JUEVEANDO CON UN ENCUENTRO INOLVIDABLE

 Mag nos dirige esta semana y nos propone hablar sobre ese encuentro que tuvimos con ese ser que sólo podemos sentir a través de nuestra imaginación.

Estos encuentros los podéis leer en el blog de Mag

MI  HADA  MADRINA

Aquella noche me acosté triste porque había recibido la noticia de la muerte de  una amiga bloguera de allende de los mares.

Aunque era un hecho esperado, me causó sorpresa.

Me costó trabajo conciliar el sueño, pero al fin lo conseguí pensando en las conversaciones  que habíamos tenido sobre las hadas en las que ella creía y yo no, pensaba que nuestro mundo estaba lleno no sólo de hadas, sino también de duendecillos que nos hacían la vida más agradable a los humanos.

Fue entonces cuando la conocí personalmente, venía volando de la mano de Campanilla, su hada preferida, le gustaba tanto que algunas veces me nombraba con ese nombre.

Me quedé sorprendida, cuando se dirigieron a mí y me abrazaron:

-Tracy, vengo expresamente a presentarte a mi amiga el Hada  Campanilla, tanto tiempo nombrándote con su nombre que ahora que estoy en el País del Nunca Jamás, he pensado que sería un buen momento para hacer una escapada hasta aquí y demostrarte que las hadas existen.

No podía salir de mi asombro, Campanilla era preciosa, rubia con los ojos azules, por más que la miraba no encontraba ningún parecido conmigo, para que me llamara así.

Pareció adivinar mi pensamiento y me dijo:

-  Era mi Hada Madrina y sin yo saberlo me estaba entrenando para que cuando regresara al País de Nunca Jamás, me convirtiera yo, en ser la tuya.

Me quedé absorta y sólo pude balbucear unas palabras ininteligibles,  que ella entendió ¿Tú mi Hada Madrina?.

-- Sí y te voy a ayudar igual que Campanilla me ayudó a mí cuando estaba en el mundo.

No perdí un momento y le dije:

- ¿Cuándo empiezas?

- Ya,  

- Por favor, quítame los dolores de huesos que tengo a consecuencia de una caída que tuve hace unos días.

En este momento me desperté. 

El sueño se esfumó y yo me arrepentiré toda la vida de haber roto la magia del momento.

¡Qué prosaica soy!