LUNES PARA EMPEZAR UN CURSO

y empezar una semana.

El día se despierta con los nervios a flor de piel.
Cuesta trabajo levantar a los niños, por muchos besitos que les des y caricias amables que les hagas, abren los ojos con el ceño fruncido, acostumbrados a dormir hasta que el cuerpo aguante.
  El desayuno preparado en la mesa no les atrae demasiado, la lentitud del pequeño y los nervios del mayor hacen que la leche se derrame y los cereales salten por los aires, sacando de sus casillas a mamá que habla más fuerte que de costumbre, por no decir que chilla como una energúmena.
 La abuela va de un sitio para otro, como si fuera "Correcaminos", pasando lista a mochilas, bocadillos para el recreo, camisetas de manga larga por si hace fresco, etc. etc.
¡Y menos mal que no está lloviendo!
 Papá está de viaje, casi mejor porque así no le interferimos en su salida al trabajo.
Cuando todo está preparado y parecía que podíamos ir tranquilamente y tendríamos tiempo para cuidar la foto  que nos hacemos todos los años al iniciar el curso...
- Abuela quiero hacer caca.
La desesperación se desata, pero lo primero es antes. Le recuerdo a Pol aquello de "eres como los perros del tío Nicolás que cuando veían a la liebre le daban ganas de cagar y de mear", él no lo entiende, pero al oír las escatológicas palabras ríe con todas sus ganas mientra mamá y Hugo se bajan en el ascensor para hacer más presión y que nos demos prisa.
 No se puede correr más, hay que cambiar de pantalón....
Al final el autobús se va sin ellos y sin nosotros.
- ¡¡¡Taxiiiii!!!, todos pasan ocupados
¿Quién inventaría los primeros días del Curso?