II) UNA POSADA PARA QUEDARSE A VIVIR EN ELLA

Fundamentalmente porque sus dueños, Jose y Ana,  te hacen sentir como si estuvieras en tu propia casa, arropado por la familia.
(Y no llevo comisión ¿eh?)

Os nuestro unas fotografías vosotros opinaréis.

Una habitación muy amplia, con un balcón que casi se toca la sierra, el que veis abierto en la primera fotografía.

 Con  espacio para tareas de escritura, ordenador, etc. y un baño amplio y cómodo.

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En la planta baja hay una sala  común,

muy acogedora, con una luz cálida y confortable que te hace sentir en casa.

Ana se encarga de todo lo referente al alojamiento y Jose lleva el Restaurante, "el Ruedo", que sirve desayunos y almuerzos todos los días de la semana y los fines de semana también ofrece cenas. 

Ocupa la parte inferior de la Posada y tiene entrada independiente de ella, aunque también se accede interiormente.

Además de menú, tiene una amplia carta en la que se refleja la cocina tradicional de la zona, con una presentación moderna y atractiva capaz de echar por alto todos los planes dietéticos que lleves pensado realizar.

Me encantó la forma de presentar  la guarnición de patatas que llevaba el solomillo de ternera con foie y salsa de cerezas, porque aún siendo patatas fritas,  le daban una elegancia inusual al plato que se adornaba con frutas silvestres.

Incluso un simple arroz blanco está sabroso y presentado con arte

Un comedor típicamente serrano en el que la madera y la piedra priman,

y una taberna que, como no podía ser de otra forma, jamones y chacinas son protagonistas.

La propia Posada (C/ Humilladero, 2 Candelario)  es un edificio histórico del s. XVIII  que originariamente fue una casa de chacinas y en su restauración  han  sabido mantener ese sabor de la tierra.

Se lo dije a Ana y aquí lo repito:

¡¡¡Amenazo con volver!!!