Esta semana parecía cantado que Lucía eligiese como tema el libro, en cualquiera de sus facetas: el que estamos leyendo, el que acabamos de leer, el que no hemos podido terminar de leer... en fin, si queréis saber qué pensamos al respecto pichad aquí
El libro es mi amigo inseparable, me acompaña cuando salgo por la mañana para hacer alguna que otra gestión. Él entretiene la larga espera ante el funcionario de turno que resuelve mi problema.
¿Qué sería de mis nervios si no tuviera mi libro a mano?
Es el compañero insustituible a la hora de tomar el té de media mañana o de media tarde en esa mesa estratégicamente situada en el rincón acogedor de mi cafetería preferida.
Y en la casa tiene entidad propia en la mesita colocada al lado de mi sillón orejero bajo la lámpara de luz cálida que lo acaricia.
También tiene su espacio en la mesita de noche, pero no sé porqué, creo que este lugar le gusta menos, porque lo tiene que compartir con otros libros que, colocados en rimeras, esperan turno para ser leídos.
El libro siempre ha estado a mi lado desde que siendo niña me hice amiga del Pato Donald o del Tío Tom, el de la cabaña...
Los temas cambiaban según mi edad pero los libros permanecían a mi lado. Recuerdo la gran biblioteca de mi colegio llena de libros metidos en armarios con puertas de cristal y aquellas mesas corridas donde nos sentábamos a leer y también a soñar con leerlos todos, magia pura los reflejos del sol en los cristales sobre el colorido de sus lomos tentadores.
Por aquella época fue cuando descubrí que mi relación con los libros sería eterna: estaba leyendo "La Historia de la Mitología Griega" y se me olvidó el libro en el patio. Al día siguiente cuando fui a buscarlo me lo había destrozado un perro.
¡Qué disgusto me llevé!
Mis padres tuvieron que comprar uno nuevo para la biblioteca pero yo arreglé con mis ahorrillos el que se había estropeado y aún lo tengo en casa, entre mis títulos más preciados.
Con los libros hice mis primeros viajes y me enamoré.
Aprendí lo que era el desamor y sentí como propio el dolor ante la muerte. Puse en valor la amistad y comencé a entender el complicado mundo de las personas adultas.
A través de ellos me planteé dudas, resolví interrogantes...
Y lo más importante fui consciente de lo afortunada que era porque en mi casa, el leer no era objeto de reprimendas ni castigos.
¿Qué sería de mis nervios si no tuviera mi libro a mano?
Es el compañero insustituible a la hora de tomar el té de media mañana o de media tarde en esa mesa estratégicamente situada en el rincón acogedor de mi cafetería preferida.
Y en la casa tiene entidad propia en la mesita colocada al lado de mi sillón orejero bajo la lámpara de luz cálida que lo acaricia.
También tiene su espacio en la mesita de noche, pero no sé porqué, creo que este lugar le gusta menos, porque lo tiene que compartir con otros libros que, colocados en rimeras, esperan turno para ser leídos.
El libro siempre ha estado a mi lado desde que siendo niña me hice amiga del Pato Donald o del Tío Tom, el de la cabaña...
Los temas cambiaban según mi edad pero los libros permanecían a mi lado. Recuerdo la gran biblioteca de mi colegio llena de libros metidos en armarios con puertas de cristal y aquellas mesas corridas donde nos sentábamos a leer y también a soñar con leerlos todos, magia pura los reflejos del sol en los cristales sobre el colorido de sus lomos tentadores.
Por aquella época fue cuando descubrí que mi relación con los libros sería eterna: estaba leyendo "La Historia de la Mitología Griega" y se me olvidó el libro en el patio. Al día siguiente cuando fui a buscarlo me lo había destrozado un perro.
¡Qué disgusto me llevé!
Mis padres tuvieron que comprar uno nuevo para la biblioteca pero yo arreglé con mis ahorrillos el que se había estropeado y aún lo tengo en casa, entre mis títulos más preciados.
Con los libros hice mis primeros viajes y me enamoré.
Aprendí lo que era el desamor y sentí como propio el dolor ante la muerte. Puse en valor la amistad y comencé a entender el complicado mundo de las personas adultas.
A través de ellos me planteé dudas, resolví interrogantes...
Y lo más importante fui consciente de lo afortunada que era porque en mi casa, el leer no era objeto de reprimendas ni castigos.
Con un libro se puede juevear, viernear y hasta semanear.
ResponderEliminar... y menstruar, jajajajaja
EliminarLas grandes pasiones siempre empiezan en la niñez. Ahi es donde se forja la personalidad y el caracter de un persona. Sin ninguna duda. abrazos, amiga Tracy.
ResponderEliminarSuele ser así como dices, amiga Montse.
EliminarNo ha parado de leer desde que era bien pequeño y así espero seguir siempre.
ResponderEliminarLeer me ha permitido vivir mil vidas.
Besos.
...además de visitar todos los países del mundo.
Eliminar¡Todo eso, y más!
ResponderEliminarSalu2, Tracy.
¡Claro!
EliminarAsí es un libro, una enseñanza de vida que crece con nosotros. bonito aporte juvero. Abrazos
ResponderEliminarGracias Ester.
EliminarPrecioso, Tracy. En cualquier circunstancia el libro es un amigo silencioso que te acompaña.
ResponderEliminarGracias por un post tan verdadero.
Besos
Me alegro que te haya gustado. Un placer.
EliminarLos libros son esas partes de nuestras vidas que no hemos podido vivir.
ResponderEliminarBrillante entrada.
Besos.
... y que nos permite conocer a personas interesantes y visitar todos los lugares del mundo que no podemos visitar.
EliminarUn abrazo
Total, que sin un libro a mano y un te, no serias feliz... :)
ResponderEliminar¿Sin lo demás, te apañas? :)
Es una bromita... :)
Besos y salud
Yo soy feliz con muy poca cosa , porque lo que me falta me lo presta la imaginación.
EliminarUna buena manera de celebrar este mes de homenajes a la lectura...
ResponderEliminarCreo que le debía este homenaje personal al libro por todo lo que le debo.
EliminarHola Tracy, me atrevo a sugerirte "El viaje del Escriba" de Marcelino Darío Mora Gomez,en punto rojo. Está recién salido de su primer horno como escritor y es una gozada...se nota... es mi hijo ssssss.
ResponderEliminarbesos
Mavi
Lo buscaré y ya te cuento.
EliminarEnhorabuena a ti y a tu hijo.
un beso
Tendrías que plantearte escribir uno...
ResponderEliminar...ahí lo dejo!
;)
Besos!
Me lo estoy planteando, pero me falta tiempo, jajajajaja
EliminarNo hay como un libro,cariños.
ResponderEliminarExactamente.
EliminarLa lucha está entre el libro y el perro como mejor amigo del hombre/mujer.
ResponderEliminarUn abrazo
No tienen porqué ser incompatibles : te sientas a leer y en una mano tienes el libro y con la otra acaricias al perro.
EliminarBesos
Muchas gracias Tracy por contarnos en detalle el valor de los libros para vos, te han acompañado desde el inicio del camino y siguen siendo valiosas llaves para abrir infinidad de puertas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Esa imagen de que abren infinidad de puertas me ha gustado mucho.
EliminarPrecioso relato. De que manera más bonita has contado tu relación con los libros...
ResponderEliminarUn beso, Tracy.
Celebro que te haya gustado.
EliminarBonito y nostálgico relato. Mi primer libro leído por enetero fue "La Historia empieza en Sumer tendría yo seis o siete años ... me impreasionó tanto que ... empecé a devorar libros sin parar, incluso los de texto. Leer, que placer.
ResponderEliminarFeliz noche
Como sucede con otras cosas, el primer libro no se olvida.
EliminarUn buen relato y sobre todo pq la mejor afición que se puede tener es leer y si empiezas de pequeña eso perdura en toda tu vida . Me gusta ese amigo que llevas siempre contigo , de segura estoy que jamás te fallará .
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre lo llevo en el bolso, por si surge un rato libre.
EliminarEsa relación fiel que comienza en la infancia....para mi siempre han sido mis mejores amigos. Gracias por compartirlo, besos.
ResponderEliminarTú lo has dicho, es una relación fiel, ojalá fueran así todas las relaciones.
EliminarSi estuviera prohibido leer la gente se volvería loca por cometer ese placentero pecado.
ResponderEliminarNo me lo puedo imaginar cómo reaccionaríamos.
EliminarSe nota que los amas. Compañeros imprescindibles.
ResponderEliminarTodo eso son los libros, sí.
Un beso fuerte.
Otro beso fuerte para ti.
EliminarMuy buenas, Tracy:
ResponderEliminarHe disfrutado con la manera ágil con la que has narrado tu relación vital con los libros.
Un abrazo.
Me alegro Nino.
EliminarUn abrazo.
Él te da más que tú a él.
ResponderEliminarComparto tus emociones. Suelo tener un libro o más en la mesa de luz, donde también hay papel y una lapicera.
ResponderEliminarSuelo llevar un libro, cuando viajo, para releer en alguna espera.
Bien contado lo del libro de mitología. Me alegra que se pudo reconstruir ese libro.
Un abrazo.
Qué haría yo sin los libros, sin su compañía y sin su lectura...
ResponderEliminarBesossssssss
Intuía qué eras un ferviente lectora desde siempre. Que el perro mordiera el libro de la Mitología griega, fue un maravilloso regalo del destino ( bueno, también tu dinero ayudo ) qué os ha hecho inseparables.
ResponderEliminarEs cierto qué los libros acaban invadiendo nuestras casas y nuestras vidas, pero son los mejores invasores. Abrazos amiga
Es un gran poder el de la lectura.
ResponderEliminarVaya que sí.
Enorme y merecido homenaje le has hecho.
Besos.