MIENTRAS SIGO BUSCANDO EL TIEMPO PERDIDO,

me he dedicado a leer este libro del escritor Ian McEwan

no había leído nada suyo y he de decir que me ha conquistado con esta novela, hasta el punto que quiero seguir indagando en su obra.  Con este libro logra mantener la atención del lector de principio a fin en todos los temas que van apareciendo a lo largo de la novela que se lee de una sentada, tampoco es muy extensa , doscientas diez páginas en las cuales no decae el interés por llegar al desenlace o a los desenlaces, si la leéis ya veréis porqué lo digo.

El hilo conductor de la novela es el día a día de una jueza del Tribunal Superior de Justicia, especializada en Derecho de Familia. Por sus manos pasan casos muy interesantes sobre menores en los que la Justicia debe intervenir para dilucidarlos. Estos casos, que podrían dar origen a otras tantas novelas, se entrecruzan con la vida familiar de ella que está atravesando una etapa crítica en su matrimonio. 
Hasta aquí debo escribir.

La obra está muy bien documentada en los casos que trata y hace que se comprenda y se valore un poco más el oficio de estas personas que imparten justicia entre sujetos tan sensibles y frágiles como son los menores.

Un final sorprendente abierto al criterio del lector, como no podía ser de otra manera ya que  en todos los casos que pasan por el despacho de la jueza la mente del lector va tejiendo sus argumentos a favor o en contra del caso que se está dirimiendo como si fuese también juez y parte.
Me ha gustado y me ha interesado mucho su lectura, creo que a muchos de vosotr@s también os puede pasar lo mismo si decidís leerla.