.
EliminarUn árbol adquiriendo cuerpo de mujer.
ResponderEliminarPrecioso relato.
Un beso dulce de seda
Me alegra que te haya gustado,aunque no es mi estilo, algo hixe
EliminarContundente cierre del relato, sí señora. Eso les pasa a los que se dedican sólo a las florecillas :))))
ResponderEliminarBss
Muy buena conclusión.
EliminarLa venganza de las mujeres, aun envuelta en un árbol, puede ser terrorífica y la imaginación de mi amiga es barbara. Un aplauso y un saltibrinco
ResponderEliminarGracias Ester, no es mi temática, pero al final quedé contenta
EliminarMoraleja si tienes una hija no le pongas Luz por si te sale electricista y se le funden los plomos. Si tienes un hijo no le pongas Narciso por si te sale flor y acaba de presidente florero.
ResponderEliminarBesos.
Jajajaja seguiré el consejo, aunque a estas alturas..., pero puede que en la otras vidas....
EliminarLe hizo un Mantis, vamos... :)
ResponderEliminarBesos y salud
Totalmente.
EliminarUff! Vaya final. Besos.
ResponderEliminarLo siento, así ha discurrido la cosa. Los relatos tienen vida propia.
EliminarEs notable lo que ese arbol se parece a una silueta humana..
ResponderEliminarY capaz que si trataba a arboles y flores por igual, no pasaba nada. Y hubo una crueldad en darle esperanzas para vengarse por la preferencias por las flores. Preferencia que ya no era tal. Si Dafne se hubiera manifestado antes, capaz que habría tenido preferencia por los arboles.
Le encontraste un estilo siniestro. Muy bien.
Y gracias por sumarte.
Como sabes no es mi estilo, pero merecía un esfuerzo por todos ls que tú has hecho por nosotros al dirigirnos.çGracias.
EliminarCasualmente hoy publico una entrada que parece surrealista, quizás sea la voz de Dafne hablándole a Floro.¿Qué le dirá?
ResponderEliminarBesos Tracy, hoy desde
http://norma2-siempreesprimavera-norma2.blogspot.com.ar/2015/11/asi-suenan-los-anillos-de-un-tronco-de.html
Es muy interesante tu entrada y realmente es un gran complemento para mi Floro.
EliminarUff, vaya final para esta historia de pasión y muerte...
ResponderEliminarBesos
Hoy tocaba así, jejejejeje
EliminarHola Tracy hemos estado en sintonia al elegir nuestro argumento, podríamos escribir un relato cuando este el jueves de escritura en conjunto jeje. Bueno, sobre tu aporte me encanto las referencias a la mitología, la elección de la foto y toda la construcción del relato. Pobre Floro que al igual de mi Alberto se confundieron el amor con algo imposible. Ambos tuvieron el mismo final.
ResponderEliminarMuchas gracias Luis, valoro mucho tus palabras y son un acicate para seguir escribiendo.
Eliminar¡Excelente! Un maravilloso cuento.
ResponderEliminarSaludos Tracy.
Agradezco tus palabras Pluma.
EliminarEl abrazo del bibosi y el motacú
ResponderEliminarCuenta una leyenda del oriente boliviano que había una vez dos jóvenes que se amaban.
Para variar había un problema grave: eran de dos etnias distintas y sus padres no los dejaban verse y mucho menos estar juntos. La boda de la bella joven ya estaba arreglada con otro, que seguramente era un tonto.
Entonces, como suele pasar en estos casos, los amantes se escaparon. Corrieron durante horas y horas por la selva hasta que se sintieron a salvo. Y ahí, amparados por tajibos (lapachos) y toborochis (palos borrachos) se dieron un abrazo tan pero tan tan fuerte que murieron asfixiados.
El amor que me taladra
necesita jetapú;
viviremos, si te cuadra,
cual bibosi en motacú
El bibosi es un tipo de ficus que se enreda apasionadamente sobre el motacú, una palmera débil y con frutos ricos.
El membrudo bibosi que a la palma
por entero rodea
con tal solicitud, que al fin la ahoga:
Celoso enamorado prefiriera
antes que en otros brazos a su amada,
entre los propios contemplarla muerta.
Es, precisamente, lo que dice la leyenda sobre la peregrina unión del árbol corpulento y la grácil palmera
La leyenda termina contando que en el pedazo de tierra donde cayeron los amantes asfixiados creció el primer bibosi en motacú.
Una leyenda preciosa que no conocía, como se ve las historias ficticias como las reales se repiten,
EliminarUn beso y gracias por dejarla escrita aquí y por lo enriquecedora que fue, con ella aprendí muchos vocablos nuevos.
Wuaaaauuu! que fuerte. Tu post me ha hacho compreder que también las histoiras de terror pueden contener altas dosis de ingenio y buena literatura. Una abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Montse, muchas gracias.
EliminarEstuvimos en sintonía con nuestra elección de argumentos. Hay un Jueves donde se escribe a dos manos, tal vez podríamos congeniar jaja. Excelente aporte Tracy. Me gustaron las referencias mitológicas y el final del pobre Floro. La imagen le da mucha fuerza a las palabras, bien construido y con misterio que atrapa.
ResponderEliminarMe encantaría escribir a la limón contigo un jueves de esos que cuentas.
EliminarUn besazo.
Excelente!...un relato magistral con final contundente y apropiado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Otro abrazo para ti, Neo.
EliminarTelita con la Dafne...
ResponderEliminarBesos!
Sí, ¡¡¡Vaya tela!!!!
EliminarA eso se le llama no andarse por las ramas... y una venganza con todas las letras.
ResponderEliminarLa pareidolia del árbol es increíble.
Un beso enorme.
Muy ocurrente tu comentario.
EliminarSí elárbol parece heco para mi relato, jejejeje
Tracy... este aspecto de "relato del horror" casi, me sorprendió... pero bien, muy bien!!! Una historia planteada de forma estupenda y con un final extraordinario!
ResponderEliminarUn besote.
Si te digo la verdad a mí también me sorprendió verrne escribiendo en este registro, jejejejeje
EliminarEse árbol es muy bonito; sería una maravilla trepar por él.
ResponderEliminarBesos.
Ya me lo imagino, ya me lo imagino.
EliminarMadre mía, al final el arbol es un poco siniestro. Con razón dicen que hay amores que matan.
ResponderEliminarUn saludo.
El ninguneo a que fue sometido,lo llevó a ese desenlace.
EliminarFloro se fue por las ramas... y éstas acabaron estrangulándolo.
ResponderEliminarBss, linda cuentista!
Jajajaaja, la chispa que no falte.
EliminarY es que es malo obsesionarte por nada, porque al final esa obsesión te puede llevar a la muerte, como le pasó a tu protagonista.
ResponderEliminarMuy bien relatado.
Un abrazo
Gracias Carmen. Las obsesiones nunca son buenas.
EliminarAcostumbrado a tus siempre interesantes reseñas, vengo a comprobar tu maestría para el relato. Núnca es bueno arrimarse en exceso al buen árbol.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Aunque le cobije buena sombra?, jejejejejeej
EliminarUn relato magnífico, y una foto de colecionista. El conjunto ma ha atrapado de principio a fin. Una entrada para enmarcar. Un beso de viernes y trece, que ahí es ná.
ResponderEliminarPues eso, que en un viernes y 13 venga un comentario como este, es muy de agradecer.
EliminarUn beso con mucho cariño.
Magnífico relato, adecuado a la propuesta y dándole el valor añadido de tu imaginación. Me gustó.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan Carlos.
EliminarOriginal y muy buena historia, me gusta tu estilo.
ResponderEliminarmariarosa
A eso le llamo yo un abrazo letal... Dafne se vengó de Floro por el dolor que seguramente le causaba al arrancarle sus hojas, y es que los árboles son seres vivos y por lo tanto sienten y padecen... ahora será eterno bajo su corteza...
ResponderEliminarBesines Tracy... Genial relato!
Es que nos adentramos en unos jardines, amiga, que..... A quien se le ocurre enamorarse.
ResponderEliminarBesos