Se trata, según nos ha dicho Noe que es quien nos conduce esta semana, de describir un personaje real o ficticio y dejarlo abocado a una situación que sea factible continuar dentro de un tiempo.
En su blog podéis leer los resultados.
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GÉNESIS DE UN PERSONAJE
Don Moisés era un hombre de aspecto tranquilo, rostro afeitado con exquisita pulcritud, sonrisa amplia y unos ojos que se escondían tras unos cristales lo suficientemente ahumados, para no dejar ver hacia donde se dirigía su mirada.
La naturaleza lo había dotado de una gran corpulencia que atemorizaba con sólo mirarlo.
Toda su vida se había dedicado a la enseñanza y no se le daba mal pero las técnicas que usaba, habían quedado obsoletas. En los tiempos actuales había que ser más dinámico, atraer la atención de los alumnos con una pedagogía abierta y menos agobiante, más ligera, más suelta, menos adusta, sobretodo teniendo en cuenta la asignatura que tenía encomendada.
Había que saber bajar al terreno de los alumnos y una vez allí conquistárselos, pero le faltaban ganas.
Estaba próxima su jubilación y el cansancio junto a la falta de reconocimiento social, administrativo y por último aquel traslado inesperado, le hacía cultivar una apatía que iba arrastrando por los pasillos del centro, dando una imagen de pobre hombre que para nada correspondía con la realidad.
Culto, lector empedernido, bien documentado en la complicada actualidad que le había tocado vivir y de ideas comprometidas con las clases más altas, siempre había creído que no se le tenían en cuenta sus investigaciones, sus escritos, su valía intelectual y a ello achacaba que el Obispo hubiera cambiado sus clases en el seminario menor por aquellas de Religión en un centro en el que, la educación religiosa no estaba suficientemente valorada ni por profesores, ni alumnos, a los que les interesaban bien poco las creencias de sus progenitores, diciendo que eran "cosas de curas".
¡La dichosa sotana y los problemas que acarrea...!
Don Moisés era un hombre de aspecto tranquilo, rostro afeitado con exquisita pulcritud, sonrisa amplia y unos ojos que se escondían tras unos cristales lo suficientemente ahumados, para no dejar ver hacia donde se dirigía su mirada.
La naturaleza lo había dotado de una gran corpulencia que atemorizaba con sólo mirarlo.
Toda su vida se había dedicado a la enseñanza y no se le daba mal pero las técnicas que usaba, habían quedado obsoletas. En los tiempos actuales había que ser más dinámico, atraer la atención de los alumnos con una pedagogía abierta y menos agobiante, más ligera, más suelta, menos adusta, sobretodo teniendo en cuenta la asignatura que tenía encomendada.
Había que saber bajar al terreno de los alumnos y una vez allí conquistárselos, pero le faltaban ganas.
Estaba próxima su jubilación y el cansancio junto a la falta de reconocimiento social, administrativo y por último aquel traslado inesperado, le hacía cultivar una apatía que iba arrastrando por los pasillos del centro, dando una imagen de pobre hombre que para nada correspondía con la realidad.
Culto, lector empedernido, bien documentado en la complicada actualidad que le había tocado vivir y de ideas comprometidas con las clases más altas, siempre había creído que no se le tenían en cuenta sus investigaciones, sus escritos, su valía intelectual y a ello achacaba que el Obispo hubiera cambiado sus clases en el seminario menor por aquellas de Religión en un centro en el que, la educación religiosa no estaba suficientemente valorada ni por profesores, ni alumnos, a los que les interesaban bien poco las creencias de sus progenitores, diciendo que eran "cosas de curas".
¡La dichosa sotana y los problemas que acarrea...!
Cuando te quitan la ilusión la apatía repercute en los que te rodean. Un abrazo
ResponderEliminarTotalmente cierto.
EliminarHola Tracy! me resulta interesantísimo este personaje que has hecho nacer con tantos detalles y características psicológicas a la vista. Nos lo pintan como candidato a ser protagonista de una historia muy humana y emotiva, historia entretenida que comienza a hacerse desear tras esta presentación. Muchas gracias por sumarte. Ya agrego tu enlace.
ResponderEliminarUn beso
Gracias a ti por siempre conducirnos con tanta ilusión como lo haces.
EliminarUn beso gordo.
Bueno antes laenseñanza con ellos era muy dura hoy en día si no cambian sus métodos no van a ningún lado.
ResponderEliminarBuena historia. Te devuelvo tu cariñosa visita y por aqui me quedo para seguirnos la pista.
Cuidate un besote
Encantada de tenerte por aquí.
EliminarUn beso grande.
Me ha gustado tu relato. Muy bien llevado.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Alicia.
EliminarUn beso enorme.
"La clase de Religión hizo feliz a mi abuelita"
ResponderEliminarEn el Colegio todos eran comunistas, el Director y los profesores y por ende el alumnado, la materia la dictaba un curita español, el cual repartía estampas entre sus alumnos, los cuales las rompían delante de sus narices. Entonces, yo corría detrás del cura y antes que las rompan, les pedía que me las den y ellos me preguntaban para qué las quería y yo les decía: para mi abuelita.
te leía y creía leer a Baroja, que relato tan claro tan bien escrito. A mi los ancianos sean seglares o religiosos me producen ternura. Estudié en un colegio religioso y los amigos que no compañeros, aún mantengo algunos. Doy gracias a que me dieran una base humana que me llevó a intentar comprender mejor a las personas y a las circunstancias. Mis felicitaciones
EliminarEnternecedora historia Chaly.
EliminarY a ti Rodolfo... no sé que decirte, eso de Baroja me ha llegado al alma. Muchas gracias por el cariño con el que me has leído que te ha recordado a Baroja,,, ¡casi ná!
EliminarLa "dichosas"religiones" que separan el mundo!
ResponderEliminarCuantas muertes en nombre de la religión!;(
Besos!
... y siguen dándose y parecen no tener fin,
EliminarTienes el don de juntar palabras, Tracy: ¡me ha encantado!!!!
ResponderEliminar<3
Celebro que te haya gustado y gracias por comentar.
EliminarUn abrazo.
El personaje muy creíble, aunque a mí me da bastante repelús... En mi novela sería el malo.
ResponderEliminarBeso, compi.
Creo que también en la mía.
EliminarMe resulta inquietante el personaje de Moisés,a saber cómo sigue...
ResponderEliminarBuen finde!
Eso es lo que quería conseguir: inquietar.
EliminarAntes de nada, felicidades por la calidad de tu escrito, que es la rampa de salida para una fabulación muy interesante y digna de ampliarse con los matices que dejas apuntados.
ResponderEliminarMi profesór de religión también era mayor, pero imbuido por el nacional catolicismo, nos enviaba a tirar piedra a las ventanas de un edificio donde vivía un pastor protestante inglés.
Ah... y siempre terminaba la clase rezando por el Caudillo y José Antonio.
Y a los demás... que les den.
Un beso.
Cosas de los tiempos. Gracias por tu opinión.
EliminarBesos
Un personaje que promete, sin duda. Me ha gustado mucho, Tracy.
ResponderEliminarEspero la continuación, por su puesto. Que buena la iniciativa de Neogémenis, Mónica. Voy a visitar su blog.
Besos
VEREMOS EN LO QUE QUEDA
EliminarLe seguiremos la huella...
ResponderEliminarTen cuidado que se te vaya a perder
EliminarCómo fluyen las letras!!!!
ResponderEliminarMe acuerdo de un profesor de religión, D. Moisés se llamaba igual... le ponía en muchos apuros por mis preguntas... Y todo era cuestión de fe. pero aprendí mucho, la verdad.
Un beso enorme.
¡Vaya coincidencia!
EliminarExcelente descripción y recorrida por la mente de este personaje que deja con ganas de mucho más. Lo pude ver en mi imaginación, recrear su aspecto y hasta comprender sus sentimientos de cansancio y decepción.
ResponderEliminarUn beso!
Si lo viste, ya te pediré ayuda, si algún díasigo con él.
EliminarJo, pues me he quedado con unas ganas tremendas de saber algo más de Don Moisés...lo has descrito maravillosamente bien!
ResponderEliminarMe ha encantado tu forma de presentar al personaje, tan bien descrito que he notado su apatía. Difícil tarea tiene encomendada en estos tiempos que corren.
ResponderEliminarUn beso
Todos tenemos días así...
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